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El Centro Dramático Nacional estrena ‘La piedra oscura’ de Alberto Conejero

‘La piedra oscura’ de Alberto Conejero se estrenará el 14 de enero en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid y estará en cartel hasta el 22 de febrero. Esta coproducción del Centro Dramático Nacional y lazona está inspirada en la vida de Rafael Rodríguez Rapún (estudiante de Ingeniería de Minas, secretario de la Barraca y compañero de Federico García Lorca en los últimos años de sus vidas). La pieza está dirigida por Pablo Messiez y cuenta con las interpretaciones de Nacho Sánchez y Daniel Grao.

 

Dos hombres se encuentran en una habitación de un hospital militar cercano a Santander. A pesar de no conocerse, no les queda más remedio que compartir las horribles horas de un tiempo que quizá termine con la muerte de alguno de ellos. Los remordimientos ocultan un secreto, y hay un nombre que resuena en las paredes de la habitación: Federico. «La piedra oscura es teatro puro porque es también poesía», cuenta el director Pablo Messiez. Tan sólo queda la custodia de unos documentos y manuscritos como último gesto de amor.

La obra trata la memoria como espacio de justicia y habla también sobre la necesidad de redención. «El pasado no deja de lanzar preguntas incómodas sobre nuestro presente y los débiles cimientos de esta democracia ahora asediada. He escrito sobre el pasado también para cuestionar mis certidumbres sobre él y como brújula de un futuro incierto», explica Alberto Conejero.

Juntando tensión dramática y pulso poético, se plantean interrogantes sobre la naturalización de nuestro pasado más reciente y el destino de los olvidados en las cunetas de la Historia. Según el autor, la obra es también «un canto de amor» a Federico García Lorca, «a su memoria como una luz siempre imprescindible y a su cuerpo ausente como una oscura herida de este país». En opinión de Ian Gibson, conocido por su trabajo biográfico sobre Lorca, entre otros, «el desarrollo del diálogo entre los dos únicos personajes de la obra está orquestado con maestría, con una inmensa ternura contenida, y muy pocos podrán mantener los ojos secos hasta el final». Para Gibson ‘La piedra oscura’ difunde un mensaje necesario «en una España donde, vergonzosamente, todavía yacen en cunetas más de 100.000 víctimas del fascismo, entre ellos el desaparecido más célebre de todos, por la recuperación de cuyos restos hace votos el personaje de Rapún».

Por otro lado, Pablo Messiez alaba la calidad artística del texto de Conejero, en el que, según él, el acto de nombrar tiene un lugar fundamental: «Nombrar para recordar, para volver a saber, para no olvidar». El deseo de Messiez es «crear una puesta en escena que le de a la palabra el protagonismo que en la obra tiene, y que sin perder su anclaje en la historia que le da origen, mantenga su riqueza conceptual que trasciende toda frontera. En este sentido, si bien el espacio escénico estará determinado (como siempre) por el espacio real de la sala, procuraremos que no pierda esta doble condición.»

El director también advierte de la importancia del trabajo de creación del espacio sonoro, «ese afuera (como exterior y como pasado) tan condicionante del presente en el que los personajes se encuentran». Este encuentro de los personajes dará pie a un diálogo sobre la memoria, que para el autor es «una indagación sobre los que quedaron en los márgenes de la foto oficial de la Historia, detrás de las grandes fechas, de los grandes nombres. Nuestros padres, nuestros abuelos. Aquellos que fueron casi devorados por el tiempo y el olvido. Para que su memoria perdure».

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