Y no es coña

Desnudas en el casting

Roger Bernat es uno de esos creadores incalificables en sus propuestas estéticas por cuanto tienen de innovadoras que, además de su legado escénico, nos ayuda a reflexionar sobre la propia profesión y lo que sucede en su práctica. Recuerdo que en una sesión de debate en Toulouse, en aquél espacio de encuentro europeo con el teatro ibérico que se llama (¿o se llamaba o se llamó?) Mira, manifestó de manera nítida su postura ante las giras, las actuaciones sueltas, los bolos y los costes de los mismos.

Su teoría era que le parecía más honesta artísticamente y más lógico económicamente, que en vez de pagar cada bolo, con sus problemas infraestructurales, sus cargas de coste añadido por desplazamientos, dietas, etcétera, para que después lo vieran unas pocas decenas de personas en una población, se organizaran viajes a la sala donde él había creado y exhibía su trabajo en las condiciones técnicas, espaciales y de toda índole adecuadas para recibirse en su plenitud. Es algo que probablemente no se pueda universalizar, que responde a su propia idea de la creación teatral y que rompe la actual estructura de producción, exhibición, con sus redes y circuitos tan pomposamente creados para intentar democratizar el consumo de los bienes teatrales, pero no es una ocurrencia de un artista singular, sino de un profesional comprometido.

En su página web escribió un espléndido artículo que nos ha hecho reflexionar de manera exhaustiva desde que lo descubrimos. Su título es de por sí fundacional: “¿Deben estar desnudas las mujeres para entrar en los teatros?” y desde este enunciado se disparan las indagaciones. En su artículo da noticias de una reunión en Barcelona en donde hizo una pregunta mucho más sencilla «¿Por qué hay tan pocas mujeres en los cargos de dirección de los teatros?” Y cuenta como pese a ser esta reunión con muchas mujeres,  hombres jóvenes, alguno que expresó directamente su homosexualidad y se excluía como ‘machista’, no se sacaron conclusiones, simplemente un medio chiste dicho por una mujer y joven. “es que las mujeres somos más inteligentes y no nos metemos en esos líos”. Da Bernat algunos datos sobre los teatros de Barcelona, los espectáculos programados, el porcentaje de ellos dirigidos por mujeres y rebate un argumento sobre el número de actrices en escena, con una frase penetrante: “ser actor es un cargo subalterno”. Dejo un respiro para la meditación.

Pero vayamos al título de su artículo y a lo que revela. La profusión de desnudos en nuestros escenarios, la inmensa mayoría a cargo de mujeres, la utilización del cuerpo de la mujer para la cartelería de espectáculos, de festivales o de portadas de revistas especializadas, nos da algunas pistas. Creemos que el cuerpo desnudo en escena es tan significante como vestido con miriñaques, no estamos ni por impericia introduciendo una postura moral, simplemente señalamos, siguiendo la idea marcada por Roger Bernat, que esa utilización tan constante, en ocasiones tan casual o superficial, puede ser impulsada por una postura machista que creíamos superada.

Tengo el privilegio de ver cientos de espectáculos al año, y en danza contemporánea, el cuerpo desnudo de las bailarinas o intérpretes, forma parte de lo habitual, tanto que parece una obligación. Y la mayoría de las veces se trata de algo orgánico, que ha salido de la creación, pero en otras, nos tememos, se trata de una imitación, de un abuso, de una utilización. En el teatro sucede algo parecido, además de los desnudos ‘por exigencia del guión’, es decir, banales, el vestuario que se usa, maquillaje, casi todo va encaminado a escribir con el cuerpo de la mujer un mensaje sexual subliminal que nos pone a cavilar. Existe también el desnudo masculino, pero no es tan profuso, ni funciona en la misma dirección.

Insistimos, el desnudo es una manera de estar en escena como cualquier otra. En estos tiempos no debería escandalizar a nadie, pero mantengámonos en guardia no sea que estemos reproduciendo una estética y un uso del cuerpo de la mujer como objeto de reclamo publicitario que a todas luces es sexista. De ahí la pregunta del título del artículo de Roger Bernat, de ahí nuestro título, ¿hay que ir desnudas la casting? O peor todavía, si una mujer quiere acceder a dirigir un teatro, una sala, una compañía institucional, ¿debe ir desnuda o vestida con ropa que en el imaginario popular se enmarque en la insinuación a la entrevista? Hablemos de este asunto con serenidad.

 

 

 

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