Críticas de espectáculos

Ahora todo es noche/La Zaranda

El juego de la verdad

Cuando caminaba hacia el teatro me encontré con alguien que rebuscaba en un contenedor de basuras. Era una persona, un ¿indigente?, un ¿mendigo?, un ¿desahuciado?, ¿cómo llamarlo?, ¿pobre? Sin duda no metía sus manos entre cajas de cartón y bolsas de plástico por mero placer.

Ya, sentado cómodamente en el teatro, las luces apagadas, y la función comienza con ellos, con los tres eternos actores reconocibles de La Zaranda que entran al escenario desde la sala. Vienen como desde la calle, disfrazados con mono blanco y mascarilla a modo de agentes desinsectadores; también podrían parecerse a los obreros que desmontan los tejados de uralita y han de estar protegidos de la contaminación.

Primera metáfora: ¿ellos vienen de la calle a desinsectar lo que hay dentro por medio de la catarsis o vienen protegidos de la miseria exterior al igual que los espectadores que tranquilamente asistimos a la representación?

«Ahora todo es noche» de Eusebio Calonge plantea un texto plagado de amarga comicidad junto a una puesta en escena lúcida en la intencionalidad, nítida para su comprensión y hermosa en cuanto a la teatralidad.

En una primera aproximación, podría decirse que La Zaranda ha metido la realidad de la calle en el escenario. Si así fuera estaríamos ante un montaje realista que, sin tener menor importancia, sí perdería interés para quienes nos confesamos devotos que comulgamos con la compañía. Paco de La Zaranda ha dirigido un extraordinario espectáculo entablando un extraordinario juego de la verdad.

Verdad y realidad no son sinónimos, al menos en este caso. Ellos, Gaspar, Enrique y Francisco son realidad pero sus personajes son verdad, son tres payasos de circo que juegan a ser payasos construyendo una gran parodia que no humilla ni se ríe de los mendigos, son tres cómicos que ensalzan la mendicidad.

El texto y las acciones incitan a la risa pero ésta se queda congelada por la tremenda reflexión que provocan, por la profundidad metafórica que destilan, por las imágenes no explícitas que sugieren en la mente del espectador.

En la terminal de un aeropuerto, lugar de tránsito donde «no es lo mismo de algún sitio que de ningún sitio», dicen. ¿Van o vienen? Plantean un problema existencial que subrayan con acciones diversas: como la de la camilla atascada que no la mueven ni para adelante ni para atrás, cómico sí pero de tremendo significado; otra acción es la de la cinta transportadora que vomita las mismas maletas una y otra vez en un juego hilarante pero estremecedor; «¿Cuál es tu destino? / Aún no lo han anunciado», comentan. Por fin se delatan: «Usted viene a pasar la noche aquí».

Las escenas del aeropuerto son todo un derroche de humor absurdo que enlazan con el tópico brechtiano de «Esperando a Godot». No van a ninguna parte, están anclados en la miseria, están atrapados en sí mismos. Por eso, mientras uno intenta hacerse un camastro el otro gira sobre sí mismo una y otra vez. Y por si la imagen no fuera suficiente, precisan de los guardias de seguridad pero «¡Cuando se necesitan nunca están!»

La parodia continúa con escenas de una sublime poética en cuando al significante y al significado: el juego de los olores, el juego de estar o ser «un tirado», el juego del conducto de aireación, el juego de la propiedad –»la caja es mía / pero el sitio es mío»-, el juego de cobijarse de la lluvia bajo el cartón, el juego de las bandejas en el comedor social, el juego de buscar en los cubos de la basura. «¿Es que no tienes dignidad?»

Pero sin duda, donde la pieza teatral estalla no solo por su significado, sino por el dinamismo, la comicidad y la imaginación, es en el juego dentro de las cloacas. Entran y salen por los «desagües» una y otra vez mientras describen las calles y los edificios que tienen encima: «las oficinas ministeriales, los grandes almacenes, los bancos, los teatros…» Recorren la ciudad por el lugar más bajo e inmundo, las cloacas. ¡Qué metáfora tan sublime! Hasta que llegan a «una obra abandonada donde todo está por llenar». ¿Se puede entender?

En fin, el texto puede constituir en sí mismo un objeto de estudio y reflexión. Vayan aquí algunas frases tomadas al vuelo. «No te crees que te pueda suceder a ti. Ves que le pasa a otro y a otro, hasta que de pronto te pasa a ti». «¿Cuál es tu destino?» «¿Huelo? / Apestas. / El otro también huele mal.» «He estado a punto de matarme. / ¿Por qué no lo has hecho? / Por el miedo al dolor después de muerto.» «Yo era el mejor y más competente de la empresa». «No tengo donde pasar la noche. / ¡Fuera, fuera!». «La necesidad vuelve valioso lo miserable.» «Me ha mordido la pobreza, la burocracia, la envidia.» «Mejor pedir que robar». «Ayúdenme como una inversión.»

Y llegados a este punto los tres pordioseros se organizan para pedir y se dan cuenta que cuando quieren interpretar a un mendigo transmiten verdad, pero no son convincentes. Paradójicamente, admiten que no son buenos actores para hacer de mendigos –otra metáfora para enmarcar- admiten que son patéticos e inician el juego de las corbatas entrelazadas –símbolos de disfraces y personalidades- para jugar al teatro dentro del teatro. «Yo te podría hacer rey».

La obra termina con una apoteosis donde el teatro se reivindica contra la vulgaridad. Se juega una batalla a cañonazos contra un ejército de fantasmas, afirmando el teatro como objeto por qué luchar y por lo que se puede sufrir. Tras un complejo silogismo con el Rey Lear muerto/vivo, la obra concluye con la reafirmación existencial del teatro. Los tres payasos, subidos en los cubos de basura y ataviados con los símbolos del Poder, se erigen en triada triunfante hasta gritar: «¡Viva La Zaranda!».

Al salir de la función me topé de nuevo con la realidad que cuando entré, esta vez sí. En los mismos contenedores, otra persona rebuscaba algo sin precio pero que tuviera algún valor.

Manuel Sesma Sanz

Espectáculo: Ahora todo es noche. Autor: Eusebio Calonge. Intérpretes: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez. Iluminación: Eusebio Calonge. Espacio escénico y dirección: Paco de La Zaranda. Compañía La Zaranda, en gira. Teatro LAVA de Valladolid.

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