Mirada de Zebra

Diario de escena (VIII): A partir de aquí

Puede parecer una paradoja, pero un estreno tiene aspecto de un final. Y un final suena siempre a despedida. Es su eco inevitable. En un «estreno», aunque parece que se enarbola la bandera de salida de un espectáculo, en realidad se está cerrando una etapa. Esa etapa convulsa que va desde el indicio de una idea hasta su consecución integral encima del escenario. Ese periodo siempre largo para nosotros, que abarca casi dos años, cuando nos situamos ante nuevos retos, cuando entrenamos en nuevas disciplinas, organizamos cursos con maestros que agitan nuestra inquietud creativa, contactamos con diferentes profesionales del medio para trabajar en conjunto… Ese espacio de tiempo, en definitiva, en el que vivimos un aprendizaje permanente en áreas desconocidas, mezclando equívocos e ilusiones a partes iguales, hasta que finalmente todo ello desemboca en la creación de un espectáculo. No es exagerado decir que lo que nosotros llamamos teatro, al menos hasta el momento, está más ligado a ese proceso plagado de múltiples experiencias, experimentos y encuentros, que al propio hecho de mostrar un espectáculo frente a espectadores.

Tal vez por esta razón, porque nuestra actividad se alimenta y evoluciona sobre todo a puerta cerrada, nos resistimos a que un estreno sea el final de ningún proceso. No buscamos pues que el estreno sea un carpetazo que nos desvincule por completo de lo acontecido con anterioridad. Preferimos tomarlo como un comienzo, como un almacenaje de experiencias que se guardan en un cofre abierto, para a partir de ahí permitir que el lenguaje del equipo artístico, sobre la escena y fuera de ella, el del presente espectáculo y el de los que vendrán, siga evolucionando. La impresión de un «hasta aquí» se mezcla entonces con un «a partir de aquí». Mientras miramos atrás, entre admirados y extrañados por todo lo que hemos vivido, hay interrogantes que ya asoman la cabeza. ¿Cómo dar recorrido al espectáculo a partir de aquí? ¿Qué evolución guarda la creación? ¿Qué impulso creativo, qué nuevos proyectos pueden nacer a partir de aquí? ¿Cómo dar continuidad y solidez a un grupo estable de teatro, que en estos tiempos parece un delicado castillo de naipes que inexplicablemente se mantiene en pie en medio de un vendaval? ¿Se puede hacer lo mismo pero diferente a partir de aquí?

Con todo, por muchas palabras y razones que vayan en dirección contraria, uno no puede desprenderse de la sensación de despedida que implica un estreno y, en consecuencia, aparece la necesidad de agradecer a todas las personas que nos han empujado en esta nueva aventura, apoyándonos desde el cariño y la confianza, desde el respeto y la generosidad, yendo siempre más allá de cualquier vínculo contractual. Gracias pues a Josu Montero que aceptó el reto con gran generosidad, ajustándose siempre a nuestra particular forma de trabajar, dispuesto en todo momento a poner, quitar o moldear las palabras a medida que dábamos forma a la puesta en escena. A Vicente León, por abrirnos un horizonte en el trabajo de la palabra. A Juan Carlos Garazaibal, un apoyo permanente en nuestro desarrollo vocal. A Gabriele Sofia, que cada vez que nos visita aporta una perspectiva profunda y rica. Y por último, gracias también a todos aquellos espectadores buscados, cercanos o encontrados, que han ofrecido una mirada constructiva y sensible durante el proceso trabajo.

A partir de aquí, la semana que viene sin ir más lejos, otras historias ocuparán esta página.

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