Velaí! Voici!

Bailar ahora. Marta Alonso Tejada

Las cosas se están poniendo complicadas. La pandemia del coronavirus va sitiándonos. Las medidas de aislamiento son las mismas de hace siglos. La preocupación y los miedos también son los mismos de hace siglos y quizás milenios. Pero también desde hace milenios las sociedades humanas han utilizado, por lo menos desde el Neolítico, la danza, la música, el canto, la caracterización especial a través de pinturas corporales y otros aderezos mágicos, para espantar los males y los miedos. La comunidad salía, de aquellos rituales primigenios pre-dramáticos, robustecida. Los ánimos son el fundamento para cualquier proceso de curación. El desánimo y el miedo actúan a nivel celular y bioquímico y nos van minando. Incrementar los niveles de endorfinas y de otras substancias opioides endógenas colabora en la mejora de los estados físicos. Para ello la danza, no solo como ejercicio sino como arte y experiencia de recepción, es una de las manifestaciones humanas más necesarias.

 

Hace años que se ha demostrado científicamente que ser espectador/a de danza, a poco que tengamos disponibilidad para el juego que el espectáculo nos proponga, activa nuestras neuronas espejo, relacionadas con la motricidad y la empatía respecto al movimiento expresivo de las bailarinas y bailarines, y genera endorfinas, dopamina, serotonina…

El entusiasmo que puede producir una secuencia de un espectáculo de danza contemporánea elevará los niveles de dopamina. La alegría y el sentimiento de comunidad que pueden originar otras secuencias de un espectáculo de danza contemporánea elevarán los niveles de serotonina. La risa y la euforia se relacionan con las endorfinas y esa magnífica sensación de felicidad.

Todo este cóctel que acabo de intentar describir sumariamente es muy necesario en estos tiempos de restricciones y crisis. Este cóctel me lo sirvieron a mí el 29 de octubre en el Teatro Ensalle de Vigo. El cóctel, por si te interesa probarlo, se llama Bailar agora (Bailar ahora) y su artífice es la coreógrafa y bailarina gallega Marta Alonso Tejada (Ourense, 1983).

Ese jueves 29 de octubre, el espectáculo estuvo en el Teatro Ensalle hasta el domingo 1 de noviembre de 2020, yo me había levantado a las 7 de la mañana, había dado 6 horas de clase de Dramaturgia, a 1º de Dirección escénica y dramaturgia y a 3º del itinerario de Dramaturgia de la ESAD de Galicia. Por la tarde había tenido 3 horas de tutorías y después me había ido al supermercado, porque no solo de artes escénicas vive este pobre diablo que te escribe aquí. Total que a las 20h30 yo estaba más muerto que vivo. Entro en el Teatro Ensalle y me siento a ver la última creación de Marta Alonso Tejada, que es una de las tres armadanzas de la compañía gallega Traspediante, junto a Paula Quintas y Begoña Cuquejo, organizadoras del festival de danza y artes del movimiento Corpo (a) Terra de Ourense. Marta también integra el colectivo Verticalia, que mezcla danza contemporánea, circo, aéreos, danzas urbanas, etc. Pues eso, entro en el teatro y me siento. Estoy muerto, tengo tensión en la parte superior de la espalda, estoy harto de llevar todo el día la mascarilla, porque fueron 6 horas de clase, más 3 horas de tutorías, más el supermercado. Me siento y Marta comienza a bailar, ejecutando movimientos limpios en los que prima el impulso y la fuerza, que se dispara en diferentes direcciones. Permanezco obnubilado mirándola. Aquel ímpetu de sus movimientos me toca, me carga las pilas. Para de bailar, nos mira y nos cuenta su relación con la danza ahora, pero también la genealogía de esa relación, sus primeros recuerdos cuando era niña y cantaba y bailaba con su madre. La simpatía y la humanidad que despierta su cara, su expresión y su relato me encanta, me produce una mezcla de ternura y una emoción relacionada con el campo semántico de la alegría.

El relato de Marta Alonso Tejada es una historia de la danza, porque transita desde los orígenes, en la danza de una niña que juega y que baila con su madre y con la música comercial de la tele,  las bandas sonoras de las pelis y algunos éxitos de los 80 y 90, hasta los años de academias y cursos incontables de ballet clásico de “una chica de provincias” (porque eso es lo que tiene España, si no estás en Madrid, en el centro donde casi todo se tiende a concentrar, entonces no te queda otra que estar en provincias, con todo lo que eso implica).

Marta recuerda los ejercicios de ballet para los exámenes libres de la Royal Academy of Dance. Pequeñas piezas de un repertorio de 247, realizadas y memorizadas por el cuerpo. Un juego espectacular entre la realidad y la autoficción. Marta nos pide que digamos un número del 1 al 200 y pico y Laura Iturralde, la maga de la luz, que le acompaña en el equipo artístico, desde los mandos del control técnico, pone el enunciado y la música del ejercicio número X. Marta se concentra y, como en una especie de viaje en el tiempo, lo ejecuta explicándonos brevemente el quid de los pasos y aplicándose en interpretarlo, con esa sonrisa teatral de las bailarinas de ballet, bajo la cual se esconde el sufrimiento y el esfuerzo.

El viaje pasa por Madrid, claro está, y por el contacto con la danza contemporánea y la ruptura de los corsés, la dificultad de improvisar, de salirse de los manierismos interiorizados que modelaron su cuerpo durante tantos años, en los cursos de ballet que eran más importantes que salir a jugar al parque, ir de excursión de fin de curso o pasarse el verano en la playa. Danza, danza y más danza, desde el humor, la gracia. Vivir para la danza. Hacer incontables cursos de títulos insospechados, acrobacia aplicada a la danza, creatividad y expresión, encuentra tu propia danza… ¿Y todo eso para bailar?, se pregunta, con humor. Pues sí. Para bailando hacernos bailar incluso sentadas/os en las butacas de un teatro. Porque ahí radica la sencilla complejidad del arte de la danza o, dicho de otra manera, de la danza hecha arte.

No obstante, en esa historia particular de la danza, desde bailar y descubrir el ritmo, de niña, pasando por el ballet, la danza contemporánea y sus diferentes tendencias, Bailar agora nos sitúa en la versión más madura de Marta que, después de todo ese recorrido de dedicación exclusiva, se siente una señora, con la ironía y el humor necesarios para proclamarse “señora”. Bailar ahora, como toda una señora. Con las barras de ballet por encima de la cabeza, como espacio lumínico, diseñado por Laura Iturralde.

Una especie de pirámide invertida, realizada con barras colgadas a diferente escala, por las que hay líneas de luz, que actúan en sincronía con un espacio sonoro diseñado por Xavier Bértolo y que se confabulan con el movimiento de Marta, en una interacción fantástica. Los momentos climáticos, que generan euforia, están relacionados con las secuencias finales en las que, no solo la bailarina, sino todo el espacio baila, los efectos lumínicos y sonoros, incluso el linóleo del suelo animado por un ventilador que lo hace agitarse como las olas del mar.

Bailar agora está lleno de sorpresas. Parece un solo de danza, sin embargo, sin que nos demos cuenta, como por arte de magia, se producen desdoblamientos y Marta, como en un espejismo, se convierte en Nuestra Señora de la Danza, o en una bailarina con súper poderes que no voy a desvelar, pero que la hacen convertirse en una acrobática “bboy”, con un número apoteósico de breakdance. Yo incluso grité de emoción en esa parte final. Estábamos flipando.

Danza-ficción es ver, cómo al moverse Marta, se mueve todo el firmamento de luz y sonido, como si la bailarina tuviese súper poderes.

En resumen, salí del teatro con una sonrisa de oreja a oreja, revitalizado. Hasta se me pasó el dolor de espalda porque la tensión acumulada durante el día desapareció.

Los gags cómicos, con un punto circense, la simpatía y el buen rollo que desprende Marta, el poderío de la danza, cuando el espacio lumínico y sonoro también danzan, todo ello, sumado a esa asunción de libertad de quien baila ahora, contribuyeron a ese cóctel bioquímico endógeno que tan bien me sentó.

Sin duda, Bailar agora (Bailar ahora) es lo mejor.

P.S.- Algunos artículos relacionados:

Corpo (a) terra”, publicado el 30 de agosto de 2020.

Danzar el alma. Colectivo Verticalia”, publicado el 7 de abril de 2019.

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