Críticas de espectáculos

El laberinto mágico/Max Aub/CDN

La epopeya laberíntica de Max Aub

Max Aub, un errante con cuatro nacionalidades y con raíces enclavadas en su obra literaria. Un hombre íntegro, libre e independiente de todo partidismo, un hombre y un escritor irrecuperable y ademas incómodo.Casi olvidada durante décadas su obra ha salido hace unos años del purgatorio. Entre los pocos que han roto el largo silencio está Juan Carlos Pérez de la Fuente con su inolvidable estreno de San Juan en 1998.La obra de Max Aub ya recuperada ha caído en buenas manos.

Así El laberinto mágico, la travesía sintética del sexteto de novelas, memoria de la guerra civil y de la postguerra, compuesta de Campo cerrado (1943), Campo de sangre (1945), Campo abierto (1951), Campo del Moro (1963), Campo Francés (1965), Campo de los almendros (1968), en las manos del tándem : José Ramón Fernández con su versión y Ernesto Caballero con su puesta en escena alcanzan con este trabajo la cumbre del arte teatral.

A partir de la primera versión muy amplia del Laberinto mágico que podría dar una epopeya teatral de seis horas, José Ramón Fernández y Ernesto Caballero han elegido unos episodios que han comprobado con los actores en los ensayos de laboratorio de trabajo escénico y cuyos resultados presentaron hace un año en el CDN. Así la versión definitiva fue construida junto con la dramaturgia escénica, como una partitura sincronizada con el lenguaje de los cuerpos y movimientos de los actores.

El texto de José Ramón Fernández es un gran fresco de la guerra civil «con solo dos momentos en el frente de la batalla, en Barcelona el primer día de la guerra y la resistencia el 6 de noviembre de 1936 en la Casa de Campo de Madrid.»

Se evoca en algunas escenas otros momentos relevantes de la guerra : el paso del Ebro, la batalla de Teruel, personajes históricos y también algunos momentos decisivos de la Europa de entonces como el Anschluss de Austria por el ejército de Hitler.

Son hechos y fechas apuntados en la gran Historia que no tiene en cuenta la parte sumergida del iceberg, lo cotidiano, las pequeñas historias de la gente que tiene miedo, que pasa hambre, que ama, que sufre, que se desalma, que intenta huir del terror, la cárcel y la muerte.

En el Laberinto mágico la historia, la memoria colectiva y personal, la de Max Aub, se fusionan formando un paisaje humano invadido por la miseria, el horror, pero también atravesado por chispas de belleza y de esperanza.

En su versión muy coral José Ramón Fernández destaca tres personajes que sirven de hilos conductores : Julián Templado un médico, y dentro de los jóvenes de la compañía de teatro la pareja de Asunción Meliá y Vicente Dalmases.

La obra de teatro termina el primero de abril 1939 en el puerto de Alicante bombardeado por los fascistas, con los personajes esperando con maletas los barcos en que saldran de España. Barcos que nunca llegaron.

Así la tragedia de los vencidos es también la de los exiliados y de los que no pudieron salir.

En la última secuencia en el muelle del puerto bombardeado, entre los muertos en el suelo se levantan solo el medico Templado y un personaje con un libro en el cual sobrevive la memoria de esta tragedia descrita por Max Aub.

En algunas de sus puestas en escena ejemplares como por ejemplo La colmena científica de José Ramón Fernández, Rinoceronte de Ionesco o Galileo Galilei de Brecht, Ernesto Caballero ha creado una visión de estas obras depurada, enfocada en lo esencial, lo contundente, lo metafórico. En El Laberinto mágico de Max Aub, con la complicidad de su escenógrafa Monica Boremello, Caballero alcanza la pureza mágica brookiana con su potencia de invención y su arte en crear con pocos elementos y efectos escénicos, con casi nada, las imágenes poéticas y de vez en cuando más fuertes que la propia palabra.

Pocos directores de escena han comprendido con tal claridad como Caballero el sentido y el uso teatral del famoso distanciamiento brechtiano que constituye el principio de su puesta en escena del Laberinto mágico.

La música (el piano, la batería) y las canciones interpretadas en directo forman parte de la dramaturgia escénica.

En el escenario desnudo un montón de sacos llenos de tierra dispuestos de maneras diferentes evocan trincheras, barricadas, algunas sillas, y en dos secuencias aparecen una cama, dos mesas, una bicicleta.

Con una larga cuerda Ernesto Caballero crea las magníficas imágenes metafóricas como por ejemplo la lucha de dos bandos tirando de la cuerda sugiriendo la lucha fratricida en la guerra civil.

15 actores interpretan a múltiples personajes que se presentan diciendo quienes son y también la fecha de su muerte. Esta forma de distanciamiento se dobla por la del teatro que aporta una dimensión suplementaria y constituye un hilo conductor en el espectáculo que empieza al inicio de la guerra en Barcelona con un grupo de jóvenes actores de teatro que deciden de marcharse a Madrid para implicarse en la lucha.

Ernesto Caballero imprime a las acciones un ritmo rápido, palpitante, reflejando así el ambiente de urgencia, la rapidez con la cual suceden las cosas.

Las secuencias siguen con una gran fluidez. El trabajo virtuoso de iluminación de Ion Anibal crea las ambientes emocionales, enfoca los momentos dramáticos, dibuja diferentes lugares.

Es muy difícil destacar algunos actores dentro de este conjunto excepcional que como los instrumentos en la orquesta, interpretan con una precisión absoluta y con alma esta magnífica partitura teatral.

Irène Sadowska

El laberinto mágico de Max Aub, versión José Ramón Fernández, dirección Ernesto Caballero; reparto (por orden alfabético)

Julián Templado y otros – Chema Adeva

Vicente Dalmases y otros – Javier Carramiñana

Santiago Peñafiel y otros – Paco Celdrán

Julián Jover, López Mardones y otros – Bruno Ciordia

Durruti, Luis Sanchis y otros – Paco Déniz

Lisa, Teresa Guerrero y otros – Ione Irazabal

Rafael Serrador, José Jover y otros – Borja Luna

Manuel Rivelles, Paulino Cuartero y otros – Paco Ochoa

Rosario y otros – Paloma de Pablo

Tía Concha, Romualda y otros – Marisol Rolandi

Asunción Meliá y otros – Macarena Sanz

Jacinto, José Rivadavia y otros – Alfonso Torregrosa

Loluchi y otros – Mikele Urroz

Lola Cifuentes y otros – María José del Valle

Josefina Camargo, Pilar y otros – Pepa Zaragoza

músicos Paco Casas Javier Coble

Equipo artístico

escenografía y vestuario – Monica Boromello

iluminación – Ion Anibal

música y espacio sonoro – Javier Coble

Creación del Centro Dramático Nacional Teatro Valle Inclan

del 7 de junio al 10 de julio de 2016

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