En cartel

‘El alcalde de Zalamea’ por la CNTC en el Teatre Lliure

La Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), dirigida por Helena Pimenta, vuelve al Lliure con uno de los textos del Siglo de Oro español que mejor explican el abuso de poder, ‘El alcalde de Zalamea’ de Calderón de la Barca en versión de Álvaro Tato. El montaje podrá verse hasta el 6 de marzo en el Lliure de Montjuïc.

 

Drama de honor, esta pieza aborda los desmanes que la soldadesca provoca impunemente sobre los ciudadados. Veinticuatro intérpretes, entre actores y músicos, encabezados por Carmelo Gómez, pondrán en pie una de las obras más representadas y conocidas de nuestro teatro áureo. Blanca Agudo, Pedro Almagro, Francesco Carril, Rafa Castejón, Alba Enríquez, Alberto Ferrero, Nuria Gallardo, Álvaro de Juan, David Lorente, Jesús Noguero, Joaquín Notario, Egoitz Sánchez , Clara Sanchis, Jorge Vicedo y Óscar Zafra componen el resto del reparto mientras que Rita Barber, Juan Carlos de Mulder, Manuel Minguillón, Daniel Bernaza y los Fratelli Mancuso ponen la banda sonora a esta producción de la CNTC.

En palabras de Helena Pimienta: «Es difícil encontrar un texto dramático que posea escenas tan emocionantes y tan perfectas. Parece una pirueta imposible el movimiento de lo cómico a lo trágico y viceversa. La respiración se detiene al avanzar de un lugar a otro, de un conflicto a su contrario, del día a la noche y buscamos tomar aliento en los momentos no tan lógicos que nos permite esta extraordinaria concepción del espacio y el tiempo.

Es una obra sobre el amor porque el autor pone el acento en el desamor. Es una obra sobre la justicia porque predomina la injusticia. Lo es sobre el honor como sinónimo de fama, opinión o como virtud imprescindible en un militar, en el ejército de un estado, o como conciencia y dignidad personal, algo a lo que todo ser humano tiene derecho y, con demasiada frecuencia y demasiado pronto, hacen acto de presencia el deshonor, el abuso, el fingimiento.

Y ¿qué decir de la excepcional construcción de los personajes; los que están y los que llegan a Zalamea? Contradictorios, como siempre en Calderón. También grandes, desenvolviéndose en medio de un turbión que se inició con los primeros versos de la obra, tratando de mantenerse en pie para llegar al final de su vida teatral trasladando al espectador la idea de que, a pesar de todo, la vida sigue.

Esta es la historia de un fracaso, del abuso de unos seres humanos sobre otros, de una batalla perdida, como lo es la de la propia vida humana. Calderón parece querer lanzarnos esa idea al igual que lo hizo Cervantes. Y yo, en la propuesta que me dispongo a iniciar, palabra a palabra, verso a verso, como ellos mismos hicieron, apuesto por la vida, por la ficción que nos la cuenta, porque, como ellos, creo en el sueño de lo imposible que habita en nosotros desde el principio de los tiempos».

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