Zona de mutación

La escena y su negativo

Narratividad implícita, tácita. Narratividad latente. El paso de un mojón a otro. El enlace de situaciones capaces de crear estados, intensidades, intrigas. Mutación de una masa a otra. De una forma y una catadura a otra. Lo que ha de cuestionarse es el plan. La teleología. La adscripción a un fin predeterminado. Lo que se discute es la posibilidad de enlazar escenas consabidas. El valor de descerrajarse, de traslucirse en acontecimiento, elabora inmediatamente su obstáculo, su negación. Es inevitable que la confrontación a nuevas fuerzas es un clinamen. Tal vez todo se ligue a un ‘querer decir’, sin el cual, no se concede poder de narración. Pero es un error. Una desconsideración a la ebullición capaz de conjurar las ‘otras cosas’. Subestimar el don de aparición con que se desenvuelven las magias. Poner los relatos en términos prácticos, customizados, es lo que atenta contra el accidente, contra el espectro de probabilidades. El saber adónde se va, pragmatiza los lenguajes e intenciones e impone una sustracción de variedades. Impide el conocer. Son las trampas del ‘storytelling’ que Christian Salmon tematiza como una máquina de fabricar historias y formatear las mentes.

Lo que se desencadena en la escena goza de la previsión de una narratividad sugerida, potencial. Podría constreñirse al ‘descubra usted la historia’. No es que a priori esta sea denegada, sino que puede emerger imprevista. Un clinamen que desorienta las cosas para unirlas en lo imprevisible, para llevar a una solución inesperada. Un emerger que se puede asociar a un despertar. Una apertura que remite a ruptura perceptiva, a multiplicación. A desacomodamiento y vuelta a acrisolar. La contaminación visual está plagada de derroteros que funcionan por elección y no por imposición.

La serenidad de abrirse a lo que venga. A esa no-historia que se eleva como caos que se desmadeja como un cosmos titilante, en donde se juega a encontrar planetas con las condiciones que permiten nuestra vida en este mundo. Una cosa es perderse, otra encontrar, ver. Las diferentes calidades, forman el criterio capaz de valorarlas. Sin criterio que se ejerza, no hay diferencias apreciables. El volumen del espacio es una oposición a su vaciedad. Así como el poder manifiesto de sus cualidades, deviene de una manifestación impar. Empatado se satura en la no cualidad, en la dilución, en la in-diferencia.

La ignición, la fisión, la asimilación amigable, el impacto, hacen obvio un obstáculo y con él, la posibilidad de hacer otro y transformar. Los puntos de sinergia en un espacio, de aquello que pulsa como materia o anti-materia, son un desafío físico. «La narración ejerce una selección» al decir de Byun-Chul-Han, un derrotero de cuentas que no es sino un sendero rodeado de asechanzas. Atravesar el espacio es una decisión. Consumar el viaje es transformarlo en otra cosa, que aunque se pretenda ya conocido, es capaz de sorprender con el ácido inesperado que el viajero no espera. Es importante que por experiencia, el viajero-aventurero, lo sepa. Si no se da por enterado, si le da lo mismo, el espacio se lo come.

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