Aclárate la voz

La noria

En las civilizaciones antiguas vemos como cultivaban la voz y cuidaban la formación en oratoria. ¿Qué ocurre en nuestros días? ¿Dónde podemos dirigirnos para encontrar referentes que jueguen el papel de modelos? Podemos volvernos hacia el teatro, sí, pero me temo que su capacidad para influenciar en la población a gran escala es más bien pequeña. Referencia que queda envuelta en un halo de exclusividad profesional. Un acto que queda lejos del nivel de calle en el uso de la voz y del lenguaje se refiere. Por proximidad cotidiana, la radio y, sobre todo, por impacto y grado masivo de consumo, la televisión. Políticos, presentadores, periodistas, gente común ocupan sus horas. Horas repletas de voces, de formas de hablar, que, en la mayoría de las ocasiones, contaminan los oídos con referentes del tipo, mejor olvidar pero que, por desgracia, la memoria auditiva registra e influye en modos, incluso hasta crear tendencias más o menos pasajeras.

Ya no tengo edad para ir de discotecas y pubs y, ahora, los sábados por la noche me los entretengo con otras actividades más propias de mis años. Hubo una temporada que me anime a ver La Noria. Sobre todo por sus debates de actualidad. A mi pesar, he desistido. En los pubs hay menos ruido. Pero, diré que es interesante ver cómo interactúan los integrantes de la mesa. Dando un paseo, nos encontramos con una abogada que por hablar entiende estrujarse la garganta a ojos desorbitados como gallina estrangulada y utilizando la técnica de arrollar al otro a base de perforarle los tímpanos, sobre todo cuando le tocan algún tema grabado a fuego por su educación; tenemos a una política con apellido de pueblo de lobos, que con un gracejo, donde no se aprecian las vocales, juega a dar imagen populista de simpatía, pero, destila hostilidad y desprecio. Lo mejor es cuando adopta la actitud de gallina clueca hinchada con intenciones de llamada al público para que le aplaudan mientras que, de manera insistente y casi cayendo en la tartamudez, repite sus ideas a gran volumen,- eso sí hay que reconocérselo-, para aplastar con todo su peso al de enfrente. Nos topamos también con un señor empeñado en hacer gracias sosas y chistes que provocan más la pena escuálida que otra cosa y que, además, exhibe bastante poca capacidad a la hora de exponer verbalmente su discurso. Finalmente y, siempre a mismo lado de la mesa, tenemos a una rubia periodista de voz clara, que haciendo honor a la verdad, no tengo que hacer esfuerzos para entenderla. Menos da una piedra. Entre ambos lados se dan dinámicas curiosas, mientras los del lado de la derecha – tomando como referencia al presentador, a veces, sufrido moderador- tienden a colocarse en una actitud de paternalista superioridad rayando, en ocasiones, con el cinismo, los del lado de la izquierda pareciera que, en ocasiones, intentaran comunicarse con ellos e, incluso, llegarles. Parece que ya se han dado cuenta de que es una pérdida de energía. Yo no veo que sea un debate, no veo que nadie escuche, ni reflexione. Descargar es una cosa comunicar, otra. En el lado izquierdo una periodista catalana con claridad en los moldes vocálicos y una ordenación concreta y esquematizada del discurso consigue plasmar su mensaje, a pesar de su voz disfónica. Si pudiéramos sumar la voz clara de la rubia de la derecha con el discurso ordenado y concreto de la catalana pienso que nos encontraríamos con una referencia mucho más que aceptable. Independientemente del contenido del discurso.

Finalmente he optado por buscar otro tipo de entretenimiento más lúdico.

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