Críticas de espectáculos

Hij@s de la Bernarda / Rosa Luisa Márquez / Tojunto de Puerto Rico

Sentir y confrontación

De “La Casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca se han hecho mil y una versiones. En todas o en la mayoría de ellas, los temas recurrentes han sido la libertad, el autoritarismo, la claustrofobia, el costumbrismo andaluz, para otros el tenebrismo castellano. Desde la versión antropológica que hicieran las gitanas de El Vacíe de Sevilla que se pudo ver en el FIT, hasta aquella primera versión que presencié hace medio siglo donde Ismael Merlo interpretaba a una imponente Bernarda por su talle, por su energía, por su voz y por las connotaciones políticas del momento, pasando por otras versiones más o menos convencionales –recuerdo la de Nuria Espert en las Naves del Matadero de Madrid-, la pieza de Lorca ha soportado visones políticas, otras controvertidas, las más esteticistas, algunas folclóricas y también las que se han aferrado a la literalidad.

Ahora en el Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz, la compañía Tojunto de Puerto Rico nos ha presentado una visión de “La Casa de Bernarda Alba” desde una perspectiva insólita y arriesgada, osada, pero con unos resultados ciertamente inteligentes en lo conceptual, hermosos en la plasticidad, y potentes en la exposición.

Rosa Luisa Márquez ha creado la dramaturgia y dirigido “Hij@s de la Bernarda” a partir del texto de García Lorca. El espectáculo se apoya en el movimiento y en la música para describir las pasiones y las controversias que se viven en el interior de la casa. Sin apenas texto, la pieza se adentra en el alma de los personajes para mostrar sus sentimientos más profundos que desembocan en una continua confrontación.

Los celos, la envidia, la rabia, el dolor, el erotismo, el amor, el odio fraternal, el rencor, la impotencia, son algunos de los sentimientos que confluyen en la escena. La dramaturgia, más que dibujar una fauna humana enjaulada, propone mostrar las relaciones humanas marcadas por el universo del sentimiento en sentido amplio; no habla solo de pasiones, habla de sentir.

Y para mostrar este sentir, nada mejor que el juego escénico por medio de la expresión corporal, de la danza y de la música que dialogan y subrayan cada emoción, cada disputa, cada rito, cada complicidad.

El espectáculo creado por Rosa Luisa Márquez con la colaboración de todo el elenco puede inducir a la controversia, cuando no al rechazo frontal, y a la confusión por varias cuestiones. Una, que el texto de Lorca apenas aparece si no es por la breve intervención de la abuela y por las descripciones que verbales que hace la Poncia interpretada por la propia Rosa Luisa que, a su vez, ejerce de directora operística haciendo las indicaciones oportunas a las bailarinas y dando las entradas a los músicos, estando presente en toda la función.

Otra cuestión controvertida es que Pepe El Romano aparece físicamente –ya sabemos que Lorca referencia al personaje en el exterior de la casa- y tiene una tórrida escena con Adela llena de erotismo y sensualidad, a la par de lucha, de sentimientos encontrados y de seducción; Adela secuestra al varón.

En fin, hay una disfunción, al parecer deliberada, en cuanto que una misma bailarina puede hacer varios personajes y éstos pueden cambiar de intérprete. Contribuye a la confusión. Y es que, la propuesta sacrifica a los personajes para encontrar mayor intensidad dramática y expresiva según las cualidades de cada bailarina. Hay un hombre que hace de mujer. Por ejemplo, la bailarina que interpreta a Bernarda entrando en la casa con un soberbio zapateado cargado de autoridad, canta maravillosamente, y después hace de Adela con Pepe El Romano en la escena más comprometida y audaz.

En “Hij@s de la Bernarda” sobresale la liturgia del espectáculo sobre la literatura. Ciertamente, esta cuestión puede causar rechazo entre los puristas pero pienso que, para quienes se adentren en la poética, en el significado profundo del concepto espiritual lorquiano, la puesta en escena puede transmitir intensidad y emoción puesto que busca la esencia de una convivencia vital.

Aparte de la fenomenal expresividad con cada paso, con cada coreografía coral, con cada movimiento, con cada acción, la puesta en escena cuenta con un excepcional trío musical (guitarra, teclados y percusión además de la voz) que fusiona el flamenco con la trova latinoamericana y con el jazz. La música complementa con sonidos propios –acordes, compases, glisandos, escalas y frases cortas- cada acción y, por otra parte, dialoga por medio de canciones con cada situación: bisbeos, susurros, “La Peregrinita”, “Anda jaleo”, chirridos, una ranchera de ronda, tableteos, silencios, todo un catálogo de sonidos que subrayan la emoción.

Para completar lo que podría parecer un desafuero estético puesto que el discurso se aparta de la literalidad, la escenografía creada por Juan Fernando Morales, participa en cierto modo, de una desestructuración cubista: el dintel de una puerta, maderas recicladas que desdibujan alguna ventana, un somier haciendo de pared… El realismo y el costumbrismo se apartan para desarrollar espacios en la imaginación del espectador.

Y como de expresionismo latino se trata, hay que mencionar no solo la escena de Adela y Pepe El Romano, sino los diálogos zapateados, la pelea por la silla, la disputa por el collar, “la luna llena” y el mantón azul, la muerte y la procesión ritual, el abanico rojo, los latigazos, el cante flamenco hondo, Andalucía y el Caribe unidos en un abrazo fraternal.

Para finalizar, la directora lo dijo al comienzo de la función, hay que señalar que este montaje está inspirado en “la obra de las maestras Gilda Navarra para transformar a la bailaora Jeanne d´Arc en las duales protagonistas de la pieza”. En todo caso, cabe decir que el espectáculo “Hij@s de la Bernarda” posee una fuerte carga lorquiana en la expresividad y en la emoción.

Manuel Sesma Sanz

Espectáculo: Hij@s de la Bernarda. Dramaturgia y dirección escénica: Rosa Luisa Márquez. Coreografía: Jeanne d´Arc con la colaboración del elenco: Beatriz Irizarry, María Alejandra Castillo, Cristina Lugo, Marilí Pizarro, Kianí del Valle y Jesús “Pito” Miranda. Música: Rafael Martínez, Enrique Chávez y Pilli Aponte. Escenografía: Juan Fernando Morales. Compañía Tojunto de Puerto Rico. 32 Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz.

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