Críticas de espectáculos

El ángel exterminador / Luis Buñuel / Blanca Portillo

 Ite missa est

El ángel exterminador, una de las más importantes películas de Luis Buñuel, estrenada en 1962, adaptada para el teatro por Fernando Sansegundo, se ha estrenado en el Teatro Español de Madrid de la mano de Blanca Portillo.

La directora aborda la obra desde el punto de vista de hoy, sin recurrir a efectos cinematográficos, sólo con recursos estrictamente teatrales

 

En El ángel exterminador, Buñuel, hace en modo de absurdo, surrealista, con un humor negro, una sátira de la burguesía de su época, pero el tema con sus múltiples interpretaciones, el miedo irracional, la sociedad paralizada por las costumbres y la claustrofobia mental, sigue siendo actual.

En su puesta en escena Blanca Portillo pone el foco en la clase burguesa de hoy, más dispar, llamada establishment y destacando las palabras claves de la obra: miedo, cobardía, encierro, le confiere una lectura más abierta, relacionada con la actualidad, del aislamiento, del encerramiento en los privilegios sociales y en las fronteras.

El argumento de la película de Buñuel y de su versión teatral, es el mismo. Un grupo de burgueses celebra una fiesta en una lujosa casa en la que permanecen encerrados, incapaces de salir aunque nada les impide abandonarla.

El encierro prolongado, la sed, el hambre, desencadenan sus angustias, miedos, reacciones primitivas y actos violentos que transgreden las convenciones sociales.

La puerta no está cerrada, el encierro es puramente mental.

La versión teatral del Ángel exterminador condensa los personajes, interpretados por 20 actores y conserva gran parte de los diálogos de la película, actualizando sólo algunas expresiones de los años 60.

Respecto a la película, Blanca Portillo ha introducido algunos cambios en los personajes y ha añadido la figura de la tejedora que tiene algo de su alter ego, expresando así su punto de vista personal sobre la sociedad actual y sus vicios.

Estas intervenciones, bastante frecuentes, de la tejedora desde el patio de butacas que se enciende mientras que el escenario vuelve oscuro, son inútiles: cortan la acción y además, refiriéndose a algunos acontecimientos de la actualidad (naufragios de los refugiados, indiferencia y egoísmo de nuestra sociedad, etc.) excluyen lo metafórico y lo poético de la obra.

De hecho la película de Buñuel se alimenta del universo personal y del contexto social del autor, pero esto no le sirve de tribuna para exponer sus opiniones. Buñuel deja al espectador la libertad de opinar, interpretar, imaginar.

También el espíritu surrealista, el humor negro, subversivo, la atmósfera de pesadilla de la película buñueliana han desaparecido en la obra teatral o más bien se han convertido en gags de gran guiñol y efectos de psicodrama.

Esta estética se impone desde el «prólogo», inútil a mi juicio.

Durante unos 15 minutos, antes de que el espectáculo comience, mientras el público se acomoda, una mujer y un hombre de la limpieza, limpian muy enérgicamente una parte del patio de butacas y el escenario que representa un salón burgués moderno con una enorme jirafa sobre una mesa.

Esta actuación, animada por gags guiñolescos y gritos, marcada por los silbatos del mayordomo, está acompañada por una música barroca fuerte y repetitiva que inunda la sala.

Las repeticiones son unas de las características del espectáculo. Así se repiten dos veces, al principio del espectáculo, la escena con los criados que se despiden y también la escena de la llegada de los invitados, entre paréntesis, totalmente ridícula.

Se repiten también algunos clichés, efectos visuales y sonoros, como por ejemplo la misma música fuerte que anuncia sistemáticamente las breves escenas en el patio de butacas con los personajes de fuera de la casa.

Los momentos de violencia son remarcados con insistencia por los sonidos amenazantes, etc… Falta ritmo y fluidez entre las escenas.

Lo irreal está totalmente ausente del espectáculo en el que predomina la exposición realista, pesada, que llega a su cumbre en el final.

La luz se enciende en la sala, un telón representando el interior de una iglesia baja en el escenario mientras dos eclesiásticos despliegan una alfombra roja desde el patio de butacas hasta el escenario donde colocan un micrófono. Al mismo tiempo desde el techo de la sala baja un enorme incensario llenando el espacio del humo y del olor del santo incienso.

Estamos casi en una verdadera iglesia, falta sólo un verdadero obispo.

Pero lo que falta, sobre todo, es la magia del teatro, su fuerza poética, la imaginación y además una concepción coherente de la dirección de los actores quienes, a menudo, parecen poco convencidos de su actuación.

Con lo cual ite missa est.

Irène Sadowska

 

El angel exteminador – De Luis Buñuel – Dirección: Blanca Portillo – Versión: Fernando Sansegundo – Escenografía. Roger Orra – Iluminación: Juan Gómez Cornejo – Vestuario:  Marco Hernández – Espacio sonoro:  Mariano García – Reparto: Hugo Alcaide, Juan Calot, Inma Cuevas, Abdelatif Hwidar, Ramón Ibarra, Alberto Jiménez, Juanma Lara, Víctor Massán, Anabel Maurín, Manuel Moya, Dani Muriel, Alfredo Noval, Alex O’Dogherty, Francesca Piñon, Cristina Plazas, Camilo Rodríguez, Irene Rouco, Mar Sodupe, Mª Alfonsa Rosso, Raquel Varela – Una producción del Teatro Español – el 18 de enero al 25 de febrero 2018

Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba