Críticas de espectáculos

La historia de Ronald, el payaso de Mac Donald’s/La Carnicería

Química filosófica
Obra: La historia de Ronald, el payaso de Mac Donald’s
Autor: Rodrigo García
Intérpretes: Juan Navarro, Rubén Amettlie, Juan Loriente
Iluminación: Carlos Marquerie
Música: Panasonic, Juan Navarro
Dirección: Rodrigo García
Producción: La Carnicería Teatro
Salle Lauga 2 –Baiona- 19-10-04 – Festival Théâtre Franco-Ibérique et Latino-Américain
Monólogo a monólogo los personajes van mostrando las huellas de su relación con el consumo y las marcas. De cómo el ser humano en la sociedad occidental pasa a ser un mero número que consume y por ello altera las estadísticas. El tono es creíble, las historias en ocasiones tienen rasgos de comedia, pero cuanto más mirada ácida, más humor, mayor violencia demoledora. Cuanta mayor cercanía en la exposición, más se debe sentir concernido el espectador. Rodrigo García critica un sistema de vida, una filosofía social, una subcultura de la marca, la ostentación y la deshumanización. Y establece una máxima, somos lo que comemos, por lo tanto cuanta más mierda comamos, más mierda será nuestra vida, nuestro pensamiento, nuestra existencia. Química filosófica.
Queda claro que combatir lo establecido se debe hacer con un lenguaje rompedor. Un lenguaje en donde los cuerpos de los actores no sean un simple contenedor de palabras, sino una implicación total en todos su desarrollos dramáticos. Porque son hombres lo que claman contra lo que hacen los hombres. Y lo deben experimentar, entregarse a una relativa violencia física escénica, a un baño constante con bebidas y comidas, hasta que logran en toda la sala un ambiente repugnante al mezclarse el vino con la leche y con el detergente. Una explosión de productos de consumo que llueven del cielo, porque además hay mensaje, hay denuncia y hay llamada a la acción, solidaria, pero activa de todas las partes aludidas.
Como en todos los trabajos de García hay momentos plásticos de gran contundencia, escenas en donde se pone al límite el sistema nervioso del espectador, reflexiones, humor, espectáculo, en esta ocasión con la intervención de una fanfarre, pero hay muchas pistas para una nueva relación con el teatro, exento de vaguedades, lugares comunes, busca una inmediatez física, pero sustentada en unos textos de apariencia circunstanciales que van creando un sistema de comunicación que proporciona una sensación de agitación que se aposenta teatralmente en cada asistente.
Carlos GIL

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