Críticas de espectáculos

La boda de tus muertos / Pablo Canosales

No ha pasado nada y ¡Viva la novia!

 

La obra de Pablo Casonales, se centra en uno de los eventos mayúsculos en la vida de una familia, la boda, ritual a la vez familiar y social. Pero en La boda de tus muertos se trata de una boda poco común en la que la familia del novio se encuentra atrapada en una experiencia extraña, orquestada por un enigmático camarero. La obra, a través del microcosmos familiar y la metáfora de la boda, enfoca los mecanismos que rigen y dominan las conductas individuales y sociales. Una familia, padres, su hijo y su hija, adultos, están invitados a la boda de otro hijo, Pablo, que se ha alejado de su familia y con el que no tienen ninguna relación.

En su viaje a la boda, en el coche, una voz en off (como un GPS) les guía, pero también calma e impone orden a los miembros de la familia que no cesan de polemizar sobre diversos pormenores de sus asuntos. 

En el salón de la boda, desconcertados, son colocados por un camarero autoritario, semejante à un autómata o a un militar, en una mesa al fondo muy alejados de la mesa de los novios. Desde aquí tenemos la mejor vista de la boda, declara con tono definitivo el camarero, cual maestro de ceremonia o superego freudiano, atento a que se respeten estrictamente todas las reglas. 

A lo largo de la boda, de que los familiares, todos vestidos de blanco, son espectadores, basculando permanentemente entre la necesidad de hacer frente común, manteniendo el consenso y poniendo buena cara ante la situación inesperada, extraña, y sus discrepancias, frustraciones, resentimientos, reproches, que no pueden contener.

Tanto sus esfuerzos para corresponder con las exigencias de las circunstancias, como sus enfrentamientos o confesiones de sus fracasos, decepciones, son grotescos, a veces tragicómicos, y culminan con «¿Ha pasado algo? No ha pasado nada. «

Efectivamente nada se resuelve, nada cambia, tras la tormenta viene la calma, el orden se impone y la familia, como despertada de una pesadilla, se va a casa.

En el escenario, solo la mesa de la boda puesta y sillas, puerta. La mesa de los novios que los familiares observan de lejos, no está visible, los novios tampoco. 

Nos damos cuenta de que la familia que asiste a la boda, es observada y vigilada tanto en su viaje en coche como en la cena de boda con todo el ritual arreglado. 

El camarero, personaje muy ambiguo, interviene en los enfrentamientos de los miembros de la familia, manteniendo el orden, pero también, tomando el papel del padre, habla con el hijo de los problemas de este o comparte un porro con la hija. 

Pablo Canosales distancia su puesta en escena del realismo, confiriéndola un tono surrealista, paródico y, en algunos momentos, un ambiente onírico o de pesadilla. 

Lo grotesco, lo cómico, tienen al mismo tiempo algo de desesperado e inquietante. Por ejemplo el imposible discurso de boda del padre, que no puede acabar sus frases, interrumpidas por ataques de risa o de bochorno. También la escena en la que la madre, que confiesa, de forma casi histérica, sus frustraciones y su fracaso matrimonial, es tragicómica.

Su discurso brota, rápido, ininterrumpido, como si todos sus resentimientos retenidos, escondidos, hubieran roto los diques.

El ritual solemne de la boda está permanentemente amenazado por elementos disonantes. Por ejemplo en la música de la ceremonia, cada vez más discordante o en la vulgaridad que se impone en los comportamientos de los protagonistas. 

La estructura dramatúrgica de la obra, semejante a la de una partitura, compuesta de solos, dúos (diálogos) y partes corales, con variaciones rítmicas, crea la sensación permanente de crescendo y decrescendo de tensión, de oscilación entre explosiones, turbulencias y aplacamientos. 

Se destaca un excelente trabajo de iluminación de Carlos Marco que juega con los contrastes, claro y oscuro, con un toque onírico, creando zonas de sombra que encubren a los personajes apartados de la acción inmediata. 

Las pocas proyecciones en la pantalla, en el fondo: fuegos artificiales, colores vivos, rojo, azul… crean una atmósfera de fiesta. 

Los actores, totalmente acomodados en la partitura dramatúrgica, manejan, con naturalidad, los permanentes cambios de tono, de ritmo, y una amplia gama de lo cómico.

Indiscutiblemente la joven y ambiciosa compañía Sieteatro Producciones tiene un evidente potencial creativo y porvenir.

 

Irène Sadowska 

La boda de tus muertos de Pablo Canosales – Dirección y dramaturgia: Pablo Canosales – Escenografía y vestuario: Tania Tajadura – Iluminación: Carlos Marco – Con: Mauricio Bautista, Lucia Bravo, Sara Mata, Víctor Nacarino, César Sánchez – En el Teatro Luchana de Madrid los viernes de abril y mayo 2018

 

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