Críticas de espectáculos

El zoo de cristal/Tennessee Williams/Zircó Producciones

Sueños rotos

 

Obra: El zoo de cristal – Autor: Tennessee Williams – Adaptación: Carlos Peris y J. Luis Sáiz – Intérpretes: Pilar Martínez, Josep Manel Casany, Alejandra Mandli y Angel Figols – Músico: Miquel Marin – Escenografía: Luis Crespo – Iluminación: José Martín – Vestuario: Fidel Pérez – Música Original: Antonio Rodríguez – Dirección: José Luis Sáiz – Compañía: Zircó Producciones – Teatro Arbolé (Zaragoza) – 25 de octubre de 2012 – Un tercio del aforo.

 

Tennessee Williams es, junto a O’Neill, Miller, Baldwin y Albee, uno de los autores más representativos del teatro estadounidense del segundo tercio del siglo veinte, y ‘El zoo de cristal’ (con permiso de ‘Una gata sobre un tejado de zinc’ y ‘Un tranvía llamado deseo’) una de sus mejores obras. Se trata por tanto, y valga la manida expresión, de un clásico contemporáneo, que Zircó producciones presenta estos días en el Teatro Arbolé.

El mejor teatro de Tennessee Williams tiene algo de tragedia griega, en el sentido de que sus personajes son víctimas de un destino trágico al que no pueden escapar. Sobre un cierto trasfondo social se desarrollan grandes dramas personales y/o familiares en los que el peso del pasado, la frustración del presente y un futuro sin esperanza, marcan y condicionan sus vidas. Así sucede en ‘El zoo de cristal’. Amanda Wingfield, abandonada por su marido, se consuela con los recuerdos de su anterior y distinguida forma vida en el sur Su hijo Tom, poeta frustrado, trabaja en una zapatería y desea vivir aventuras y escapar de su agobiante madre. Y Laura, su lisiada y tímida hija, se refugia en sus recuerdos y en sus pequeños animales de cristal. Amanda busca desesperadamente un esposo para su hija. Cuando parece que ha llegado el tan esperado pretendiente las ilusiones románticas de Laura terminan haciéndose pedazos como el cristal.

Esos los elementos que maneja Williams en una estructura teatral bien construida pero tal vez excesivamente psicologizante.

La ajustada y detallista puesta en escena de José Luis Saiz evita, muy acertadamente, hacer más pesada la carga psicológica y pone al descubierto el atormentado mundo interior de los personajes, los reviste de un realismo casi fotográfico y los mueve con habilidad en el cuadrilátero situacional que construye el autor con la dureza, la nostalgia, la poesía y el romanticismo.

Hay también una gran carga simbólica especialmente evidente en la escenografía que crea un espacio con mucho de claustrofóbico, roto por una escalera que parece conducir al futuro, a los sueños, pero que los personajes no transitan nunca totalmente.

Todo esto se sostiene en un notable trabajo interpretativo (a pesar de algún tropiezo textual) intenso pero contenido, profundo y con matices, convincente, creíble y con capacidad de conectar.

Joaquín Melguizo

Publicado en HERALDO DE ARAGON 27-10-12

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