Sud Aca Opina

Intoxicación tecnológica

Ayer vi a mi sobrina de 11 años sentada viendo televisión mientras manipulaba un teléfono de esos mal etiquetados de inteligentes, y en caso de necesitarla, con una tablet a su lado. Algo que perfectamente podría ser diagnosticado como un evidente cuadro de intoxicación tecnológica.

 

Para que la realidad material pudiese llegar a su cerebro donde sería procesada según la información recibida, primero tenía que pasar por 2 y hasta 3 pantallas, y por supuesto, por el filtro de las líneas editoriales de quienes manipulan los contenidos para obtener algún tipo de beneficio.

Los fuegos artificiales multimediales, tienen completamente secuestradas las conciencias de niños en plena etapa de formación.

La llamada generación digital nació con computadoras, internet, wi-fi, bluetooth, facebook, twiter, juegos en línea… es y siempre ha sido su realidad, por lo que para ellos es normal encerrarse en sus dormitorios a jugar con un grupo de amigos repartidos por todo el mundo, amigos virtuales con los cuales deben derrotar a ejércitos enemigos, amigos que jamás verán en su vida y victorias que solo les darán puntos para seguir jugando en su propio universo de completo aislamiento social.

Desde la invención de la rueda, e incluso antes, la tecnología ha creado herramientas para facilitarle la vida al ser humano, potenciando así sus logros. El único problema que yo veo, en este desarrollo en pos de la autosuficiencia humana, un daño colateral es el aislamiento social para obtener logros. Alguna vez, un hombre no podía mover más de 100 kilos por sus propios medios, por lo que debía pedir la ayuda a sus pares. Hoy en día, con una máquina, son toneladas en la punta de un botón. Son tantas las cosas que logra por sus propios medios, por supuesto valiéndose de la tecnología, que ya no necesita de un otro. Él solo puede.

Solo.

Y si en un caso extremo debe pedir ayuda, se siente débil.

¿Cuál es el problema de sentirse, e incluso ser débil?

La condena social a esa condición es implacable.

Para ser aceptado de buena manera por la sociedad impersonal, al menos de lo que el mercado nos ha convencido, es de que debemos proyectar una imagen de pleno éxito, ser rubio, estar bronceado, mostrar un cuerpo tonificado, y por supuesto, ser millonario.

El disfraz solo se logra usando las marcas y productos publicitados por los medios.

Soy débil, lo confieso. Soy tan débil que incluso cuando para algún cumpleaños me regalan artículos de marca con vistosas etiquetas a la vista, se las saco.

¿Para qué tanta exposición de fortaleza si hoy por hoy todo es made in China?

Como nota al margen, la frase más leída en navidad es «made in China».

Puedo ser iluso, pero yo trato de encontrar fuerza en reuniones con amigos, en compartir con la familia, en tratar de sacarle una sonrisa a personas desconocidas. Nada de esto se puede de manera virtual. La intoxicación tecnológica, como toda intoxicación, nos nubla el juicio, llevándonos incluso a alucinar, a creer aquello imposible.

Las relaciones virtuales solo serán reales hasta poder estrecharse las manos o darse un abrazo. Eso, hasta que la tecnología no invente algo nuevo.

Termino aquí, antes de que se queme la carne en la parrilla.

¡Salud y buena vida!

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