Foro fugaz

El rey está en cueros

Jugar con la vanidad del espectador puede ser un recurso rentable. Lanzar un disparate en escena, una inconsecuencia teatral, una idiotez gutural, y esperar el guiño del público… ya entendí, soy de los tuyos, ¡qué listos somos! es una tentación para todo creador en busca de inspiración. El sello debe ser: Esto es para entendidos, ¡abstenerse espíritus endebles!, sólo para inteligencias avanzadas! ¿Quién no ha tenido estas tentaciones en el montaje de un espectáculo? ¿Quién no ha visto un espectáculo de ese talante?

Así van por la vida muchos teatreros actuales, de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que impactan a públicos que no se atreven a decir, el rey está en cueros, por no parecer tontos, o, lo que es peor, pasados de moda. El mayor miedo al que puede enfrentarse un espectador que se siente inteligente y sensible, es no entender una obra, no apreciar su mensaje, quedar fuera y reconocerlo. El monólogo es el recurso más socorrido en esta modalidad porque permite al intérprete desnudarse por dentro y muchas veces por fuera, y lanzar airadas diatribas contra la sociedad, representada por el público, ése que tiene enfrente. Pero también se manifiesta en el horror al personaje, la disolución de la anécdota, la supresión del diálogo, ah, se me olvidaba: increpar al público para participe, usar el video a fondo, sacar la escena de la escena, etc. Se busca con denuedo un teatro sin teatro.

Un oficiante feroz, una actriz-directora-autora que lanza las culpas al paciente espectador que traga culebras mientras se emociona con una obra que no existe. Nadie protesta, los masoquistas llenamos las salas para parecer más inteligentes.

Entre las nuevas modalidades también está el cambio de sexo de los personajes ya denunciado por Javier Marías: así Hamlet se convierte en Hamleta, Julio César en Julieta Cesárea y la Celestina en Celestino… Todo en nombre de la innovación y la búsqueda de nuevas rutas para el teatro.

Pero el teatro es ancestral, arraigado a lo más íntimo del ser humano; sólo se puede renovar desde sus raíces y de acuerdo con cada época. Antígona será siempre una muchacha que se rebela, pero la lucha contra las leyes injustas puede ser encarnada por un personaje de cualquier edad y cualquier sexo, a condición de que se renueve el mito. El teatro se revive desde sus entrañas, con respeto y audacia; no porque se puede hacer todo en el teatro, se puede faltar, fallar a su esencia: personajes en un espacio ritual en tres dimensiones, para recrear un mito, ante un grupo. Esto es teatro nada más, pero nada menos.

El discurso de un orador es teatral, pero no teatro; la misa tiene elementos teatrales, pero no es teatro… el performance es muy efectista, pero no es teatro, el circo, para que sea teatro nos tiene que llevar con un hilo conductor presentado por personajes… Recuerdo en este aspecto un magnífico Macbeth a caballo presentado por la compañía Centauro de Francia…

Como esta hay muchas experiencias interesantes que nacen del trabajo en equipo, de la búsqueda sin pretensiones, sin necesidad de mostrar una agresividad de Lucha Libre, más efectista que teatral. Porque el teatro se renueva desde sus entrañas, ritual primitivo, risa atávica que nos invita a un espacio, en un tiempo exacto en el que confluyen creadores y público para intentar cambiar nuestras vidas… Por lo menos en el espacio de una tarde…

Gritemos cuando sea necesario: ¡el rey está desnudo!

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