Sud Aca Opina

Buen copiloto

Un buen copiloto puede tener diferentes nombres como el de socio, compañero, esposa, amigo… Por supuesto no me refiero al copiloto en un auto de carreras o un avión, sino a quien nos acompaña en nuestro caminar por esta vida. Un buen copiloto puede hacer la diferencia entre el logro y el fracaso, no necesariamente la victoria o llegar a ser el primero en una actividad, pero sí en recorrer el camino de aprendizaje, siendo cada vez más. No me refiero al tener más bienes materiales o poder, sino a ser más humano en cuanto a un bienestar compartido y un poder de empatía superior.

 

Todos tenemos un copiloto de fabrica instalado en nuestro subconsciente, el cual puede irse deteriorando o mejorando, dependiendo de nuestras experiencias vitales. Este copiloto vital se llama conciencia.

Algunos argumentan que el factor de herencia, o que la cultura, o que las vivencias, o que la genética, o que el azar, o quien sabe que más, influye en nuestra personalidad, y por lo tanto, en nuestra forma de comportarnos.

Todo y nada puede ser válido, aunque lo que deseo reforzar, es como un copiloto externo a nosotros mismos, puede potenciarnos o destruirnos.

¿Qué hubiese sido de Dalí sin Gala?

¿Einstein hubiese llegado tan lejos sin Mileva Maric?

¿Judas potenció o no la idea de Jesucristo?

Existen quienes tienen la envidiable destreza de saber rodearse de gente capaz de potenciarlos. Todos tenemos capacidades innatas, insisto, todos, pero nadie es hábil en todo. Dado que la vida es multifactorial, qué duda cabe, necesitamos de ese o esos copilotos capaces de darnos un empujoncito al momento de actuar.

A veces nos enfocamos tanto en un asunto, como un caballo de carreras con anteojeras. El campo de visión se reduce en un intento de obtener mayor concentración. Para un caballo incapaz de ganar todas las carreras, esto puede ser posible, pero un humano necesita de alguien capaz de sacarle las anteojeras para aumentar su campo de visión, hasta ayudarlo a ver más allá.

Todos, todos, hemos experimentado en alguna ocasión, esas pequeñas ayudas indispensables para lograr nuestros objetivos.

Aunque como suele suceder, siempre existen excepciones a la regla, la novela “El lobo estepario” de Hermann Hesse, solo debería existir en el campo de la literatura y no en la vida real. El ser humano no está hecho para vivir en soledad. Agruparse, relacionarse, emparejarse… beneficiarse de los demás y beneficiar a los demás es la única alternativa como para tener una vida plena.

Cualquier logro se potencia si es compartido, así como cualquier fracaso se hace sobrellevable si se busca el apoyo de un otro.

Los copilotos son indispensables, primero el de nuestra propia consciencia y después, pero no por eso menos importante, el de alguien capaz de aconsejarnos o guiarnos para lograr nuestros objetivos.

A veces los buscamos, a veces simplemente aparecen. Seamos conscientes de nuestras limitaciones y reconozcamos en los otros esa característica que nos falta como para ser plenos.

Ayudémonos dejándonos ayudar por un buen copiloto y ayudando a otros siendo el mejor copiloto posible.

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