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La dramaturgia gallega no existe

Efectivamente, en la práctica, la dramaturgia gallega contemporánea no existe ni en Galicia ni fuera de ella.

¿Y cómo es posible que un arte de los más antiguos de la humanidad, en occidente desde Esquilo, no exista en gallego y sí en castellano, catalán, inglés, francés… y en cualquier coordenada cultural mínimamente sana?

Hay varias circunstancias que concurren en esta patología. La primera, que no es única de Galicia, es la falta de promoción que desde la escuela hasta la universidad, o sea, en la educación, tienen aquellas dramaturgias que, además de ser partituras de acción para espectáculos, tienen valores literarios que las convierten en literatura dramática.

Nadie concebiría que una persona medianamente cultivada (culta) no haya leído alguna obra de Shakespeare o de Calderón de la Barca o de Valle-Inclán, por citar solo algunos ejemplos obvios y sin entrar en más detalle sobre los valores intrínsecos de la literatura dramática.

Sin embargo, parece que hoy en día, entre los materiales docentes no hay una reglamentación que exija la inclusión de la literatura dramática universal dentro de los planes de estudio de la educación obligatoria.

Ni oficial ni oficioso, el teatro, salvo excepciones voluntariosas, no se contempla de una manera sistemática en la formación de las personas. El deporte sí. Y el fútbol más aún. El fútbol se promociona de manera masiva en colegios e institutos. Las artes menos, mucho menos. ¿Por qué? ¡Buf! ¡Quién entiende este mundo!

El caso es que tenemos una sociedad más pendiente del fútbol, y de sus fichajes multimillonarios, que de las leyes y sucesos que afectan a la educación o a la sanidad, que son dos servicios públicos básicos en una sociedad civilizada y solidaria. Tenemos una sociedad enajenada por la liga española pero no mejorada, como demuestra la calle los días de partido de fútbol.

El fútbol entretiene a la recepción, pero no la mejora.

Ya sé que comparar no es políticamente correcto y que las comparaciones son odiosas y todo eso… Pero aprendemos comparando estímulos. Sabemos lo que es grande en función de lo que es pequeño, lo que está frío en función de lo que está caliente…

Volviendo a la invisibilidad de la dramaturgia, y más concretamente de la literatura dramática gallega contemporánea, estaría el papel de las instituciones públicas culturales y artísticas autonómicas y estatales.

Consellería de Educación y Cultura de la Xunta de Galicia. Axencia Galega das Industrias Culturais. Centro Dramático Galego. Escola Superior de Arte Dramática de Galicia. Consello da Cultura Galega. Universidades… a nivel autonómico.

Al margen de organizar algún premio anual de literatura dramática, con una cierta dotación económica y publicación de las obras ganadoras, nos falta, por ejemplo la labor de promoción continuada y de traducción y edición en otras lenguas, como hace el Institut Ramon Llull con la dramaturgia catalana, potenciando, junto a la Sala Beckett de Barcelona, al Teatre Nacional de Catalunya, al Teatre Lliure i al Institut del Teatre, entre otros organismos, la programación en los teatros de dramaturgia catalana contemporánea, la traducción y edición en otras lenguas, organizando viajes al extranjero, ciclos de lecturas y debates en algunos de los núcleos teatrales más importantes de Europa.

Nuestras/os colegas catalanas/es cuentan con una infraestructura institucional que, en general, apoya y promociona la cultura y la lengua catalana dentro y fuera.

En Galicia esto no pasa. Y el Instituto Cervantes nos tiene casi olvidados. Supongo que tendrán otras prioridades.

¿Y las universidades gallegas? Con la salvedad de algunas profesoras y profesores que estudian la historia del teatro y de la literatura dramática gallegas, no hay, para nada, un firme impulso a la dramaturgia contemporánea gallega en sus planes de estudios. Sin embargo, volviendo a esa comparación desorbitada con Catalunya (por eso de que es otra cultura diferenciada sin un estado propio, como Galicia), pues en las universidades catalanas existen grandes eruditas/os sobre la dramaturgia, en algunos casos se trata de profesoras/es que imparten docencia tanto en las titulaciones de Filologías como en Arte Dramático en el Institut del Teatre, porque son, además, profesionales del teatro. En resumen, en la universidad catalana existe una atención y un estudio constante del teatro catalán y de su dramaturgia, aunque los profesionales salgan, en su mayoría, de las aulas del Institut del Teatre.

Pero claro, el Institut del Teatre tiene más de cien años y fue el primero en implantar todas las especialidades que existen en el currículum de Arte Dramático, sin embargo la ESAD de Galicia cumple en este 2015 su décimo aniversario.

Y en la ESAD de Galicia, ciertamente, se imparte la disciplina de dramaturgia, aunque es una de las más marginadas dentro del plan de estudios que nos rige. En la especialidad de Dirección escénica solo hay un 12,7 % de las horas de docentes dedicado a la dramaturgia y a la escritura dramática. En la especialidad de Interpretación este porcentaje baja al 2,5 % de las horas de docencia, y en la especialidad de Escenografía aún es menor la incidencia de esta disciplina que está en la base del hecho teatral. Què hi farem, noi! C’est la vie!

¿Y qué pasa con las asociaciones u otros colectivos con fines culturales? La Asociación de Escritoras e Escritores en Lingua Galega, o el PEN Club de Galicia… Están muy ocupados con otros géneros considerados más literarios, tipo la novela, el ensayo y, sobre todo, la poesía. No olvidemos que en Galicia tenemos varios poetas por quilómetro cuadrado. La promoción y estudio de la dramaturgia gallega queda totalmente relegada en estos ámbitos, al margen de algún homenaje puntual a algún dramaturgo, como el que le hizo la AELG hace años a Manuel Lourenzo al concederle uno de sus máximos reconocimientos: la letra E de escritor.

En el GALEUSCAT, organizado por las asociaciones de escritoras/es, tampoco parece que la dramaturgia tenga mucha repercusión, aunque podría colaborar en tender una red entre las literaturas dramáticas de lenguas minorizadas.

Sabemos que no existe un «sistema teatral» potente a nivel artístico sin una atención a la dramaturgia, como se puede comprobar en los principales teatros y centros de estudio de Europa, sin embargo aquí en Galicia la dramaturgia está como en servicios mínimos y así tenemos, entre otras razones, el «sistema teatral» gallego que tenemos, debilitado por todos los flancos.

En resumen, aunque, por ejemplo, en el año 2012 Raúl Dans haya ganado el Premi Born de Teatre, Marcos Abalde el Marqués de Bradomín y Fernando Epelde el SGAE, permanecen invisibles y sin llegar al escenario. ¿Quién ha leído sus obras o asistido a algún espectáculo a partir de las mismas? ¡Aún si estuviesen muertos! Porque aquí en Galicia la muerte te revaloriza y una vez que te mueres puede ser que te «monten», te editen y te publiciten. No sé si por un antropológico culto a los muertos en una sociedad conservadora y tradicionalista, o si por necrofilia, o si por la simple comodidad de que los muertos no dan la lata y puedes hacer de ellos un pandero.

En Galicia tenemos dramaturgas y dramaturgos con obras tan interesantes y potentes como la dramaturgia catalana, castellana, francesa o inglesa. ¿Entonces por qué no existe la dramaturgia gallega?

Afonso Becerra de Becerreá.

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