La tercera escena

¿Haz de varas, o varas sueltas?

Muchas son las frases o proverbios que sintetizan en pocas palabras la gran importancia del trabajo en equipo, de la colaboración y la solidaridad entre personas en la consecución de un objetivo común. Pero es a Esopo, el escritor griego que vivió entre el final del siglo VII a. C. y el principio del siglo VI a. C., a quien se le atribuye una de las primeras reflexiones escritas sobre las virtudes y ventajas de la unión. En su fábula “La pelea de los hijos del labrador” narraba como dicho labrador explicaba a sus hijos, enfrentados entre sí, valiéndose de un haz de varas, que cada vara suelta era frágil y se podía romper fácilmente, pero que reunidas en un manojo eran irrompibles, dando así a entender a sus hijos que la sólida unión en armonía les haría fuertes, y la separación y la discordia les debilitaría. Esa enseñanza pasaría a la historia resumida en la expresión “la unión hace la fuerza”.  Una frase a la que se recurre para ensalzar las virtudes del trabajo en equipo. Es indudable que el tejido social se fortalece cuando se asocia. 

 

El asociacionismo se ha convertido en uno de los cauces más eficientes para que los grupos de personas físicas o jurídicas con intereses similares puedan moverse con mayor eficacia y solvencia en el sistema, sin que ello afecte a la individualidad de cada uno. El asociacionismo, además de ofrecer a los grupos la posibilidad de adaptarse a un formato legal que le permite operar en el sistema con plenitud de derechos, brinda a los miembros de ese grupo la posibilidad de conciliar y armonizar los intereses individuales con los intereses comunes. Y es esta comunión de intereses la que ofrece, por añadidura, la posibilidad de reflexión colectiva y de establecimiento, entre sus miembros, de ese consenso necesario para la detección de las necesidades del grupo, para la definición de fines y objetivos y para el establecimiento de las estrategias o de los métodos de trabajo que mejor posibiliten la consecución de esas metas. 

En el panorama de las artes Escenicas, el asociacionismo sin fines lucrativos se ha convertido en el formato legal más socorrido por colectivos tanto profesionales como amateur para la promoción y defensa de su actividad. Colectivos como autores, directores de escena, técnicos, distribuidores, representantes, etc. se sirven de este instrumento para poder beneficiarse de las ventajas que ofrece la dinámica asociativa. En el Consejo Estatal de las Artes Escénicas y de la Música podemos encontrar numerosos ejemplos de dichas entidades. 

También la práctica totalidad de los grupos teatrales amateur y federaciones de grupos tienen formato de asociaciones sin fines lucrativos. La Confederación Escenamateur reúne a la práctica totalidad de aquellos que consideran que el asociacionismo les puede aportar muchos de los beneficios que en solitario no podrían conseguir.

Pero en el modelo asociativo hay fortalezas y debilidades, pros o ventajas y contras o lastres que frustran las expectativas de desarrollo de esa alianza para la defensa de los intereses comunes a sus miembros.

Las ventajas y fortalezas del asociacionismo son múltiples. Ventajas de tipo económico y administrativo como son la formación y actualización de conocimientos de sus miembros, el poder establecer contactos con la realidad asociativa que puede facilitar la creación de alianzas y convenios con otras entidades para el emprendimiento de actividades y acciones conjuntas y la participación en proyectos o servicios que beneficien a los socios como asesoramiento general, búsqueda de información sobre ayudas y financiación, guía de proyectos, análisis del sector, amenazas y oportunidades de desarrollo y un largo etcétera. El asociacionismo también ofrece ventajas humanas y de desarrollo personal y colectivo. El asociacionismo ayuda a paliar situaciones de soledad o aislamiento, a compartir problemas y experiencias, a aprender de los errores de otros, a establecer contactos con otros asociados (posibles socios en proyectos de cooperación) … En definitiva, en un grupo organizado se produce una confluencia de conocimientos, vivencias, opiniones, formas de pensar, en suma, de diversidad de criterios, que obliga al ejercicio del diálogo y al logro de consensos que redundarán siempre en beneficio del colectivo.

No es mi intención enumerar de forma prolija en este artículo todas las ventajas o beneficios. Existen numerosas guías sobre el asociacionismo a las que se puede acceder a través de internet, con una simple búsqueda en el navegador de turno, y que nos ofrecen una amplia relación de los beneficios que ofrece a los colectivos el hecho de constituirse como asociaciones. Para aquellos que deseen iniciarse en estos aspectos, recomiendo una herramienta útil para instruirse en todo aquello que se debe tener en cuenta a la hora de afrontar la creación de una asociación. Se trata de la segunda edición de 2017 de la exhaustiva GUÍA DE ASOCIACIONES, publicada por la Subdirección General de Asociaciones, Archivos y Documentación del Ministerio del Interior. 

Pero no todos los implicados o potenciales beneficiarios entiende el asociacionismo de la misma forma ni recurre a esta fórmula con los mismos objetivos e intereses. También podemos encontrar ciertas debilidades que pueden truncar, lastrar e incluso arruinar un proyecto asociativo.

Los grupos deben tener en cuenta el riesgo de caer en la resolución de necesidades particulares. La especialización en necesidades muy específicas de personas concretas, imposibilita ver las necesidades del colectivo y su entorno. También un déficit en la evaluación y en la comunicación de resultados o un énfasis excesivo en la sensibilización y una menor atención a la capacitación necesaria pueden hacer menos eficaz el desarrollo de cualquier actividad o acción que la asociación emprenda. 

Las federaciones pueden así mismo debilitarse por las carencias en gestión y planificación. También la escasez de recursos y formación técnica, el desconocimiento de los deberes y obligaciones que impone el marco legal al que se acogen y la falta de rigor, en la definición de objetivos y en el empleo de estrategias didácticas, suponen una gran fuente de problemas. Tampoco deben caer en una excesiva dependencia financiera de subvenciones y fondos de la administración o en una excesiva fragmentación, falta de vertebración estructural y una distribución irregular o desequilibrada en el ámbito territorial en el que actúan.

En este análisis de las debilidades, no debemos olvidar el peor enemigo del asociacionismo… el ego. Una asociación se puede convertir en una magnífica mezcla de “egos revueltos”. Pido disculpas a Juan Cruz por el uso de esta frase que da título a su magnífica “memoria personal de la vida literaria”. Los liderazgos excesivamente personalistas, el gusto por la auto adulación y la tendencia adoctrinadora son solo algunas de las manifestaciones del ego de ciertos dirigentes. El ego es el peor de los puntos débiles de una asociación, un cáncer silente que acaba devorando las entrañas de un proyecto. El líder caracterizado por un inmoderado y excesivo amor a sí mismo se crece en el culto a su personalidad y suele rodearse de un pequeño grupo de adeptos, a los que se gana a base del reparto de prebendas para acallar la discrepancia. Les incomoda el debate y la práctica del diálogo y el consenso. Prefieren vencer a convencer, la razón de la fuerza, a la fuerza de la razón.

Las asociaciones contaminadas por estos híper liderazgos acaban cayendo en una cierta endogamia que impide la incorporación de “savia nueva” que oxigene y fortalezca la estructura. La supresión de la participación, la eliminación de procesos democráticos y el debate, la tendencia al secretismo y las prácticas leguleyas y rabularias, muy propias de este tipo de liderazgos tóxicos, acaban provocando inexorablemente que la asociación caiga en la inacción y finalmente la insignificancia si no se corrigen y erradican esas prácticas antes de que aparezca la semilla de la división y la discordia que debilitará y fragilizará ese “haz de varas” sólidamente unidas que debe ser una asociación.

Tampoco olvidemos aquello que dijo un tal Giuseppe Mazzini “No hay verdadera asociación sino entre hombres libres e iguales.

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