Críticas de espectáculos

“Sueño de una noche de verano”/Ur Teatroa

Soñemos…

 

Obra: “Sueño de una noche de verano” Autor: William Shakespeare. Compañía: Ur Teatroa. Intérpretes: José Tomé, Montse Díez, Celia Pérez, Jorge Muñoz, Jorge Basanta e Ione Irazábal. Escenografía, vestuario e iluminación: J. L. Raymond, José Tomé, Txemari Rivera, Susana Uña, Miguel Ángel Camacho. Coreografía: Eduardo Ruiz. Espacio sonoro: Iñigo Lacasa. Versión y dirección: Helena Pimienta. Lugar y fecha: Teatro Principal de Zaragoza. 14 de enero de 2010

El “Sueño de una noche de verano” que podemos estos días ver en el Teatro Principal de Zaragoza, es una recuperación (actualizados escenografía, iluminación, vestuario…) del montaje que Ur Teatroa estrenó en 1992. Tal vez sea este su espectáculo más representativo, siendo, desde luego, el más laureado, y distinguido con el Premio Nacional de Teatro del año 1993. Ahora, transcurridos ya más de tres lustros, quizá la lectura que Helena Pimienta hace del texto shakespeareano no nos parezca igual de atrevida, pero mantiene de manera brillante su audacia, su frescura, su vitalidad y todo su atractivo. Cierto que su versión aligera sin contemplaciones el libreto original de Shakespeare, pero no es menos verdad que el resultado no pierde una pizca de su magia, su complejidad y su altura.

Las diferentes tramas que se entrelazan en el texto llegan al público con claridad gracias a una puesta en escena limpia, coherente, rebosante de ideas y sentido de la teatralidad, que suma a esa claridad, instinto y sensibilidad para crear momentos verdaderamente memorables de gran plasticidad y belleza. El espectáculo de desarrolla con un magnífico ritmo, utilizando el espacio en toda su amplitud, en profundidad y en altura, y transmitiendo una enorme fuerza que emana directamente de la claridad y contundencia de los criterios y conceptos en los que hunde sus raíces la propuesta de Ur.

Pero no se piensen que aquí acaba todo, porque aún hay más. Hay una certera dirección que toma el sobresaliente trabajo interpretativo del elenco y lo conduce con evidente acierto y buen sentido, a través de los diferentes paisajes de registros y tonos que demandan cada una de las tramas. Hay una acertada iluminación y una espléndida escenografía que utiliza seis grandes paneles (giran, se mueven, se desplazan) para crear los diferentes espacios de ficción, para acompañar el movimiento y las acciones de los personajes.

Y hay, naturalmente, un trabajo actoral que se mueve con descarada soltura entre registros bien diferentes. Del tono burlesco y de farsa, a la danza; de la ligereza, a lo enfático o lo contenido. El teatro encierra tantas vidas, tantos mundos, tantos sueños… En este Sueño de Ur hay mucho teatro, y por tanto, tantas vidas, tantos mundos, tantos sueños…

Joaquín Melguizo. Publicado en Heraldo de Aragón, Sábado 16 de enero de 2010.

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