Críticas de espectáculos

Hielo y fuego (Frozen)/Tomás Gayo Producciones

Culpa y perdón
Obra: Hielo y fuego (Frozen)
Autor: Bryony Lavery
Intérpretes: Carmen Conesa, Magüi Mira, Tomás Gayo, Mundo Prieto
Vestuario: Javier Artiñano
Iluminación: Rafael Echeverz
Música original: Pablo Salinas
Dirección: Nieves Gámez
Producción: Tomás Gayo Producciones
Serantes Kultur Aretoa – Santurtzi – 24-02-06
Un asesino en serie, la madre de una de las niñas violadas y asesinadas, y una siquiatra forman un trío que a partir de monólogos van construyendo el cuadro del horror. Si hay conciencia en el acto de la violencia, es decir si hay maldad, es pecado, pero si no existe esa reflexión se trata de una enfermedad que podría excusar al asesino. Pero en el seno de la familia que ve como desaparece su hija o hermana de diez años, y que después de sufrir durante larguísimos cinco años aparece enterrada en un almacén, las posibilidades de discernimiento entre una opción u otra es imposible. En su idea desde la impotencia siempre hay maldad, han sido afectadas por el horror, y desean todo lo peor para el asesino.
Pero como se trata de una obra dramáticamente muy consistente, todo esto no sucede linealmente. Ni el malo, parece tan malo, ni la madre puede vivir siempre con el peso del deseo de venganza, por lo que quiere visitar en la cárcel al asesino una vez detenido y allí le demuestra que ya no siente odio. Y esa conversación, ese encuentro con una realidad no imaginaria, sino tangible, dispara en la cabeza del asesino una reacción absoluta.
Con todo este material tan candente, tan de fuego, la dirección ha debido distribuir con sabiduría los hielos que atemperaran, que dejaran todo el decurso de la trama en un terreno menos inflamable. Es la propuesta de la escritura, ir por los aledaños, por la periferia, mostrar las partes menos abrasadas, para dejarnos ver el fondo del volcán. Y el equipo actoral se ajusta perfectamente a esta mirada, muestran sus personajes, los viven, pero los miman, no los dejan que se aceleren, van siempre con un buen compás interno, con un ritmo escénico a base de esos tramos monologados que se van engarzando y van creando el documento final, sirven a los espectadores los datos para que pensemos, reflexionemos sobre la culpa, sobre el perdón.
Carlos GIL

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