Críticas de espectáculos

Cabaret líquido/Laví e Bel

Nueve Artistas

 

Obra: Cabaret líquido Autor: Emilio Goyanes. Compañía: Laví e Bel. Intérpretes: Javi Parra, Piñaki Gómez, Camino Miñana, Nerea Cordero y Larisa Ramos. Banda: Oriol Boixader, Javier Viana, Miguel Pérez y Morten Jespersen. Escenografía: Carlos Monzón. Vestuario: Marisa Pascual, Laura Acedo y Olga Arias. Iluminación: Miguel Miñambres. Coreografía: Cristina Quijera. Dirección: Emilio Goyanes. Teatro Principal de Zaragoza. 21 de julio de 2010.

La compañía granadina Laví e Bel ha sido la encargada de cerrar la temporada en el Teatro Principal con su “Cabaret líquido”, un espectáculo creado y dirigido por Emilio Goyanes. Con él, Lavi e Bel nos propone un viaje por diferentes destinos musicales con un lenguaje muy cabaretero, adornado con alguna pincelada circense y con abundantes toques de humor, concebidos con desigual fortuna.

El espectáculo arranca muy bien. Engancha, tiene ritmo, fuerza visual, una magnífica banda en directo. Ya en el previo Nerea Cordero nos regala una excelente versión (¿han oído alguna vez cantar a un ángel?) del “Cheek to cheek”, de Irving Berlin. El elenco interpreta, canta, baila… y lo hace desde un nivel de calidad incontestable. “Cabaret líquido” nos habla, y lo hace con un lenguaje que el público entiende, que llega. Vemos cómo va creciendo ante nosotros ese encanto único del teatro, esa capacidad de construir una realidad de ficción, un mundo que antes no existía y que toma cuerpo y vida ante nuestros ojos, sobre las tablas del escenario.

Pero poco a poco comienzan a pesar algunos elementos de importancia capital y ese proceso de creación se estanca. Le falta una historia vertebradora. ¿Cuál es la idea principal a cuyo servicio se ponen todos los elementos escénicos? Tal vez podríamos encontrarla en su implícito homenaje al teatro de variedades, tan exitoso a lo largo del primer tercio del pasado siglo. Pero eso no es suficiente para alcanzar la solidez y la profundidad dramatúrgica que un espectáculo teatral necesita. Los gags que componen la función están concebidos (que no ejecutados) con acierto desigual. Los hay realmente memorables (el hombre radio, el número de Nefertiti, el hombre percusión o el payaso que se comió su clarinete) junto a otros bastante más flojos y fronterizos por momentos con la vulgaridad, a pesar de que arrancasen algunos de los aplausos más numerosos y sonoros de los espectadores.

“Cabaret líquido” es, sí, un buen espectáculo, a pesar de que le faltan importantes dosis de transgresión y está lejos de ser completo y redondo. Su principal valor, sin duda, es el gran trabajo que desarrollan los nueve artistas sobre la escena, que se mantiene, durante toda la función, en un nivel sobresaliente.

Joaquín Melguizo. Publicado en Heraldo de Aragón, 23-07-10

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