Críticas de espectáculos

40 Festival Internacional del Teatro Clásico de Almagro

A propósito del teatro clásico : ¿ ser o no ser… moderno ?

Para su 40 edición el Festival de Almagro ha elegido como lema «respirar el teatro». ¿Pero a qué aire nos referimos? se trata, de respirar el aire reciclado, acondicionado o de respirar el aire fresco ? ¿Cómo resisten los textos clásicos con su visión del mundo y la sociedad de entonces la mirada del espectador de hoy y los tratamientos escénicos e interpretaciones actuales?

¿Qué significa exactamente renovar los clásicos? Desempolvarlos o despojarlos de su pátina de convenciones, códigos e interpretaciones fijadas, trasladándoles a los lenguajes escénicos contemporáneos?

Sin ninguna duda el Festival de Almagro es un espacio privilegiado, con su amplia gama de versiones de clásicos, para replantear estas preguntas y reflexionar sobre el presente y el futuro de los clásicos. ¿De dónde viene el nuevo aliento? ¿Cómo hablan las obras clásicas de nosotros y del mundo actual ?

No sólo los autores clásicos sino también los personajes y figuras relevantes del Siglo de Oro constituyen una fuente inagotable de inspiración de nuevas e inéditas versiones de textos y de miradas originales sobre aquella época.

Así David Ottone, director de la compañía Yllana, presentó La Calderona, con texto de Rafael Boeta, basado en la vida aventurera de María Inés, conocida como La Calderona. El personaje fascinante de esta mujer valiente, audaz, del Siglo de Oro, esta contemplado desde una perspectiva actual. María Inés Calderona, hija bastarda abandonada, actriz, una de las más famosas del Siglo de Oro, amante de Felipe IV, madre del bastardo reconocido Juan José de Austria, que en el final de su vida fue jefa de bandoleros.

David Ottone vertebra la historia de La Calderona sobre los temas del amor, el poder, la ambición y la supervivencia y sobre un juego de espejos entre el siglo XVII y XXI. Todo está contado en modo de cabaret, de show musical, una mezcla de versos clásicos y canciones contemporáneas, con los ritmos hip hop, rap y con un DJ en directo.

Dos actores, Natalia Calderón como la Calderona y otros papeles, y Pablo Paz que hace algunos personajes, como el del rey Felipe IV, que marcaron la vida de la Calderona.

Los vestuarios fusionan los vestidos del pasado con los de hoy.

Los cambios de personajes que se hacen instantáneamente y el uso del espacio con el juego que de vez en cuando desborda el escenario, son los aspectos apreciables de este espectáculo, pesado, lleno de clichés y de humor vulgar.

El teatro de Shakespeare, conjugado en todas las formas, reinaba en varios escenarios. La versión de Romeo y Julieta de la compañía Project Ingenu, con la dirección de Marc Chornet, es interesante por algunos aspectos como el concepto del escenario desnudo, con pocos elementos: dos cuadros metálicos, listones de madera de múltiples usos, también la construcción de las secuencias, situaciones y movimientos coreografíados, el trabajo de la iluminación, que traza la topografía de las acciones, enfoca y matiza los momentos dramáticos. Nueve actores muy buenos en la actuación coral, pero desiguales en algunas secuencias. Roser Tapia como Julieta, resulta en algunos momentos un poco histérica, también por el tono violento, exagerado, las emociones expresadas con gritos, clichés de la visión del comportamiento de los jóvenes de hoy, los efectos subrayados, repetitivos, desechan la tensión dramática.

Hay intentos de distanciación y de ritualizar el drama. Lo que falta es el punto de vista del director ¿? y una lectura profunda de la obra.

Por el contrario Macbeth de la compañía portuguesa Companhia do Chapitó con dirección de John Mowat y José Carlos García es una perfomance teatral en el mejor sentido de la palabra, con una estupenda lectura de la obra y con solo 3 actores, vestidos de Kilt que interpretan los personajes esenciales. En el escenario vacío los únicos elementos son una máquina de humo evocando las nieblas de Escocia, un altavoz, varios cuchillos de cocina que sirven también de espadas y tres micros con pie que hacen de caballos, lanzas, espadas horca, bosque, trono.

En la trama se encadenan de forma instantánea los sucesos fundamentales de la obra introducidos, en algunas ocasiones, por una breve narración. Se admira el virtuosismo de los actores, su capacidad de metamorfosis en diversos personajes, su amplia gama del arte cómico con referencias de vez en cuando a los grandes del cinema mudo, su extraordinario sentido de la magia del teatro. En suma un gran potencial inventivo con el que convierten esta obra, una de las más sangrientas de Shakespeare, en une macabra y delirante tragicomedia.

La versión contemporánea de Lastima que sea una puta de John Ford, titulada como Aparece un corazón en un descampo, dirigida por Itxaso Lorrinaga e interpretada por 5 jóvenes actores me deja perpleja.

A pesar de unos efectos, imágenes con cierta poesía y un interesante e inventivo trabajo corporal y coral, la obra de este autor elisabelino, trasladada al lenguaje postdramático y la sociedad actual, se banaliza y pierde la contundencia de su perversión y crueldad. La relación con la obra de John Ford me parece bastante oscura en este espectáculo que pretende enfocar el inconformismo, el malestar, la impotencia y la dificultad para comprometerse en auténticos sentimientos de la joven generación en la sociedad actual.

Con su encantadora versión de Los enredos de Scapin dirigida por Udi Ben-Moshe, la famosa compañía israelí The Jerusalem Khan Theater, alcanza una explosión de humor, de fantasía, de sorpresas, confusiones y de coups de théâtre, en el más puro estilo molieresco.

Los ocho actores de la compañía Khan, algunos interpretando a varios personajes, son impresionantes, virtuosos en diferentes estilos de comedia, farsa, grotesco, pantomima, el canto, refiriéndose en algunos momentos al cine mudo.

Su lenguaje teatral se ha desarrollado a partir de la herencia del teatro político alemán de entre guerras » sembrado por Enrst Toller, Erwin Piscator y perfeccionado por Bertold Brecht».

Casi nada sobre el escenario. En el fondo dos grandes tableros con una abertura en el centro. Los vestidos atemporales, con algunas referencias al estilo oriental.

La versión del teatro Khan de la obra de Moliere empieza con una canción prologo con la que se presenta la obra y los actores que la interpretan. Todo con mucho humor, frente al público. Este procedimiento de dirigirse al público que crea una distancia, se repite en el final.

La música, el piano en directo, los textos cantados, en algunas ocasiones proporcionan al espectáculo un aire de cabaret.

Un espectáculo perfecto que aporta una visión fresca, divertida e inteligente del clásico francés.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico presento 2 espectáculos La dama duende de Calderón y El perro del hortelano de Lope de Vega, dirigidos ambos por Elena Pimenta y Fuente Ovejuna de Lope de Vega por la Joven Compañía de Teatro Clásico.

El perro del hortelano con la versión de Alvaro Tato, casi como un retrato de un personaje tal cual, cabe en la ortodoxia del teatro clásico sin ninguna aproximación inventiva u original. Se puede discutir del acierto de un reparto al que falta harmonía y de algunos efectos seudo-cómicos, inútiles y a veces exagerados.

En las olas turbulentas, perturbadoras de clásicos regenerados, este Perro del hortelano aparece como una estatua de otra época pero seguramente conviene al gusto de un cierto público que nada con seguridad en las aguas calmas de la tradición.

 

Irène Sadowska

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