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Danza contemporánea y política. Una historia… difícil

La danza contemporánea es uno de los activos más representativos de países punteros como Alemania, Bélgica, Francia… Sin embargo, observo el panorama más próximo y pienso en cómo, por parte del sector de las artes escénicas, no hemos sido capaces de crear estructuras independientes del poder político, para mantener e impulsar nuestro trabajo. Y, por otro lado, pienso en la falta de cualificación de los políticos que se ponen al frente de los departamentos responsables en este ámbito y cómo esto, la incultura en materia de danza y teatro, acaba por ser nefasto, debido a la dependencia, casi total, de las artes escénicas respecto a las decisiones de los partidos que se turnan en el gobierno.

 

Esta reflexión surge a raíz de un trabajo en el que ando metido: escribir la historia de la danza contemporánea en Galicia, para el proyecto que ha puesto en marcha la Academia de las Artes Escénicas de España, con la publicación de tres volúmenes que recogen la historia de la danza contemporánea en el Estado, desde sus inicios.

Carmen Giménez Morte, bailarina y coreógrafa, catedrática de Danza Contemporánea en el Conservatorio Superior de Danza de Valencia, es una de las principales impulsoras de este proyecto tan necesario. Una obra que intenta recuperar y hacer justicia a las pioneras y pioneros de un arte tan heterodoxo y ecléctico como es la danza contemporánea.

Estos días ando apurado rematando el capítulo del volumen II, que abarca desde el 1992 hasta el 2008, desde aquella fecha en la que hubo tantos cambios, con las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, etc., hasta el 2008, cuando empieza la pesadilla de la crisis económica, cuyos recortes se cebaron, especialmente, con la cultura.

Y del sector cultural, el más vulnerable siempre es el de las artes escénicas, porque los medios necesarios para escribir un libro o pintar un cuadro no son los mismos que los requeridos por la danza, el teatro, el circo, la ópera, etc. Además de que se trata de artes efímeras, cuyas obras no tienen un soporte físico, material, que se pueda coleccionar, guardar, revalorizar y vender, etc.

Como ando apurado rematando ese capítulo de la historia de la danza contemporánea en Galicia, esta semana no tengo tiempo para escribir sobre otras cosas, así que voy a pegar aquí un fragmento de ese capítulo que estoy ya corrigiendo para enviar, porque el volumen II sale publicado en Navidad.

A raíz de hacer este trabajo he observado la vulnerabilidad del sector y su dependencia de políticas que, casi siempre, le son adversas.

Las competencias en materia de cultura están transferidas por el Estado a las Comunidades Autónomas. Los distintos gobiernos tienen la obligación de gestionar el dinero público en función de políticas (ideas, proyectos) que mejoren la vida de las personas. Las artes escénicas han demostrado, desde los orígenes de la civilización, que son imprescindibles para construir una sociedad más humana y feliz, por tanto, se trata de un servicio público. Se trata de algo que debería ser accesible a todas las personas independientemente de su poder adquisitivo. Pero las artes escénicas, como ya señaló algún filósofo antiguo, crean conciencia e incluso, sin difundir ideas (ideologías), dan ejemplo, desde la estética, desde el movimiento, desde las relaciones que se establecen entre los cuerpos en escena y en acción, etc. Por eso, también, cuando gobiernan partidos de derechas, aparecen los problemas y las restricciones. Aunque la peor de las lacras, bajo mi punto de vista, es la incultura de algunos políticos al frente de la administración. Porque, perdóneme usted, pero alguien que no aprecie la danza, en sus diferentes estilos, no puede ser una persona culta, por muchos títulos universitarios que tenga y por mucho que lea. Porque la cultura es algo amplio e inclusivo. Porque para la cultura (cultivo integral de la persona), las artes son un estímulo y un camino principal a transitar. Incluso hay quien dice que el cultivo de las artes es lo que nos diferencia de las fieras, porque cualquier animal (siendo casi siempre mejores ellos, los animales, que nosotros) trabaja (hace cosas) para comer y para vivir, pero las artes… las artes requieren de nuestra capacidad para soñar, para imaginar, para ir más allá de las miserias, etc., etc., etcA continuación, como he señalado, voy a pegar un fragmento del capítulo que estoy ya corrigiendo. Se centra en el caso gallego, digno de ser conocido. Al mismo tiempo, creo que constituye un ejemplo sobre esa vulnerabilidad de la que hablaba al principio y sobre cómo están las cosas respecto al arte de la danza contemporánea:

LA ÉPOCA DORADA DE LA DANZA CONTEMPORÁNEA EN GALICIA, ENTRE EL 2005 Y EL 2009

A nivel institucional parece que los primeros brotes se dan con el refuerzo de las ayudas a la producción y exhibición de la danza por parte del IGAEM y también por la organización del primer Certamen de Creación Coreográfica de Galicia (2003-2006), que anima y premia la aparición de nuevas piezas de danza y las pone en contacto con la Red de Teatros, incluso a nivel estatal.

También contribuye al florecimiento la apertura de las salas independientes que, desde la iniciativa privada, apuestan por nuevos formatos y por la conexión con lo que estaba sucediendo en el ámbito de las artes vivas a nivel europeo. Me refiero a la Sala Nasa – Nave de Servicios Artísticos (1992-2012), en Compostela, fundada y gestionada por Chévere Teatro (Patricia de Lorenzo, Xesús Ron, Miguel de Lira), abierta a géneros escénicos mestizos, al nuevo circo, al cabaré, a la danza-teatro, a la danza-contemporánea. Me refiero, también, al Teatro Galán (1993-2005), en Compostela, fundado y gestionado por Matarile Teatro (Ana Vallés y Baltasar Patiño), que, además de programas teatro y danza contemporáneos, fue la cuna de la danza contemporánea gallega. Desde la sala Galán, Matarile Teatro organizó un festival que, visto desde el 2020, fue una heroicidad mítica y una explosión para la danza contemporánea: el Festival Internacional de Danza para Paseantes en Compostela, En Pé de Pedra (En Pie de Piedra) (1995-2007). Éste recogía las propuestas más sorprendentes e innovadoras de la danza contemporánea mundial, con grupos de diferentes continentes, con algunas presentaciones en sala y la mayoría en espacios emblemáticos de Santiago de Compostela, con la simbiosis y adaptación de la danza a esos entornos.

También tengo que referirme a la apertura del Teatro Ensalle (2003), por parte de la compañía homónima (Raquel Hernández y Pedro Fresneda), en la ciudad de Vigo, con una programación regular de danza contemporánea, con la organización de pequeños festivales y talleres de danza contemporánea y con la organización de residencias. Además, Teatro Ensalle, al estar dentro de la Red estatal de Salas Alternativas, en la cual el propio Pedro Fresneda llegó a ocupar puestos de responsabilidad, traían a Vigo a coreógrafas y coreógrafos y a compañías de fuera de Galicia, propiciando un encuentro muy fructífero con las creadoras y creadores de danza de aquí.

Pero la época dorada de la danza contemporánea gallega eclosionó, en realidad, entre el 2005 y el 2009, aproximadamente, con la apertura del CCG, Centro Coreográfico Gallego y el proyecto artístico de Natalia Balseiro, como directora del mismo.

A esta eclosión contribuyeron, sin duda, las primeras agrupaciones que arrancaban de las academias de danza más avanzadas de los años 80 y 90, las primeras compañías que, en los años 90, presionaban al IGAEM de la Xunta de Galicia para que atendiese a sus competencias en materia de danza, igual que acontecía en otras comunidades autónomas. Druida Danza (Mercedes Suárez, Chedes), The Ballet Studio (Mª Dolores Mayán y Mª Dolores Fojón), Ballet Contemporáneo Jesús Quiroga y Dobre Xiro (Olga Cameselle y Cristina M. Boullosa). A esta eclosión, contribuyeron en gran medida, las salas independientes Nasa, Galán y Ensalle y la concepción escénica, respecto a las artes vivas, de los colectivos que trabajaban en esas salas.

Pero el gran punto de giro en esta historia de la danza contemporánea vino propiciado por el cambio de gobierno en la Xunta de Galicia, cuando Manuel Fraga Iribarne, de un partido conservador de derechas, abandona la política activa y propicia un cambio. Fraga Iribarne era un político gallego, con una basta formación, de fuerte carácter y perfil camaleónico. De Ministro de Información y Turismo, entre 1962 y 1969, pasó a ser uno de los padres de la Constitución Española que nos rige hoy en día en el Reino de España. Fundador de uno de los partidos políticos de la derecha española con más recorrido y poder, Alianza Popular, posteriormente Partido Popular. Y, después de pasar varios años como senador y diputado, jefe de la oposición en el Congreso de los Diputados de Madrid, vuelve para su Galicia natal. En 1990 gana las elecciones como Presidente de la Xunta, y permanece como tal, revalidando su poder, hasta que abandona la política en 2005, con 83 años de edad.

Cuando Fraga deja la Xunta, gana las elecciones el PSdG, Partido Socialista de Galicia, encabezado por Emilio Pérez Touriño, en coalición con el BNG, Bloque Nacionalista Galego, encabezado por Anxo Quintana. Esta coalición de izquierdas y galleguista gobernará una sola legislatura, entre el 2005 y el 2009. En las bases de esta coalición galleguista y de izquierdas había una sensibilidad especial hacia los bienes inmateriales que definen la cultura gallega, su lengua, literatura, música, artes visuales y artes plásticas y, por supuesto, las artes escénicas. Es en esta etapa cuando la Consellería de Cultura, presidida por Ánxela Bugallo, decide cerrar el Ballet Galego Rey de Viana, que era la compañía oficial de la Xunta de Galicia y que absorbía la mayor parte del presupuesto económico destinado a la danza. Entonces abren una unidad de producción propia y llaman a Natalia Balseiro, que tenía un perfil adecuado a ese proyecto, para que fuese la coordinadora. Natalia Balseiro se lo curra, como se suele decir coloquialmente, y en contacto directo con el sector profesional de la danza, redefine ese proyecto como CCG, creando un contexto para la danza que, hasta entonces, nunca había existido en Galicia. Un proyecto, el del CCG de Natalia Balseiro, que abordaba todos los frentes, para solucionar los déficits que ya parecían endémicos. Y lo hace incluyendo a las creadoras y creadores y a las salas independientes, ganando también otros espacios para la danza, como algunos museos y fundaciones artísticas y estableciendo complicidades con los ayuntamientos. Además de iniciar convenios con instituciones muy significativas del mundo de la danza de fuera de Galicia, como el Mercat de les Flors de Barcelona.

La época dorada de la danza contemporánea en Galicia coincide, por tanto, con esos años del CCG, con la gestión y dirección artística de Natalia Balseiro, cruzándose con los últimos años de la sala Galán y del festival En Pé de Pedra (Compostela) y, entre otros espacios, en complicidad con el Teatro Ensalle de Vigo.

Entre el 2005 y el 2009 nacen nuevas compañías, como Pisando Ovos, de Rut Balbís y David Loira; Entremans de Ana Beatriz Pérez ‘Betty’, Armando Martén, Kirenia C. Martínez y Alexis Fernández ‘Maca’, procedentes de las agrupaciones más potentes de danza de Cuba, que nos hicieron el incalculable regalo de establecerse en Galicia; Javier Martín, con sus propuestas que cruzan ciencia, investigación y danza; Nova Galega de Danza, de Vicente Colomer y Jaime Pablo Díaz, con su actualización contemporánea del baile gallego… Vuelven a su tierra las coreógrafas Mercé de Rande, Estela Lloves, Maruxa Salas… Y se afianzan las que estaban luchando por sobrevivir, Cía. Experimentadanza, de Carlota Pérez; Disque Danza, de Olga Cameselle…

En la última edición del En Pé de Pedra, en 2007, hemos encontrado en la Revista Galega de Teatro, Núm. 52, Otoño 2007, doce opiniones, recogidas por Alberte Bello, de las cuales rescato la de Uxía P. Vaello. La coreógrafa habla, en este caso, del programa “Puro e Duro” del festival En Pé de Pedra y nos ofrece un testimonio elocuente respecto a esa época dorada de la danza contemporánea en Galicia, a la que me refiero:

“El hecho de que este año formásemos 4 gallegos Puro e Duro es un reflejo de lo que acontece en la danza actualmente en Galicia, que está en un muy buen momento, así también se ven un poco los caminos que va desarrollando cada uno, cómo hay varios lenguajes, cómo vamos trabajando… Fue muy significativo que esto fuese así. La sala Galán está haciendo una labor fantástica con su programación, con los cursos, organizando este festival y otras muchas actividades que unen y ponen en contacto a muchas personas que nos dedicamos a esto. Hay mucho apoyo y un ambiente muy favorable ahora en la danza. Se ven los frutos de una evolución, ya que hay oportunidad de trabajo, de creación. En una visión panorámica de lo que estoy viviendo en este festival, decir que es maravilloso ver cómo se mezclan los públicos, los espacios… He venido a verlo mucho, soy muy fan del festival, ya que para mí, que a lo mejor no he viajado demasiado, fue una buena manera de conocer cosas que se hacían fuera. Y, de repente, este año estoy dentro, colocándome dentro de este contexto. Es un concepto fenomenal, esa idea de aproximación de la danza al espectador, hay amigos, peregrinos, turistas… Para nosotros es una prueba, esto es maravilloso.” (Bello, 2009, pp. 25-26. Trad. mía.)

Desde entonces y hasta el día de hoy no ha vuelto a haber una época tan espléndida para la danza en Galicia.

La vuelta, al gobierno de la Xunta, del Partido Popular, con Alberto Núñez Feijóo como presidente en el 2009 y hasta la actualidad y la coartada de la crisis económica para los recortes que, como siempre, se cebaron con la cultura, dejaron en la cuerda floja al sector de la danza. A día de hoy, la recuperación económica no ha redundado aún en volver a alcanzar el nivel de apoyo de aquella época dorada. Y esto no es una opinión, sino una descripción que se puede certificar cotejando los datos correspondientes a la inversión en danza en aquella época dorada, aproximadamente entre el 2005 y el 2009, y la época posterior, hasta nuestros días.

Mientras tanto, en el país vecino, Portugal, y en el resto de Europa, sobre todo en Bélgica, Alemania y Francia, la danza contemporánea es uno de los máximos exponentes de riqueza y prestigio. Índice de sociedades del bienestar donde las artes forman parte de su patrimonio más preciado. En Galicia seguimos siendo reconocidos por el paisaje excelso, la calidad y el precio asequible de la cocina gallega, con el marisco como producto estrella, comenzamos a tener vinos de alta calidad, el Camino de Santiago y los Años Santos, los monumentos antiguos… un clima que, con el calentamiento global, se está volviendo templado y es más agradecido para el turismo que el ambiente tórrido del sur de la península… Pero el sector de las artes vivas, ese sigue en fase de resistencia y subsistencia.

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