Y no es coña

Fina estampa

El silencio se convierte en coartada o complicidad. El hablar por hablar, es una forma de ruido que anula la reflexión y que produce angustias gratuitas. Está claro que no se puede detener el tiempo, pero no estaría de más solicitar a los candidatos de todas las opciones que concurren a las elecciones del 20-N concreciones sobre algunas cuestiones muy simples sobre el futuro de la Cultura y muy específicamente, de las Artes Escénicas.

Preguntas simples que requieren respuestas complejas que desearíamos se formularan con conceptos claros y nítidos. Pero partiendo del convencimiento de que al ciudadano votante sí le interesa saber qué va a suceder con la Educación, la Sanidad o la Cultura, tanto o más que sobre la Economía o la Seguridad. Algunos seguimos pensando que una idea del mundo sustentada en una buena base ideológica en la que la medida de las cosas sea el ser humano, considerado no solamente como objeto político, sino como sujeto cultural activo, es un buen inicio para que las decisiones sobre estos temas se planteen desde posturas más avanzadas o más retrógradas, y en ello se implica todo lo que significa atención, presupuesto, incardinación, fomento desde la infancia y por todo el proceso formativo en los asuntos culturales de toda índole.

Lo anterior es un principio que muchos partidos europeos del espectro político de la derecha o el centro derecha y desde luego el centro izquierda y la izquierda, lo asumen, lo protegen, lo discuten en sus matices y lo defienden porque forma parte de la manera de ser ciudadano francés, alemán, inglés o polaco, por poner unos ejemplos. Existen problemas económicos en toda Europa, existen recortes, pero como estaban en un punto de desarrollo tan avanzado, con estructuras formativas, de producción y de distribución tan consolidadas e integradas en la acción de gobierno y como algo indispensable e incuestionable, su supuesto retroceso será para colocarse como tres décadas por delante nuestro, a fecha de ayer, porque es mañana lo que nos preocupa.

Algunos opinan que suprimir el Ministro de Cultura como titular único de una cartera es un retroceso, pero pongamos que se trata de una reunificación para ahorrar algo, pero se mantienen todas sus funciones, incluso salvando la indeterminación política práctica de que existen Comunidades cuyos estatutos recién aprobados en el Parlamento español dicen muy claramente, «Cultura: exclusiva de la Autonomía». Bien, salvando todas estas realidades jurídicas, pedimos respuestas sobre las siguientes cuestiones:

¿Se va a mantener la actual estructura del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música?

¿Seguirán con los mismos objetivos las Unidades de Producción, Ballet Nacional, Compañía Nacional de Teatro Clásico, Centro Dramático Nacional, Teatro de la Zarzuela, y otras?

De mantenerse estas unidades, ¿se plantean hacerlas realmente estatales y no solamente madrileñas, propiciando, sub-sedes o al menos giras a precios lógicos?

El Centro de Documentación Teatral, el Museo del Teatro, ¿se reforzarán, se mantendrán o se reducirán presupuestos?

¿La Red de Teatros y Auditorios de Titularidad pública, seguirá siendo una asociación privada o se volverá a colocar en la estructura del INAEM?

¿Se revisarán las subvenciones que se otorgan de manera nominativa a personas, grupos, entidades, festivales o ferias que tantos agravios comparativos producen?

¿Se modificará la actual política de ayudas a la producción, las giras, las salas y demás elementos del sistema productivo real?

¿Se contempla retomar las ayudas a las revistas especializadas?

Por hoy, ya vale. Ahora que vengan los estilistas, con su fina estampa, y si quieren, o saben, contesten algo. Lo grave, lo realmente grave es que en ningún partido con posibilidades de gobernar se está trabajando en estos asuntos con la profundidad y el consenso debido. El que gane, tendrá a todos aquellos que consideran deben pasar la factura por los favores prestados llamando a la puerta y se volverá a improvisar, a seguir la rutina o a cortar por lo sano. Y eso, nos colocará de nuevo a mucha mayor distancia de Europa. Lo de la crisis financiera es grave, pero la cultural es demoledora paralizante, destructiva y disolvente.

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