El Chivato

Fallece Tomás Picó, actor en ‘La gran familia’ y hombre comprometido con el teatro social

El actor y director teatral Tomás Picó, famoso por su participación en películas como ‘La gran familia’ y por su enorme labor como profesor de teatro durante las dos últimas décadas en Tarifa, falleció el pasado viernes 29 en esta localidad gaditana al no poder sobreponerse a un linfoma contra el que llevaba cuatro años batallando. Natural de Cáceres, donde había nacido hace 73 años, Picó trabajó en su juventud como galán, pero dejó el trabajo frente a las cámaras por inculcar la pasión por el teatro a cientos de chavales en situación social desfavorecida. Era el socio número 2.709 de AISGE, entidad en la que había ingresado en febrero de 2005.

Hijo de un arquitecto vasco de prestigio, Tomás Picó Hormeño había nacido el 16 de enero de 1940 y llamó pronto la atención por su físico apuesto. Debutó en el madrileño Teatro Eslava (1960) para, solo un año más tarde, formar parte del reparto de ‘Canción de juventud’, la película de Luis Lucía que sirvió para popularizar como niña prodigio a Rocío Dúrcal. Pero su papel más celebrado sería el de Jorge, el novio de una de las hijas en la inolvidable ‘La gran familia’ (Fernando Palacios, 1962). Curiosamente, Picó también participó en otro de los títulos de esta serie, ‘La familia, bien, gracias’, que Pedro Masó rodó en 1979 en un tono más desencantado.

Durante las décadas de los sesenta y setenta, Tomás Picó ejerció como actor de reparto para el cine comercial y de destape, con apariciones en títulos como ‘Fulanita y sus menganos’ (Pedro Lazaga, 1976), ‘Eróticos juegos de la burguesía’ (Michel Vianey, 1977) o ‘Cariñosamente infiel’ (Javier Aguirre, 1980). En teatro compartió escenario con Pepe Sacristán, Emilio Gutiérrez Caba o Concha Velasco, e incluso participó en las revistas musicales de Lina Morgan. Hombre «encantador, educadísimo y de vasta cultura», en definición de Kiti Mánver, amiga y actriz, Tomás hablaba con fluidez inglés, francés e italiano, e incluso vivió durante cerca de una década en el país transalpino, en el que llegó a colaborar con el eminente actor y director teatral Luca Ronconi.

Desapegado progresivamente del lenguaje audiovisual, Picó se sintió rejuvenecer cuando a principios de los novena fijó definitivamente su residencia en Tarifa (Cádiz), ciudad en la que dirigió su Aula Municipal de Teatro entre 1995 y 2005. «Fue una iniciativa impulsada por él, a golpe de entusiasmo, con la que enseñó teatro a niños a partir de siete años y ayudó a muchos críos a salir de la calle y de situaciones de desarraigo. A Tomás siempre le guió una enorme vocación social», relataba este mediodía Mánver. En Tarifa también fueron enormemente celebradas las 17 representaciones de La gesta de Guzmán el Bueno, que recreaba a pie del castillo y las murallas coincidiendo con la temporada estival.

Su solidaridad con el prójimo también quedó patente con su trabajo con las presas de la cárcel de mujeres de Algeciras. Picó mantuvo su amor por el teatro hasta después de la jubilación, y solo la enfermedad aplacó su entusiasmo en los últimos tiempos. «Pero se despidió de nosotros con sentido del humor, consciente hasta prácticamente el final y diciéndose preparado para el viaje», relató Kiti Mánver. Tomás Picó Hormeño no tenía hijos y, para cumplir su última voluntad, familiares y amigos esparcirán sus cenizas en fechas próximas en el entorno de la Playa de Bolonia, en Tarifa, un rincón que él siempre consideró «un paraíso».

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