Incendiaria en combustión

El castigo

¿Por dónde hay que comenzar a quemar para que aparezca el contrafuego? Como incendiaria (de combustión interna) declarada, en este año en el que se conmemroa el décimo aniversario de la muerte del sociólogo Pierre Bourdieu, la referencia era obvia. El contrafuego es ese fuego que se da en una plantación para que cuando el incendio llegue a él deje de propagarse. Tal vez eso explique la mecha de Mohamed Bouazizi en Túnez (2011); la de Abdelouahab Zaidun o Abderrahim Bukrin en Marruecos (2012); la de Jan Palach y Jan Zadjic en Praga (1969)… y todas las personas anónimas que optaron por el sacrificio para evitar que su miseria se propagase.

La alumna también se quema. Ha suspendido dos y la han castigado. ¿El castigo? Se ha quedado sin poder ir a su clase de teatro. ¿Qué tipo de castigo es ése: prohibido ir a clase? Aunque muchos no quieran reconocerlo, es como si la castigasen sin ir a matemáticas. Las dos disciplinas influyen en su formación personal y en su preparación para salir al gran teatro del mundo. Después de todo, las matemáticas explican el mundo y el día a día es dramatización de múltiples roles.

Las clases de teatro no son ocio aunque sean divertidas, aunque en ellas se recupere la esencia lúdica y la necesidad de juego que grandes y pequeños llevan dentro. En su clase de teatro, la alumna estaba motivada, encontraba su voz, fortalecía su presencia, dominaba y hacía hablar el espacio en el que se movía, activaba su interés por la lectura, agilizaba pensamientos, visualizaba objetivos, creaba estrategias, reaccionaba ante imprevistos, tomaba decisiones, conseguía ponerse en la piel del otro… Pero ahora está castigada y no va a clase. Ya no tiene responsabilidades con un grupo, ya no practica su compromiso, ya no. Ahora está en estado de privación.

La privación es una forma de castigo. El castigo, una técnica para modificar conductas. El castigo puede consistir en infligir dolor, en la retirada de eventos positivos o estar basado en un esfuerzo. La pregunta surge al plantearse cuál es la mejor opción para hacer que la persona se reconduzca y gane independencia: ¿privar o incentivar? ¿sacrificar o motivar? ¿atemorizar o impulsar?

Así, entre priva(tiza)ciones nos vamos remodelando con la excusa de la austeridad y los sacrificio. Y nos convencemos de que la cultura y las artes escénicas son prescindibles. Y así asistimos a desapariciones: como la de la Consellería de Cultura e Turismo convertida ahora en la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria –con su consecuente reorganización interna y supresión de órganos como la Dirección Xeral do Libro. Así se nos anuncian cierres y suspensiones: como los tres montajes del Teatre Lliure para esta temporada por recortes presupuestarios o la clausura del Teatro Colón por parte de la Diputación de A Coruña ante la renuncia de la Fundación Novacaixagalicia (ahora bancanizada) para seguir con su gestión. Y así, nos adaptamos, nos empequeñecemos, nos re(con)ducimos y acabamos por convencernos de que estas privaciones son por el bien del pan de hoy.

Pero la alumna se ha encendido y ha vuelto al teatro. En su grupo no piensa en las instituciones ni en cifras millonarias, solo piensa en mantener viva la llama. También piensa en que con un poco de suerte, la castigarán sin ir a misa los domingos. Ese otro teatro.

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