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Josep Maria Flotats versiona ‘El enfermo imaginario’ de Molière

El 18 de noviembre se estrena en el Teatro de la Comedia de Madrid ‘El enfermo imaginario’ de Molière, pieza de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que dirige y protagoniza Josep Maria Flotats.

 

«Cuando Helena Pimenta, a quien agradezco su confianza, me invitó a trabajar en este prestigioso teatro, yo aprovechaba la gira del ‘Voltaire/Rousseau’ de Jean-François Prévand, para releer el teatro de Molière durante esos interminables desplazamientos en tren. ¿Casualidad, coincidencia? No lo sé», explica Josep Maria Flotats. En su opinión, Molière descubrió en esta obra una faceta del ser humano que no se limita a su tiempo, sino que ha ido aumentando hasta llegarnos convertida en una pandemia universal: la de quienes, para remediar frustraciones y fracasos personales, sufren o creen sufrir enfermedades que no son otra cosa que fruto del descontento ante unos deseos y proyectos de vida insatisfechos; de ahí las contrariedades ante los menores hechos que provocan una desazón constante e inquietante; de ahí también la depresión que afecta a miles de personas ante cualquier suceso adverso, por mínimo que sea; y de ahí que se busque como solución mágica la cura de sus desilusiones en la medicina y el remedio en las pastillas.

«España ocupa el segundo lugar en el consumo mundial de medicamentos y el primero en el de ansiolíticos, que, entre los jóvenes se ha multiplicado de forma alarmante durante la última década, según las estadísticas. La situación genera, sobre todo, una decepción con uno mismo que no deja de tener secuelas: nos convierte en seres a los que incomoda e irrita todo su entorno; como le ocurre a Argán, el protagonista de ‘El enfermo imaginario’, nos vuelve despóticos hacia el ámbito social en el que nos movemos. La obsesión con la enfermedad, –en realidad con nuestras frustraciones–, no nos permite darnos cuenta de que ese entorno se ríe de nuestras extravagantes pretensiones, nos vuelven grotescos, y por lo tanto ineficaces: por eso Argán se queda solo con sus manías mientras el resto de los personajes prosigue serenamente y sin tensiones su búsqueda de la felicidad», finaliza Flotats.

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