Sangrado semanal

Confianza, en confianza

CONFIANZA: «Esperanza firme que se tiene de alguien o algo.»

«Seguridad que alguien tiene en sí mismo.»

«Ánimo, aliento, vigor para obrar.»

No son palabras vanas las que acabas de leer. Tesoros son, más bien. Andar por la vida con esperanza firme, seguridad en uno mismo y con ánimo, aliento y vigor para obrar. Casi nada. Y, al mismo tiempo, prácticamente todo aquello que necesitamos para hacer de esta vida un jardín florecido.

Son estos los ingredientes secretos que se mezclan en la rebotica del actor. Pero, para llegar al momento en el que podamos danzar con los tres, ha de darse primero un ambiente que deje el espacio suficiente para que estas tres preciosas cualidades asomen, primero, tímidamente la cabeza para revelarse después en todo su esplendor. Ya que, si bien anidan en todos nosotros, suelen estar escondidas bajo gruesas capas de ego, inseguridad, competitividad y afán de control. Entre la dirección y los actores, la confianza es un elemento tan esencial como escurridizo. No siempre se da, no siempre se muestra en toda su espectacularidad.

En un grupo estable de trabajo y de entrenamiento, la confianza es un camino de ida y vuelta. Para quien dirige resulta absolutamente enriquecedor que los actores depositen una extremada confianza en lo que propone. Actores y actrices que se lanzan a la piscina escénica sin dudar, porque de eso es de lo que se trata: de anular el pensamiento lógico de las hipótesis y del que dirán para entregarse a la cosa y auto-conocerse sin miedo, abrirse a la exploración y transitar los recovecos, los claroscuros del alma, las penas anquilosadas, los miedos rapaces, la alegría visceral, la animalidad gozosa, el canto que tiembla, la lluvia en lo ojos, el contacto humano, la voz de la intimidad y el susurro al viento.

Quizás se deba a que he sido muchos más años actriz que directora, pero, hasta ahora, que es cuando estoy también al otro lado de la barrera, no me había percatado del regalo tan grande que hacen el actor o la actriz cuando depositan su humanidad con total confianza en las manos creativas de quien les dirige o entrena. Lo hacen sin cortapisas y, entonces, se obra el milagro. Hacen que a la dirección le broten las alas. Hacen que le crezcan la seguridad y una esperanza firme durante el proceso. Le infunden vigor, ánimo y aliento, para generar, moldear, tejer, componer, buscar, abrir, proponer, compartir, confesar.

EN CONFIANZA: «Reservadamente o en secreto.»

Una cosa es el resultado final que mostramos a los espectadores. Pero el viaje de un laboratorio teatral está en otra parte. Sucede en secreto, entre los miembros que lo componen. Sucede reservadamente en la sala de trabajo. Cuando decidimos despojarnos de las vestiduras que creemos que nos protegen y nos entregamos con la confianza plena de que, algún día, lograremos limpiar por entero las tensiones que nos mantienen aferrados a una máscara-armadura oxidada (Gracias Müller) que nos impide pulsar con toda la viveza de la que un organismo humano es capaz.

No me queda más que dar las gracias por esa confianza depositada que crece en mí y que devuelvo para que crezca en aquellos que me la devuelven con creces en el espacio, siempre agradecido, del teatro.

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