Zona de mutación

El tema

Por alguna razón, y casi a título de fantasía, los equipos teatrales creen que anteponiendo un tema van a lograr captar, configurar, lo que quieren expresar. Sin embargo, no parece todo tan llano y mecánico.

Existe en los países hispanoamericanos una rica experiencia en lo que se da en llamar ‘teatro de grupos’. Cada uno de los mismos podría detallar la manera particular en que lo hace. En no pocos casos tienen una aceitada relación con el Odin Theater que dirige Eugenio Barba, inclusive intercambios concretos y profusos como es el caso de los grupos peruanos: Yuyachkani, Cuatro Tablas, etc. Aparte de la fuerte impronta de la ‘creación colectiva’, buena parte de ellos, marcada por los estudios y las tendencias teórica-prácticas establecidas por personalidades como Enrique Buenaventura y Santiago García.

En la mayoría de los casos estas decisiones han tipificado teatros de fuerte sesgo político-social, que ha llevado a otros a creer que tal condición o matiz puede granjearse por una simple elección de asuntos o temas, cuando en realidad, dichos conjuntos han podido dar testimonio de su hacer como producto de un intenso proceso interno que los comprometido individual y socialmente.

Es el caso de Miguel Rubio, director de Yuyachkani, quien avanzada la realización de alguna de sus obras, es capaz de decir que aún no sabe cuál es el tema, lo que aclara que esta definición no es un apriorismo ni algo que se antepone como condición política de una acción. Al contrario, pareciera que la profundidad política se resuelve en la calidad y profundidad que ese grupo ha logrado generar como condición, involucrando a la persona, al hacedor en particular, así como a la reserva colectiva internalizada en cada integrante del grupo y que sólo un proceso creador comprometido es capaz de sonsacar en toda su significación y trascendencia. Parece un contrasentido porque dictámenes políticos abundan, desde todos los frentes, los que por su parte creen que basta con tomarlos y llevarlos adelante, fuera de ese proceso de asunción profunda que un equipo de trabajo creador encarna.

La instrumentalización de las artes, no pocas veces se hace a través de los temas que estas han de tocar, aunque bueno es decir que pocas veces desde esas directivas ha surgido nada mencionable y de verdad reconocible como significativo.

Las elecciones políticas pueden a veces no pasar de ser banales sensacionalismos que pretenden escandalizar desde códigos que en realidad son los que alienan las mejores decisiones de tales artistas. Estos equipos, en este trance de lo temático, bien pueden imponerse el tema, pero no tarda en surgir en las improvisaciones, en las primeras escrituras, un ‘me’, ‘me’ sale esto, desde mí, que no se puede soslayar. El otro que convive en mi (Yo es Otro, Yo soy Otro). «Ese otro es el que nos interesa tratar» dice Miguel Rubio, pues es el que expresa el ‘yo profundo’ y no el yo inmediato. Es el que permite transgredir el mecanismo de la espectaculosis banal, el mero representacionismo cómplice de la cultura imperante, con el presente conectado del actor, conectado a su más rigurosa fuente personal.

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