Escritorios y escenarios

Cincuenta años del Teatro La Candelaria

Trabajar durante 50 años en un colectivo de creación teatral, es admirable. Y es que entre más lo pienso, más incapaz me siento de realizar semejante hazaña; dado que tengo un carácter particular y me aburro fácilmente, me cuesta imaginarme tanto tiempo en un mismo lugar. Para que un grupo defienda a capa y espada su proyecto tanto tiempo, debe beneficiarse de algo simbólico, algo con peso, no sé si una idea o un sentimiento, quizá una convicción. No sé qué exactamente, pero estoy segura de que hay algo, algo que los impulsa y los alimenta lo suficiente como parar resistir incluso en la adversidad. Lo que sostiene a este teatro, al Teatro La Candelaria, es poderoso.

Alguna vez un amigo me confesó que su proyecto, uno similar, terminó porque a sus ejecutantes se les acabó el amor. ¿Es amor lo que sostiene al Teatro La Candelaria?

Emergieron en una época particular, los años sesenta; por aquel entonces toda una generación de gente joven creció y se formó convencida de unos ideales. Me pregunto si los de mi generación comparten esos mismo ideales ¿Será que hoy se forman –o mañana se formarán– compañías y grupos que defiendan su trabajo colectivamente durante medio siglo? O ¿Será que ese sentimiento, que esa manera de ver las cosas está cambiando?

En 50 años ¿cuántas personas van y vienen? Y los que se quedan ¿cuántas veces habrán cambiado? Por este tipo de cuestiones, y por otras que no voy a detallar, considero que el Teatro La Candelaria es excepcional.

Hoy mientras celebro su existencia y les agradezco por abrirnos el camino, también recuerdo cómo tuvieron que inventarse a sí mismos, no solo en tanto «institución», sino estéticamente. En el momento de su fundación no existían todas las opciones que tenemos ahora, ser actor no estaba de moda, los dramaturgos escaseaban, no había tanto festival y el intercambio de ideas y de libros era más difícil, en parte, porque no existía internet.

Hoy, en la celebración de sus 50 años, nos podemos permitir el sentimentalismo, así que expresaré abiertamente que me ilusiona reconocerlos como parte de mi familia teatral. Gracias y feliz cumpleaños!

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