Y no es coña

Circunstancias sobrevenidas

La pérdida de un teléfono celular durante unas cuantas horas de un día festivo produce el mismo efecto demoledor que la ingesta de muchos alcaloides concentrados en una comida de amigos reverdecidos. Así que sin más excusa que el excedente de estrés, voy y sugiero en estas festividades encadenas que es preciso que revisen todas las arterias principales y las venas auxiliares de la inmensa mayoría de la humanidad con la que me relaciono por si acaso no llega bien el riego sanguíneo a los lugares del cerebro donde analizamos las situaciones, tomamos decisiones, buscamos en los residuos de ética y de los principios básicos que nos ayudaron a ir formalizando nuestra formación en algo tan importante como son las artes escénicas, sea el lugar que se ocupe dentro de su amplio, ancho y alto panorama de gremios y oficios.

 

La ciudadanía activa a la que nombramos como públicos (el plural es mi aportación a la diversidad) se está comportando por encima de las circunstancias de una manera que debemos atender más allá de nuestros negocios y deseos, como una constatación de la existencia de quienes desean seguir siendo miembros de una colectividad que además de sus ruidos políticos, de sus coyunturas sanitarias, busca en el arte, y la cultura su manera de ejercer su soberanía y de identificarse con los tiempos actuales. Es conmovedor ver las salas llenas del aforo permitido para ver obras de muy diverso porte y formato, en salas o teatros. Y, añado, asisto el noventa y cinco de las veces a sesiones que no son de estreno, es decir que están las localidades ocupadas por ciudadanos y ciudadanas que han decidido acudir. Y eso me alegra la vida.

Otra cosa es que lo que se ofrezca en estos momentos en la cartelera de donde yo resido, existan lagunas, desigualdades manifiestas, pero podremos convenir que no se trata de otra cosa de la constatación de las dificultades añadidas al ejercicio ordinario debido a pandemias, recortes e incertidumbres. No es normalmente esta homilía un espacio de crítica de espectáculos, pero sí que con las acumulaciones de decisiones, circunstancias y reajustes podemos asegurar que se vislumbra una tendencia estética indeterminada, unas series de “temas” tratados desde perspectivas variables, de una constancia interpretativa que nos coloca ante una pérdida del valor de la palabra como valor determinante, especialmente por las maneras de expresarlas de los jóvenes actores y actrices, que probablemente tenga que ver con la presión de las series televisivas tan alabadas sin argumentación artística y de ese virus que se ha ido colocando del streaming y de la utilización de micrófonos en las salas de mayor precisión acústica.

Tendremos que formular alguna hipótesis para atravesar este año del pánico, hacia el año siguiente, que va a ser del crujir de dientes como no se tomen las medidas adecuadas. Por eso en medio de esta situación, empieza a parecerme algo penoso todo lo referido al Festival de Mérida, las denuncias, filtraciones, juegos sucios para que no cambie de manos, y de repente me coloco, con la misma persona como protagonista ante un hecho no fácil. Me refiero al asunto de Rafael Amargo, de su repugnante confesión de consumo de estupefacientes, porque involucra a toda la profesión, de la acusación de tráfico y pertenencia a banda organizada, y respetando su presunción de inocencia, lo que es éticamente reprobable es que al salir del cuartelillo de los juzgados dijera que esa detención y acusación era una magnífica campaña de marketing para su estreno de una Yerma en el Teatro de La Latina.

Tengo una duda más que razonable: ¿qué haría yo si fuera el copropietario del Teatro de La Latina y tuviera además intereses en la producción de este espectáculo? Y digo que seguramente me agarraría a la presunción de inocencia para salvar los muebles, es decir, la economía, y seguiría con su programación. Y lo que pase dentro de unos meses, ya no será de mi incumbencia. ¿Los públicos se sienten llamados por un incidente como el de Rafael Amargo o también tienen algún resorte que les lleve a incluir una cláusula ética en su comportamiento?

No es nada fácil la situación. ¿Qué harían ustedes en un caso similar?

Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba