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Dramaturgia, conditio sine qua non

Nos lo decía en clase Jaume Melendres, sin una buena dramaturgia es imposible que se pueda realizar un buen espectáculo. También es cierto que con una buena dramaturgia (eficaz, coherente) pueden realizarse mediocres o fallidos espectáculos si la dirección escénica o el elenco actoral fracasa.

La dramaturgia es una disciplina, un oficio, que abarca la ideación, composición y creación de partituras de acción para espectáculos. Puede inscribirse en la tradición del paradigma del drama, entendido desde su concepción aristotélica y llevado al límite en el teatro burgués del siglo XIX, o puede inscribirse en otros estilos y géneros para dar lugar a textos teatrales muy diversos que puedan incluirse también dentro de la llamada «literatura dramática». No obstante, es cierto que el oficio de ideación, composición, formalización de partituras de acción (verbal + gestual + lumínica + sonora + escenográfico-espacial + objetual, etc.) pueden encontrar codificaciones más allá de la palabra utilizando dibujos, imágenes, esquemas, vídeos, enlaces de internet, etc.

Este es el sentido originario de la palabra «dramaturgia», el trabajo, la formalización, la composición de acciones para el teatro.

Mary Luckhurst, en su libro titulado LA PALABRA QUE EMPIEZA POR D. DRAMATURGIA, DRAMATURGISMO Y ASESORÍA LITERARIA EN EL TEATRO DESDE EL SIGLO XVIII, traducido al castellano por Ignacio García May (Madrid, Fundamentos, 2008), lo expone del siguiente modo: «El significado de las palabras dramaturgista y dramaturgia es inestable, a veces hasta extremos angustiosos. […] Sin embargo, ambas palabras pueden rastrearse hasta la antigüedad clásica. En el Greek Lexicon de Liddell y Scott el sustantivo dramatourgia es una subentrada debajo de dramatourg-eo, un verbo que significa ‘escribir un texto en forma dramática’, empleado por Josefo en La guerra de los judíos (75-79 d.C.). Dramatourg-eo está relacionado con dramatopoi-eo, ‘poner en forma dramática’; dramatopoia, ‘composición dramática’; y dramato-poios, ‘poeta dramático’. Ambos verbos son activos, contienen dramaturg-eo, la idea de ‘hacer’ o ‘componer’, de poien.

Un texto atribuido al dramatopoiou Seudo Luciano invoca literalmente al ‘hacedor de dramas’, un creador de obras teatrales que puede imaginativamente componer un drama y representarlo sobre el escenario.

La referencia más temprana a dramatourgia citada por Liddell y Scott es La Geografía de Estrabón.

Dramatourgia se traduce en la edición Loeb como ‘estructura de la obra dramática’, y en este sentido describe la organización de los elementos formales en una tragedia, la composición estructural de la acción en un trabajo dramáticamente cohesionado.»

Esa misma concepción de dramaturgia como INGENIERÍA TEATRAL, o INGENIERÍA DEL ESPECTÁCULO, en un sentido aún más amplio, también la podemos encontrar en la exposición que nos ofrecen Cathy Turner e Synne K. Behrndt: «Essentially, we are using the word to describe the composition of a work, whether read as a script or viewed in performance. While it is a term for the composition itself, it is also a word applied to the discussion of that composition. In other words, when we are engaged in (doing) dramaturgy, we are looking at the composition or dramaturgy of a work. Perhaps it is important, however, to clarify the need for a dynamic and fluid conception of what ‘composition’ means in the context of performance: rather than attempting to pin down the meaning of a work, once and for all, dramaturgy tends to imply an observation of the play in production, the entire context of the performance event, the structuring of the artwork in all its elements (words, images, sound and so on). It also requires an awareness that theatre is live and therefore always in process, open to disruption through both rehearsal and performance.»

También podemos obervar un empleo expandido de lo que la dramaturgia abarca, por ejemplo cuando Erving Goffman echa mano de ella para referirse a los comportamientos sociales y a los roles que las personas representan en su comunicación e interacción, así como en su manera de presentarse delante de los demás.

En ese contexto se incluyen los ingredientes típicos de la dramaturgia entendida como una estructura de acción que va a ser ensayada y que conlleva una repetición que permita el reconocimiento y la referencia dentro del orden social.

Se trata aquí, en el uso que hace Goffman, de las DRAMATURGIAS DEL YO según las cuales componemos la forma en la que nos (re)presentamos ante los demás. Se trata de una guionización del «yo» que puede observarse, por ejemplo, en los perfiles que componemos en las redes sociales o en los grupos de contacto en internet, siguiendo esquemas paralelos y semejantes a esa formalización que realizamos, de manera dinámica, en nuestras relaciones diarias en vivo y en directo en ese escenario que es la supuesta realidad.

En una comparativa con la arquitectura también puede observarse ese labor estructurante que va a condicionar los usos, los eventos, la «performance» que pueda tener lugar en esa construcción arquitectónica. «Dramaturgy need not only apply to dialogue. Architects have related it to the ways in which buildings suggest the possibility of a range of uses, and are completed by events.» Se abre aquí, de nuevo, ese entender la dramaturgia como la arquitectura del espectáculo teatral.

A partir de Gotthold Ephraim Lessing y su magnífico volumen titulado DRAMATURGIA DE HAMBURGO, escrito entre 1767 y 1769 y traducido al catalán por Feliu Formosa (Barcelona, Institut del Teatre, 1987) y más tarde al castellano (Madrid, ADE, 1993), se amplía la dramaturgia al llamado DRAMATURGISMO.

Esta ampliación sigue una lógica derivada del propio oficio de idear o planificar obras teatrales, para pasar también al análisis de espectáculos, como una de las funciones principales de la dramaturgia, útil para diagnosticar su eficacia y necesidades. Elaboración de repertorios. Adaptación y versión de obras clásicas y de textos no dramáticos para convertirlos en representables o en escenificables. Crítica teatral especializada. Asesoría artística en el terreno de las artes escénicas. Reflexión, investigación y teoría alrededor de las mismas, etc.

Bertolt Brecht fue otro de los grandes impulsores del llamado dramaturgismo, como puede estudiarse en el libro LECCIÓNS DE DRAMATURXIA de Bert Cardullo (Ed.), traducido al gallego por Manuel F. Vieites (Vigo, Editorial Galaxia, 2003).

José Antonio Sánchez, en un capítulo titulado «Dramaturgia en el campo expandido», dentro del volumen REPENSAR LA DRAMATURGIA. ERRANCIA Y TRANSFORMACIÓN (Murcia, Centro Párraga y CENDEAC, 2011) afirma que la dramaturgia es «una interrogación entre lo teatral (el espectáculo / el público), la actuación (que implica al actor y al espectador en cuanto individuos) y el drama (es decir, la acción que construye el discurso). Una interrogación que se resuelve momentáneamente en una composición efímera, que no se puede fijar en un texto: la dramaturgia está más allá o más acá del texto, se resuelve siempre en el encuentro inestable de los elementos que componen la experiencia escénica.»

Hans-Thies Lehmann, en el capítulo titulado «Algunas notas sobre el teatro posdramático, una década después», incluido en el volumen anteriormente citado, señala la emergencia de las DRAMATURGIAS RELACIONALES, refiriéndose a que el énfasis de las DRAMATURGIAS POSDRAMÁTICAS no se centra tanto en «dar forma a un objeto estético de una puesta en escena, sino en exponer, construir, gestionar, desarrollar e inventar modos de relación y comunicación posibles en una situación teatral. […] El teatro tiene que ver más con las maneras de relacionarse que con las maneras de crear mundo.»

Estas reflexiones y la propia práctica teatral demuestra que la dramaturgia es conditio sine qua non de las artes escénicas en sus variadas manifestaciones espectaculares. La dramaturgia es el motor del coche.

Afonso Becerra de Becerreá.

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