Críticas de espectáculos

Clausura del 60 Festival de Teatro Clásico de Mérida

 Premios Ceres: más de lo mismo pero ligeramente mejorado 

 

Una edición más de los Premios Ceres ha clausurado el 60 Festival. Y otro año de controvertida gala -la tercera- que no se digiere bien como autobombo de unos premios intrusos ni como política cultural del gobierno extremeño que sigue sonrojando con ese funcionamiento «generosísimo», a golpe de talonario, en tiempo de crisis; y que en el apartado artístico es más de lo mismo, si bien ligeramente mejorado. Una gala que ya califiqué como «ceremonia de escaparatismo necio en tiempo de crisis» (en su primera edición) y «despilfarro y mediocridad» (en su segunda edición).

Una gala publicitaria engañosa con lo inexistente en la realidad agigantada en el embuste de su reflejo informativo, en la persistente estafa de esa jerga suntuosa y grotesca de hacer ruido. En fin, una actividad que no cambia y que supone ya tres años de derroche donde siguen dando palos de ciego los responsables culturales y el director del festival, incapaces de imaginar, diseñar y construir -a la medida de las necesidades e intereses culturales de la región- esos espectáculos de inauguración y de clausura que nos lleven a la gran celebración de la grecolatinidad.

Sin embargo, el Festival sigue mejorando tanto en las representaciones teatrales como en la asistencia de público. Han vuelto a destacar los montajes extremeños que -nuevamente con menor presupuesto- han superado a otros foráneos (producciones del director Cimarro) demostrando que conocen muy bien las posibilidades artísticas del espacio romano. Si el año pasado triunfaron las comedias extremeñas, este año lo hicieron las tragedias: «Edipo Rey» de Teatro del Noctámbulo y «Coriolano» de Arán Dramática. Y un hecho importante ha sido la recuperación de la internacionalidad, con la participación de una excelente versión de «La Iliada», por la compañía griega Polyplanity.

El espectáculo ofrecido en la gala, producido por Pentación/Focus (empresa de Cimarro) y creado y dirigido por Manuel Palacios, reproduce la misma estructura de montaje que el año pasado. En esta ocasión, con un insulso argumento de 13 actores interpretando a 13 deidades del Olimpo -con escaso juego escénico y deslucida declamación en su mayoría- que bajan al escenario del Teatro Romano, solicitados por el emperador Cesar Augusto (un papel algo plúmbeo que hace el presentador Carlos Sobera) para entregar las estatuillas a los 13 artistas premiados. Todo arropado con las atractivas proyecciones sobre la fachada del teatro (algunas repetidas) y la actuación de los cantantes Ana Belén y Miguel Poveda (lo mejor, pero lejos de esa coherencia de ideas y contenidos grecolatinos).

Ligeramente han mejorado las intervenciones -de agradecimientos y reivindicaciones- de los galardonados reducidas a un minuto de duración (bajo la «amenaza» del presentador de repartir latigazos), que hicieron que el espectáculo transcurriera menos espeso. Aunque algunos no respetaron la regla, como el actor José L. Martínez (todo un pelmazo promocionando la obra de la que forma parte) y la anfitriona Concha Velasco -a la que admiramos el año pasado en su papel de Hécuba, lleno de resplandor dramático- que, tras recoger la estatuilla, se puso empalagosa elogiando al festival (que este año no ha visto) y los premios, a las autoridades y al director Cimarro (productor de «Hécuba» y que le ha dado el premio sin más jurado).

Por otra parte, la gala sigue teniendo despropósitos. Como el voto del público -fallado por un inexperto jurado de informadores de los medios- que fue adjudicado a «El eunuco», un espectáculo despojado de personalidad grecolatina, pero al que han asistido muchos espectadores atraídos más por el famoseo patrio que por la calidad. Un público que ha estado además en la gala y que en su 99% no conoce las obras premiadas (hice una encuesta con una treintena de ellos). Despropósito fue también la entrada de los actores premiados por la puerta de atrás con una pequeña (ridícula) alfombra roja, para evitar -en la puerta principal- los abucheos de los colectivos Campamento Dignidad y Podemos manifestados en contra del despilfarro, en dos horas, de 600.000 euros más iva (como lo han estado las compañías teatrales extremeñas, ausentes en el acto), que no tienen como objetivo solucionar la precaria situación de la cultura extremeña. Aunque el mayor despropósito atañe al Presidente Monago en el programa de mano de la gala donde, «inspirado» por la autoridad teatral de García Lorca, utiliza la famosa frase: «Un pueblo que no fomenta su teatro, si no está muerto está moribundo», para ayudar a los Premios Ceres como reivindicación de la grandeza del teatro clásico. Algo que me parece impensable para el autor granadino (pues estos premios de teatro moderno no representan ningún avance en la definición grecolatina del Festival), que seguramente hubiese preferido emplear ese dinero en algo menos vistoso pero con frutos culturales más sólidos. Lorca, con su «Barraca», lo que procuraba era fomentar la formación y difusión del teatro por los pueblos. Tal como hace uno de los programas teatrales de la Consejería de Cultura, reducido desde hace tres años, por los recortes, a menos de la mitad de los pueblos que visitaba.

José Manuel Villafaina

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El crítico de este medio, único que ha asistido a todas las obras, valorando los mejores trabajos artísticos de esta 60 edición del Festival, cree que merecen una corona de hiedra y placa de bronce (sencillo reconocimiento que se otorgaba en los certámenes teatrales de las Grandes Dionisias griegas) los siguientes:

Mejor tragedia: «EDIPO REY» (de Teatro del Noctámbulo)

Mejor comedia: «PLUTO» (de Pentación Espectáculos)

Mejor Versión: FERMIN CABAL / EUGENIO AMAYA (por «CORIOLANO»)

Mejor dirección: DENIS RAFTER (por «EDIPO REY»)

Mejor actor: JOSÉ VICENTE MOIRÓN (por «EDIPO REY»)

Mejor actriz: MARIA LUISA BORRUEL (por «CORIOLANO»)

Mejor actor de reparto: QUINO DÍEZ (por «CORIOLANO»)

Mejor actriz de reparto: MARÍA ORDOÑEZ (por «EL EUNUCO»)

Mejor escenografía: PACO AZORIN (por «SALOMÉ»)

Mejor vestuario: RAFAEL GARRIGÓS (por «EDIPO REY»)

Mejor iluminación: JOSÉ MANUEL GUERRA (por «PLUTO»)

Mejor Maquillaje: PEPA CASADO (por «CORIOLANO» y «EDIPO REY»)

Mejor coreografía: DENISE PERDIKIDIS (Por «PLUTO»)

Mejor música: ACETRE (por «EDIPO REY»)

Mención especial: «LA ILIADA», al mejor espectáculo internacional.

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