Zona de mutación

El nuevo estado

Las estructuras que no responden a factores causales, cómo encuentran un principio de orquestación, de organización. En el ejercicio de ‘dinámica de huevo’ puede colegirse que de acuerdo a las condiciones internas del material, éste será capaz (o no) de asumir comportamientos dinámicos determinados por el estado en que se encuentra la masa de materia interna de un simple y por todos conocido huevo. Si está en estado rígido, de huevo cocido, huevo duro, será una. El huevo crudo tendrá una conducta distinta. En cualquier dramaturgia, la función activa de los elementos, primero dependerá de su acrisolamiento de conjunto o si es que lo hacen desde el impulso autónomo de cada uno de los ingredientes. La determinación o indeterminación escénica queda supeditada al estado en que los materiales llegan a cumplir sus acciones, llegan a descerrajar sus potencias en calidad de operadores escénicos. Dichos estados internos dependen del estado en que se manifiestan, y si lo hacen individualmente o de consuno.

Surge, que cualquiera sea la pléyade de elementos que conforman la masa disponible, debe haber un factor exógeno o endógeno, capaz de desatar una fuerza organizadora general de todos los agentes que de otra forma se presentan dispersos, caóticamente.

Estas fuerzas con capacidad organizadora, pueden estar subyaciendo como factor potencial y dependiendo para autodispararse, otra vez, de alguna condición interna o externa al citado material. Lo cierto es que cuando los nuevos estados, supongamos por efecto de una fuerza centrífuga o centrípeta, van a la vez a generar por su imperio condiciones nuevas, por la velocidad, por la disolución de las diferencias de los componentes en términos individuales, para llevar la masa de componentes a una nueva calidad. Esa nueva calidad no necesariamente incluye en su consideración las características del viejo estado. Se trata, en función del dimanar de los poderes de los materiales, de una verdadera magia. Una alquimia capaz de llegar a los registros áureos más impensados.

Los materiales, desde el punto de vista físico presentan innumerables reacciones, incluso imponderables. Pueden formarse nuevas disposiciones de conjuntos de unidades, o clasificarse por reacción de resonancia o por afinidades sonoras. Lo mismo podría aludirse a al comportamiento de los materiales frente al ritmos, a lo cromático, a las texturas.

El principio organizador va a responder a un patrón sensible, eso es indudable. Lo cierto es que no se puede prescindir del hecho de que el cambio de estado, promueve inequívocos cambios sensibles. Lo que empieza siendo una masa caótica de ingredientes, luego, según los estímulos a los que son sometidos, registran cambios previsibles, cuantificables, planeables. Los principios de determinación, renacen y desafían nuevamente una coherencia, una lógica conceptual, una técnica que connota una ética.

Como en cualquier química, habrá elementos con capacidades propias de mutar. Otras lo harán a partir de la incidencia de agentes de cambio, internos o externos. Las listas, en términos a sus calidades sensibles, pueden ser infinitas. La dimensión en las que esos materiales se mueven, ser parte de un acceso o de localización física, un registro del tipo de experiencia que promueven.

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