Críticas de espectáculos

Anhelli. La llamada / Teatr Zar

Asistir a esta presentación de Teatr Tzar es pasar por una sucesión de embelesamiento, admiración, nostalgia y finalmente un breve desencanto. Estas sensaciones se entremezclan a lo largo de la obra y nos acompañan al salir del teatro. El Teatro de la Abadía de Madrid construido sobre una antigua iglesia  fue el espacio ideal para comulgar con esta compañía que nos trae una línea directa con la historia de una parte del teatro contemporáneo: el laboratorio de Grotowski. «Anhelli. La llamada» es un espectáculo compuesto de las canciones recogidas durante varias expediciones del “Teatr ZAR” en el oriente próximo, y nos presenta búsqueda de sentido de Anhelli a través de la vasta geografía y de los igualmente vastos recovecos del espíritu.

Lo primero que nos embarga es el embelesamiento que produce el sonido de los cantos corales tradicionales combinados con grandes panderos, cuencos tibetanos, tubos musicales y antiguos sonidos de fuelle. Los actores entonces brillan como brilla en nuestra imaginación aquel Rizsard Cieslak del “Teatro de las Trece Filas”. Inmediatamente nos distanciamos para admirar la pericia de los actores, en una magistral clase de entrenamiento psicofísico, manejo de voz, el ritmo y la concentración que sin embargo no se vuelve pedagógico como sucede a veces en la tradición del teatro antropológico.

A medida que avanza la obra no podemos menos que sentir nostalgia por ese laboratorio teatral grotowskiano del que tanto leímos, hablamos y brevemente vimos en parcos vídeos. El suelo de madera y el “techo” de tela blanco idéntico al que le impusiera el director polaco a su buen alumno Barba en su visita a Hölstebro. La elección del poeta Slowaki, el método de trabajo y sobre todo la temática del “elegido”, interpretado magistralmente por Matej Matejka nos llevaba a las producciones paradigmáticas de Grotowski “El Príncipe Constante” y sobre todo su obra postrera “Apocalypsis cum figuris”.

El desencanto se produce porque la estructura dramática se basa como en Grotowski en una búsqueda de arquetipos como la religión, el amor, la violencia o la muerte. En los años sesenta aquel el teatro nos traía un “Nuevo Testamento” para espectadores dispuestos a abrazar esa fe en el poder del teatro como escalera espiritual. En cambio hoy, desacostumbrados a las verdades absolutas presentadas sin ironía, vemos como más allá de su extremada belleza formal, la representación de esos arquetipos se tornan ante nuestros ojos del siglo XXI en unos simbolismos algo naïve.

Al salir del teatro sin embargo notamos que ese desencanto ya era nuestro y que si lo sentimos fue porque la potencia del espectáculo nos había esperanzado en descubrir en la escena un mundo nuevo, algo nada habitual en estos días. Entonces, llevando con nosotros ese embelesamiento, admiración, nostalgia y el obligado desencanto, renovamos con Teatr Zar nuestra fe en la posibilidad  y la necesidad de un teatro que nos lleve a encontrarnos a nosotros mismos con nuestras problemáticas más íntimas y las de nuestros pares.

 

Dirección: Jaroslaw Fret. Producción: Teatr ZAR. Intérpretes: Matej Matejka, Eloe Ditte Berkeley,Emma Bonnici, Nini Julia Bang, Przemysław Błaszczak, Alessandro Curti, Jean François Favreau, Jarosław Fret, Aleksandra Kotecka, Ewa Pasikowska, Tomasz Wierzbowski. Duración: 40 minutos. Lugar: Teatro de la Abadía (Madrid) del 27 al 30 de octubre de 2011.

 

Martín Piola.

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