Sud Aca Opina

El futuro ya fue

Considerando la velocidad exponencialmente creciente en la cual nos está tocando vivir, el titulo de este articulo no parece tan desquiciado. Todos hemos visto o leído alguna historia sobre viajes en el tiempo y las implicancias que esto tiene en el orden lineal de los acontecimientos. La ciencia aporta la idea de los agujeros de gusano que se presentan como una posibilidad interesante de ser explorada.

En literatura el consabido esquema de introducción desarrollo y desenlace o conclusiones es destruido por el uso del hiper texto capaz de llevarnos a saltos entre la mas variada gama de temas diferentes, incluso contradictorios u opuestos.

Las planificaciones exhaustivas de antaño son desplazadas por la inmediatez producto de los medios digitales masificados. Apoyados en la tecnología de la cual son en gran medida su producto, los millennials (también conocidos como generación Y por ser posteriores a la generación X) busca la inmediatez informada que les brindan sus dispositivos inteligentes siempre a mano. Tienen mas ciber debates que encuentros de tu a tu con el otro. Prefieren pertenecer a un clan conformado por habitantes de todos los rincones del mundo a los cuales difícilmente llegarán algún día a estrechar la mano que compartir con los vecinos de los ya pasados de moda barrios. Juegan mucho con sus teléfonos y poco con sus amigos.

La vida digital nos acerca de manera virtual a múltiples realidades que de otro modo sería imposible siquiera sospechar pero nos aleja de la posibilidad material de vivir la experiencia real. La realidad virtual se está metiendo como un intruso por la ventana sin que podamos detenerla con la realidad real.

La afirmación está errada; no se trata de detenerla pues sus beneficios en múltiples campos son innegables y nos estaríamos cerrando a la constante evolución del ser humano pero debemos ser capaces de equilibrarla con lo que las cosas simples son capaces de entregarnos.

Así como los ingenieros de sonido pueden transformar una voz destemplada en una caricia para nuestros oídos vendedora de millones, la tecnología nos seduce con sus recursos para secuestrarnos dentro del mundo virtual hasta hacernos menospreciar la realidad.

Un partido de fútbol es indudable que se ve mejor por televisión que en un estadio, con la posibilidad de entregarnos repeticiones de una jugada desde diferentes ángulos, en cámara lenta, retrocediendo la acción,… pero la pantalla nunca será capaz de transmitir la energía que se siente al formar parte de miles de hinchas alentando a su equipo.

La egregora, esa energía inmaterial que se logra cuando varias personas se juntan con el fin de lograr un objetivo común solo es posible en la realidad del compartir físicamente con los otros.

El arte tiene esa facultad no pretensiosa de hacernos viajar en el tiempo; nos lleva a recordar experiencias pasadas, visualizar acontecimientos presentes y plantearnos la duda sobre un futuro posible.

El teclado de la tecnología nos comunica con el mundo pero la palabra sencilla exenta de recursos ajenos a nosotros mismos dicha de manera transparente no solo a los oídos sino a los ojos de un interlocutor tiene el poder inconmensurable de comunicarnos con el ser frente a nosotros e incluso con nuestro propio ser interior.

El poder de la palabra nunca podrá ser desplazado totalmente por el canto de sirenas de la tecnología pero si opacado considerablemente.

Hablemos del futuro antes de que este nos sobrepase. Hablemos hoy y por siempre; comuniquémonos.

Así como existe o mejor dicho, existió lo post moderno como una corriente de pensamiento y acción ¿algún día se podrá acuñar el concepto de post futuro?

Quizás ya lo estamos viviendo sin siquiera darnos cuenta.

 

 

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