Críticas de espectáculos

Flamenco Kitchen / Juana Casado / Ana Salazar / 34 FIT de Cádiz

Comienzo con reivindicación

A estas alturas de su trayectoria, la 34ª edición del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) no necesita reivindicar nada; a lo largo de su devenir tiene ganado un prestigio artístico, cultural y social que no cabe discusión. El tipo de programación es la mejor carta que avala el carácter, el compromiso y las señas de identidad. En este sentido, el espectáculo con el que ha comenzado el FIT de este año constituye todo un homenaje a la clase trabajadora denunciando y reivindicando las condiciones y precariedad laboral.

 

Con el Gran Teatro Falla lleno de un público entusiasta, la compañía andaluza Flamenco Nómada ha presentado ‘Flamenco Kitchen’, un espectáculo escénico con el lenguaje flamenco y un discurso atrevido porque se sale tanto del folclore típico como del glamour de vistosos vestuarios, complejas coreografías y escenografías de aparatajes. La obra cuenta la vida cotidiana de unas trabajadoras en un restaurante donde confluyen alegrías, esfuerzo y sentido de cooperación.

El montaje dirigido por Juana Casado, se instala en una estética alejada de los cánones tópicos de los eventos étnicos. La danza de los salones y teatros conmemorativos baja al baile de cocina y mesas de trabajo para confeccionar alimentos. Y es aquí donde el espectáculo choca al espectador por inhabitual debido a que las bailarinas y cantaoras son personas ordinarias, comunes, son personas de carne y hueso que visten mandiles negros y uniformes que pudieran ser de cualquier restaurante español. Son empleadas que les unen no solo el trabajo, sino el cante y el baile flamencos como forma de expresión.

Bulerías, alegrías, tangos, petenera, soleá y rumbas se desgranan entre mesas y cazuelas, cucharas y manteles. El cante sentido, aunque no se llega a entender lo que cantan por los malditos micrófonos mal ecualizados y potencializados al máximo volumen, transmite los sentimientos, las emociones y los sufrimientos individuales de unos personajes perfectamente reconocibles porque pertenecen a nuestra grosera actualidad. 

La migrante sin papeles, la controlada por el marido a través del teléfono móvil, la acosada por ser mujer, la enganchada a la bebida por el dolor de vivir, el macho, el acoso sexual, el sufrimiento, la soledad, “tómate esta botella conmigo” desgarrada como Chabela Vargas, emoción…

El montaje describe un doble espacio mental. De una parte, lo más visible de la escena, se percibe un espacio cerrado, escondido a modo de prisión; y tras las cortinas y desde la platea hay otro espacio exterior donde se adivinan los salones, los despachos confortables, el personal directivo ajeno a lo que sucede en el sótano, los comedores y los asistentes donde se puede respirar un ambiente de sosiego y libertad,

El espacio físico es la cocina donde las actrices / bailaoras juegan con las mesas de trabajo en una coreografía a modo de comedia musical; juegan con los utensilios de cocina picando y percutiendo ritmos que marcan la tensión dramática; juegan con las cazuelas, las escobas zapatean convirtiéndose en personajes de compañía; juegan con los manteles blancos asemejando palomas en busca de su liberación en vez del clásico y festivo mantón. Los utensilios comunes forman parte del juego para subrayar una dramaturgia y un flamenco nada común.

En ‘Flamenco Kitchen’ hay un buen trabajo escénico arropado por la danza y el cante flamenco como forma expresiva. Pero, sobre todo, hay una dramaturgia nítida que plantea continuos guiños de denuncia social.

La pieza describe los padecimientos de unas trabajadoras no siempre bien valoradas, Pero se crecen cuando perciben su poder colectivo. “Nos pagan mal, las leyes no nos escuchan pa` que tengamos razón”, cantan. “Marcharemos por la igualdad salarial, (…) huelga contra la explotación”. Flamenco sí, cante y baile útil más allá de la mera exhibición. Hay algo que reivindicar.

Manuel Sesma Sanz

Espectáculo: Flamenco Kitchen. Dramaturgia: Juana Casado. Coreografía: Ana Salazar. Autoría de las letras: Luz Valenciano. Bailarinas: Ana Salazar, Mª Ángeles Gabaldón, Hiniesta Cortés y Mª José León. Cantaora: Inma La Carbonera. Guitarrista: Paco Iglesias. Percusionista: Roberto Jaén. Dirección: Juana Casado. Sala Gran Teatro Falla de Cádiz. 34 edición del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz.

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