Críticas de espectáculos

Cronología de las bestias / Lautaro Perotti / Octubre Producciones

La autopsia de la mentira

 En Cronología de las bestias, a partir de un microcosmos familiar, Lautaro Perotti, actor, director, dramaturgo argentino y cofundador del grupo Timbre 4, indaga sobre distintas formas de la mentira, aquella que decimos a los demás y las que nos decimos a nosotros mismos. ¿La mentira, el autoengaño, que protagonizan nuestra vida, resultan de una necesidad? ¿Nos permiten sobrevivir con (acompañados de) nosotros mismos y convivir con los demás? La mentira, con sus múltiples avatares, cual el aire que respiramos, está presente en todas las partes, desde nuestra propia conciencia hasta el ámbito familiar, social y político. Estamos a la vez protegidos por la tela de araña de mentiras, que hemos confeccionado y atrapados en ella.

Desde los últimos años, el tema de la mentira, del autoengaño, alimenta permanentemente las obras de teatro.

¿Es porque el teatro, es el arte de la mentira, por su naturaleza de ficción, elaborada a partir de la realidad? ¿O porque es un campo privilegiado de experimentación del funcionamiento de la mentira y para la investigación sobre sus formas, sus motivos y consecuencias, cuando se convierte en método de vida del individuo o en una verdad, fabricada, que sostiene el orden social y político?

En su obra Cronología de las bestias, Lautaro Perotti, procede a una autopsia de la mentira, diseccionándola sin ninguna concesión y con una cierta crueldad.

Una familia, a la vez particular y emblemática de tantas otras, o más bien, de la sociedad, traumatizada por el sistema impuesto de mentiras y al mismo tiempo, acomodada en el silencio, el consentimiento, para sobrevivir y convivir unos con otros, víctimas y verdugos.

¿Este consentimiento silencioso, no es también una mentira por omisión?

Así, el microcosmos familiar, en la obra, es también la metáfora de países que, tras vivir con las mentiras, falsificaciones abyectas, de la historia y de la realidad por las dictaduras, ya sean de izquierdas o de derechas, siguen mintiendo en nombre de la reconciliación nacional o de intereses personales, o solo por miedo.

El franquismo, la dictadura en Chile o en Argentina, son algunos ejemplos de ese consentimiento cómplice.

El hijo desaparecido que regresa, tras 11 años de ausencia, en la obra de Lautaro Perotti, evoca a millares de desaparecidos, incluso niños robados, tanto en Argentina, como en otros países.

Regresa a su familia que ha basado su vida en el autoengaño y la mentira mutua.

Pero, su desaparición, en la que la iglesia y la policía estuvieron involucradas, no es solo un asunto familiar.

Su inesperada reaparición produce un terremoto en la existencia de la familia y en la visión que de los hechos del pasado, cada uno de los miembros de la familia se ha construido. Todos tienen miedo y se esfuerzan en proteger el statu quo bruscamente amenazado.

La madre, con un nombre elocuente, Olvido, una mujer de fuerte carácter que mantiene a toda la familia, intenta dominar la situación, pero algunos hilos de la historia le escapan.

Su aparente fortaleza oculta una cierta vulnerabilidad y sufrimiento.

La trama de la obra trascurre en la casa familiar, cerrada, como un bunker, en la que irrumpen voces, ruidos, y algunos personajes del amenazante exterior.

Una escenografía realista: un salón con una mesa y sillas en el centro, una cocina con todos sus aparatos y puertas que dan a las habitaciones y al baño. Detrás de este interior unos árboles sin hojas, como un patio, y la puerta de entrada a la casa.

En el presente de la acción irrumpen breves secuencias del pasado, en las que se entrechocan recuerdos alterados, deformados, versiones y miradas contradictorias de personajes sobre los acontecimientos del pasado.

No hay que buscar ninguna verdad en este puzle, descompuesto, de mentiras y de ocultaciones que se recomponen en otras mentiras y autoengaños.

Desgraciadamente, la opción del realismo, más bien, del naturalismo, en la puesta en escena de Lautaro Perotti, reduce la obra al psicodrama en el que todo es excesivo, demostrativo, recalcado y, finalmente, artificial.

Carmen Machi, como madre, despliega un impresionante abanico de crisis de violencia y de lágrimas, de ataques de nervios, en los que no hay ni una gota de sinceridad.

Con el mismo registro del exceso y de la violencia, actúan los otros personajes, gritando, peleándose, corriendo por el escenario, sobreexcitados, como los internos de un manicomio.

Por suerte, en algunos momentos, se calman, pero, a continuación, retoman sus violentos enfrentamientos.

También las manifestaciones de las amenazas del mundo exterior, con voces y fuertes golpes en la puerta, se repiten con mucha insistencia y frecuencia, con lo cual, finalmente, su fuerza y pertinencia se diluyen poco a poco.

Hay algo de más profundo, de enigmático, en la interpretación de Patrick Criado, que hace de Beltrán, un joven asfixiado y atrapado en este caleidoscopio de mentiras o medio verdades.

Algunas secuencias son, dramáticamente, muy acertadas. Sobre todo la escena final, en la que, mientras golpean con violencia la puerta, la pequeña comunidad familiar se recompone sentada en la mesa, comiendo en silencio, con Beltrán, sus manos atadas, encerradas en las largas mangas del jersey, semejante a una camisa de fuerza. Se pone más fuerte la música (una canción de Brassens) para que no se oigan los golpes en la puerta.

La madre, que ya ha retomado el mando, hace comer a Beltrán, como si fuera un niño. Un niño recuperado. Así que, tras la tempestad, se reestablece la calma, el orden y todo, probablemente, seguirá como antes.

 

Irène Sadowska

 

Cronología de las bestias de Lautaro Perotti – Texto y dirección: Lautaro Perotti – Texto castellano: Jorge Muriel – Escenografía: Monica Borromello – Iluminación: Carment Martinez – Vestuario: Sara S. de la Morena – Espacio sonoro: Sandra Vicente – Reparto: Carmen Machi – Olvido, Pilar Castro – Celia, Santi Marín – César, Patrick Criado – Beltrán, Jorge Kent – Sacerdote – Producción de Octubre Producciones en coproducción con el Teatro Español y el Teatre Lliure – del 9 de marzo al 8 de abril 2018 en el Teatro Español de Madrid.

 

 

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