Velaí! Voici!

El relato testimonial teatralizado de Lagartijas Tiradas Al Sol

Cuando la democracia deja de ser un espectáculo.

SANTIAGO AMOUKALLI de la compañía LAGARTIJAS TIRADAS AL SOL (México).

El domingo, 16 de octubre, en el escenario del Auditorio de Ourense, dentro de la programación del FITO (Festival Internacional de Teatro de Ourense), pudimos asistir a una experiencia de teatro desespectacularizado. Una (re)presentación sincera y sosegada sobre asuntos tan inquietantes como la doble moral de la democracia en México y, por extensión, también aquí, pues, como veremos, en diferente medida, es trasladable.

Si a la democracia actual le quitamos el ruido mediático y la satinación de las pantallas, si le retiramos el aplauso con saludo al final, como gesto que confirma la complacencia respecto a un espectáculo, ¿entonces qué nos queda?

Nos queda la dramaturgia, aparentemente sencilla y desnuda, de una experiencia bien documentada respecto a un programa de cooperación (humanitaria) en una aldea de México. Nos queda el relato de dos participantes en aquel programa para conseguir que el pueblo adoptase medidas de higiene personal y de desinfección de las aguas de consumo, comenzando por las niñas y los niños.

Un programa en el que se utiliza el arte como herramienta para acercar los contenidos a la gente joven, financiado por organizaciones y empresas primermundistas que, por otro lado, explotan agresivamente el entorno de la aldea con sus minas contaminantes, etc.

El colonialismo lingüístico es paralelo a la explotación económica. El idioma Nahuatl, de un modo parecido al gallego en Galicia, queda reducido en pro de una globalización homogeneizadora y humanamente empobrecedora, pero acorde con las conveniencias del consumo fungible.

Luisa Pardo y Gabino Rodríguez, integrantes de la compañía Lagartijas Tiradas Al Sol, sitúan al público a dos bandas de una instalación artesanal, casi de juguete, hecha con materiales pobres (cartón, piedras, muñequitos…), que representa la montaña y la aldea de Santiago Amoukalli.

En las otras dos bandas, que no son ocupadas por el público, sitúan una pantalla enorme, en el foro, en la que proyectan imágenes documentales de la comunidad en la que se realizó ese programa de ayuda, además de gráficos, y otras imágenes alusivas y metafóricas respecto al discurso verbal. Y otra pantalla-lienzo con un cielo y montañas pintadas, en el proscenio. De tal manera, queda todo enmarcado dentro del escenario del Auditorio, con el público incluido.

Sí. Estamos dentro, no somos espectadoras y espectadores excluidos por una convención de cuarta pared ficcional, ni situados en el lugar de un voyeur. Aquí nuestra participación es ciertamente inclusiva, integradora: se nos cuenta y se nos juega lo que allí, en aquel programa realizado en la aldea de las montañas mexicanas, Santiago Amoukalli, aconteció.

Un relato experiencial, recompuesto con fragmentos de discurso verbal descriptivo testimonial, con imágenes documentales, con fragmentos de sucesos representados de manera artesanal y expositiva, sin buscar un realismo enmascarador de esta otra experiencia teatral que se comparte con nosotras/os.

Las imágenes son fotos, no se trata de un documental audiovisual. Sin embargo, el sonido sí que es dinámico y ofrece un desarrollo atmosférico respecto a las imágenes estáticas.

Esta disyunción entre el álbum de fotos y el retrato sonoro ambiental de las mismas, genera una extraña sensación de veracidad testimonial. Quizás porque la filmación cinematográfica o videográfica pondría en evidencia la voluntad previa de realizar la obra teatral, quebrando, en cierta manera, la autenticidad de la experiencia, imponiéndose a ella. Mientras que con la proyección de fotos dispares se nos muestran instantes de una vivencia parcialmente registrada, donde lo que prima es la vivencia aquella, menos mediatizada.

Por otra parte, el hecho de que sean fotos y no una grabación de vídeo o cine, también se aviene con la factura artesanal, cercana al concepto de «arte povera», que se aprecia en la instalación escenográfica que ocupa el escenario y, en torno a la cual, nos juntamos.

Además, las fotos proyectadas no centralizan la narración, como sí que podría hacerlo una grabación audiovisual. Por la contra, las fotos se prestan a integrarse, de manera más horizontal, con el resto de los elementos compositivos: el discurso verbal expositivo, la representación lúdica de pequeñas escenas testimoniales, la manipulación ritual de objetos…

La actriz y el actor, al margen de breves simulacros referenciales, en la representación de pequeñas escenas testimoniales (por ejemplo, el encuentro de un militar con la artista; la entrevista entre la representante francesa de la empresa que financia el proyecto y el artista), se dedican a poner voz al relato, a la vez que utilizan acciones alusivas (un ritual de purificación con fuego; la construcción de unos caminos de piedras; trasvasar agua; mojarse y actuar con pies encharcados para recuperar aquella sensación de la experiencia original, etc.)

La importancia de lo sensorial y de las sensaciones en el encuentro teatral es una base que Lagartijas Tiradas Al Sol, como el propio nombre de la compañía también puede dar a ver, no descuida.

El agua es uno de los dispositivos de acción de este trabajo, colgada en dos bolsas que gotean en el suelo. El fuego en un cuenco ceremonial también actúa. Escuchamos y sentimos el roce de los pies mojados dentro de los botines. La sensación es tan viva como la de un limón en la boca, o la imagen del limón deshaciéndose entre los dientes.

De manera análoga, las fotos, en su pausa, en su estatismo, nos permiten el tiempo para que se genere la sensación que, de manera casi inconsciente, generan. Y el ambiente sonoro que las acompaña, contribuye a ello, porque le sonido es vibración que nos toca.

En SANTIAGO AMOUKALLI apenas se pueden detectar concesiones a efectismos espectaculares o a un desarrollo que pretenda entretener y fascinar.

Hay un desposeerse de lo espectacular para permanecer en una cruda exposición que, pese a todo, es teatro. Teatro para el debate, sin panfletos, sin respuestas y sin preguntas incluso, solo con la voz objetiva de la exposición de una experiencia que, por si misma, servida sin adornos, ya es más que dramática.

Afonso Becerra de Becerreá.

(En esta misma sección de Artezblai puedes encontrar otro análisis sobre el trabajo de la compañía mexicana Lagartijas Tiradas Al Sol, concretamente sobre MONTSERRAT de Gabino Rodríguez, en el artículo titulado «Teatro documento, juguetes e intriga fabular», publicado el 7 de marzo de 2014.)

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