Sud Aca Opina

Exámenes

Con el paso del tiempo, los exámenes escolares de química son reemplazados por perfiles bioquímicos, el análisis de un gráfico dado por una ecuación de segundo grado cambia por el estudio de un electrocardiograma y una prueba de física sobre la fuerza de gravedad, se transforma en un test de esfuerzo físico capaz de dejarnos por el suelo, abatidos por la gravedad.

 

Los exámenes necesarios por demostrar un conocimiento adquirido indispensable para desenvolvernos en la vida, dejan de tener importancia en relación a los exámenes médicos necesarios para saber bajo qué condiciones podemos seguir viviendo.

El famoso test de Cooper, ese en el que se debe correr los más rápido posible durante 12 minutos se transforma en una gloria de nuestros días pasados, imposible de hacer.

Según la ley de conservación de la energía, esta no se gana ni se pierde, solo se transforma. Siguiendo la misma lógica, me atrevo a especular que esa energía fisica de la juventud, se transforma en una energía mental dada por los años de vida.

Hasta el momento, sabemos o creemos saber, que el tiempo es lineal e irreversible, por lo que debemos aceptar los cambios físicos; menos masa muscular, más capacidad de razonar relacionando nuestras experiencias vividas para obtener nuevos logros.

Nos volvemos incapaces de hacer sentadillas, pero adquirimos la capacidad de sentarnos a compartir experiencias.

Al principio era el verbo, y el verbo era dios, o algo así.

Siempre he dicho que a pesar de nuestra obstinada posición en sentido negacionista, todos y cada uno de nosotros somos pequeños dioses, dada nuestra capacidad de crear. Sumado a esto, con los años esa característica divina se va potenciando pues vamos comprendiendo gradualmente el sentido divino de la palabra.

Se nos hace necesario el contar nuestras experiencias vividas y escuchar otras, y si a esto le sumamos un cáliz de buen vino, el escenario es perfecto como para compartir vida.

Comenzar desde cero es muy complicado e incluso, muchas veces, imposible. Entonces se nos hace un deber ineludible el contar nuestras experiencias, tanto las positivas como las negativas, para evitarle a quienes nos rodean, el tropezar una y otra vez con la misma piedra.

Romper la barrera del silencio es como romper la barrera del sonido; es difícil, pero con voluntad, se puede, y al momento de hacerlo, se producirá una especie de explosión capaz de destruir barreras comunicacionales. Esperar que el otro lo haga es la opción preferida, opción que suele condenarnos al silencio.

Como otras situaciones en la vida, el expresarnos y escuchar, trae consigo algunos riesgos, pero la vida es un riesgo en si misma, y no me cabe la menor duda de que vale la pena vivirla.

Constantemente nos vemos sometidos a la presión de rendir exámenes de todo tipo. El más importante sin duda, es el de ser capaces de transmitir a nuestros afectos, las experiencias por las cuales hemos pasado, con el fin de evitarles dolores extremos y ojalá, potenciar sus alegrías. La vida está hecha de logros y fracasos, pero estudiando experiencias pasadas, tal vez y solo tal vez, nuestros afectos tendrán una mejor vida.

He dicho. Espero alguien me escuche.

El electro me salió bien, ahora a esperar el perfil bioquímico.

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