Y no es coña

Con la urgencia relajada

A lo largo de una semana uno pasa por situaciones relacionadas con las Artes Escénicas que le dan inspiración para escribir estas líneas. Unas veces se apuntan unas palabras en un papel que después son imposibles de entender, otras se aparecen asuntos o temas a tratar provocados por una obra, una conversación, una convocatoria o un simple reflejo de una lectura. Rescato un asunto recurrente.

La publicidad y las Artes Escénicas es un asunto que me tiene siempre en un tris de la negación absoluta de la razón de una supuesta relación entre causa y efecto. Dicho de otra manera, ¿cómo se entera a día de hoy la mayoría de las personas que deciden acudir a presenciar un espectáculo en vivo? Quizás esté muy equivocado, que me haya enrocado en una idea primaria que intenta desmontar los discursos que alimentan la idea de mercado. Mantengo que no es posible aplicar la misma lógica publicitaria en un producto de consumo mayoritario que uno que se dirige a unas cuotas muy delimitadas de posibles receptores que decidan ir a ver lo anunciado sin prevención anterior.

Lo digo en todos los sentidos, me parece que la posibilidad de aumentar públicos no puede ser únicamente por la publicidad clásica. Veo en casi todos los canales de televisión anuncios del musical “EL Rey León” y me quedo pensando de manera profunda el coste de esas publicidades. ¿Lo pagará la productora al precio de tarifa o será un intercambio? Insisto en que los veo en cadenas públicas, donde podría haber una colaboración “cultural” y en las privadas donde es una simple relación mercantil, pura y dura. Es un coste muy alto según tarifa y necesitarían un aumento de entradas bastante considerable para recuperarlo. Y es un musical que lleva años con ocupaciones máximas en un teatro de la Gran Vía madrileña. Siguen invirtiendo en publicidad para mantener la asistencia o aumentarla. Y se sobreentiende que ganan dinero. En cualquier caso arriesgan o invierten un dinero privado.

Un caso contrario, la semana pasada en Madrid aparecieron en ciertos puntos unas banderolas en las farolas, que ponía en una de ellas “Matadero, centro internacional de las artes vivas” y en la otra unas letras, que ahora no recuerdo pero que eran el título de un espectáculo, se supone y unas fechas: 3-5 de junio, creo. ¿A quién se dirigían esos anuncios? Solamente gente muy especializada podía entender que se trataba de una oferta de un espectáculo, no había ninguna pista, salieron solo dos o tres días antes de su actuación y era para unos días limitados,  tres o cuatro. ¿Qué eficacia pueden tener esos anuncios en el objetivo de llevar ciudadanos a la sala? Probablemente no era su función, pero uno empieza a cansarse de ver gastarse el dinero público en acciones tan inanes, dedicadas a una presencia casi invisible. Algo de lo que se debería hablar alguna vez.

Además de estos detalles y otros, como es ver anuncios institucionales de espectáculos en las unidades de producción del INAEM o los teatros municipales en los transportes públicos móviles o los túneles del metro, cosa que se entiende, pero que es un nuevo motivo de queja por lo que tiene de competencia desleal ya que esos teatros pagan esa publicidad con el dinero público y encima no cargan el IVA en sus entradas,  la verdad es que se crean distancias insalvables de oportunidades o posibilidades de subsistencia.

Se supone que se hacen estudios regulares sobre las maneras de conocer la ciudadanía las programaciones, porque la publicidad debe utilizarse para obtener rendimientos a corto o medio plazo, se debe estudiar si es más eficaz una revista especializada, un diario deportivo, las redes sociales,  los medios de comunicación audiovisuales o radiofónicos. Probablemente en el campo de los teatros institucionales no se preocupen tanto de la publicidad de un producto concreto como de la propaganda. Personal, institucional, política, partidista.

Mi argumentación final es la insistencia en las peculiaridades de lo que se oferta, de lo directo, de lo azaroso y de algo que se llama de boca a oreja que acaba siendo bastante eficaz. Lo principal es que se debe empezar a sensibilizar a toda la ciudadanía en las artes escénicas desde otros lugares, mucho antes, en la escuela. Es decir no publicidad de impacto, sino de convicción, de conocimiento, de actividad cultural.  No de moda, sino de hábito. Con la urgencia relajada.

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