Negro & negro

Corazón

Manizales, Colombia. El pasado miércoles me encontré en la tesitura de impartir un taller sobre gestión en las Artes Escénicas desde mi experiencia profesional en Donostia Kultura. Para mí, que me considero más una persona de «acción», suponía todo un reto. Eran las ocho de la mañana y, nos encontramos una docena de personas entre las que había gentes que trabajaban o estudiaban en distintos aspectos relacionados con las Artes Escénicas: directores de escena, comunicación y marketing, finanzas, gestión cultural, producción teatral,…

En el marco del Festival de Teatro de Manizales se organizan multitud de encuentros, talleres, laboratorios, reuniones, show-cases, mercados,…con una alta participación. En Manizales amanece a las 6 de la mañana. A las ocho hay una gran actividad en la ciudad y en el festival. He sido testigo, a lo largo de los años, de la evolución positiva del teatro colombiano y del nacimiento de realidades como Teatro Petra o La Maldita Vanidad, por poner unos pocos ejemplos. También del estancamiento de alguna agrupación histórica, ley de vida. Sería preocupante si no hubiera relevo, pero éste está asegurado. Hay dramaturgos, gestores, directores de escena, actores que se preparan e irrumpen con fuerza en el panorama escénico colombiano.

Realmente me sorprendió la intensidad del taller. Se formó un grupo heterogéneo y muy entusiasta. Desde el primer momento el grupo mantuvo un nivel de interés y participación sorprendente. Salieron muchísimas cosas a lo largo de las cuatro horas que disponíamos. Se compartieron experiencias, se contrastaron ideas, se realizó un ejercicio por grupos en los que se planteaban distintos supuestos de gestión e intervención desde un teatro. Incluso se gestó alguna colaboración entre ellos.

Cada vez tengo más claro que las artes escénicas las mueve el corazón de sus gentes. Un corazón fuerte, en muchas ocasiones joven, que oxigena y da fuelle a una maquinaria a veces demasiado pesada en una carretera con demasiados obstáculos. Un corazón asistido por una pasión que vuela más allá de los valores pragmáticos o exclusivamente económicos. Esta profesión es una carrera de fondo, no es la ilusión de un día, es complicada pero compartir este taller el otro día me llenó de esperanza. Disfruté la mañana, la aproveché, me sorprendí y constaté que en Colombia hay gente joven con ganas, que estudian y se preparan para tomar ese relevó y seguir asegurando que el corazón de las artes escénicas siga bombeando con fuerza.

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