Críticas de espectáculos

La Plaza del Diamante de Mercé Rodoreda / Joan Ollé / Lolita Flores

La vida como poema

«Lo que no sabía muy bien es por qué estaba en el mundo». Velahí una de las confesiones de Colometa, esa heroína anónima de La Plaza del Diamante de Mercè Rodoreda, que va vadeando el río de la vida por donde puede hacer pie. Una novela que encandiló al profesor del Institut del Teatre de Barcelona, el director escénico, Joan Ollé, cuando era un jovencito, tal cual confiesa en el programa de mano del espectáculo. Un espectáculo que realiza ahora, después de bastantes años de aquella visita que había hecho a la casa de la señora Rodoreda, acompañado por Josep Maria Benet i Jornet, en busca de su permiso para llevar la obra al escenario.

«Han tenido que pasar treinta y cinco años para que Lolita Flores, hija de un hombre nacido a pocos metros de la barcelonesa Plaça del Diamant, nos cuente, sentada en el banco de las palomas, las varias vidas de Colometa. Todo un lujo.» afirma Joan Ollé.

El director catalán, en el video promocional del espectáculo, producido por el Teatro Español de Madrid, también dice: «Que Lolita haga la Colometa tiene algo de poético importante y muy grande». Y, al ver el emocionante espectáculo, lo constamos por la figura pequeñita y, a la vez, por la inmensa presencia y fuerza que despliega, sin quebrar la humanidad hondísima, la ternura y los valores éticos de este personaje que, en el escenario, semeja confundirse con la misma Lolita.

Mi caro profesor Marcos Ordóñez escribió: «Todo pasa en su cara, sus ojos, su voz. Podría ser una hermana de Ovidi Montllor. La sonrisa triste, golpeada, humilde pero nunca humillada; el incendio en los ojos; la cadencia sabia y antigua. Posee, como él, un don inusual: la rotunda capacidad de conmover sobriamente, sin énfasis […]». Palabras que, con el permiso de Marcos Ordóñez, subscribo punto por punto.

Contra las etiquetas que alguien prejuicioso le quisiese otorgar a Lolita, yo pude comprobar, en las dos ocasiones que tuve la oportunidad de verla trabajar como actriz de teatro, su competencia actoral, conseguida desde la empatía que muestra y la experiencia encima de los escenarios, que le confiere cualidades técnicas de proyección vocal y física de una manera espontánea y fluida.

Al salir de la función, en el Teatro García Barbón de Vigo, me la presentó José Manuel Rodríguez, el promotor, y fuimos caminando juntos un rato mientras hablábamos de teatro. Lolita me comentaba que todo lo que dice su personaje de Colometa, ella lo está viendo. Las palabras son las del personaje escrito por Mercè Rodoreda y adaptado por Carles Guillén y Joan Ollé, las imágenes son las de la actriz. Esas imágenes interiores que florecen, a partir de las palabras, sobre las experiencias que la propia actriz ha vivido. Esas imágenes que hacen brotar emociones y movimientos sutiles, que incendian su mirada y provocan inflexiones diversas en su voz y en su gesto. Una dramaturgia de imágenes, basada en la visualización particular que se proyecta hacia lo universal desde el arte que, con los años, ha ido adquiriendo Lolita.

Llama la atención, también, la fluidez con la que la actriz pasa del discurso referencial del recuerdo al discurso indirecto, en el que reproduce fragmentos de diálogos de escenas de flashback.

Un monólogo que, de esta manera, por veces, se vuelve polifónico, y que se podría inscribir en eso que el profesor Jean Pierre Sarrazac denomina «drama de la vida», por sintetizar, como en un poema, toda una vida y permitir que emerja lo intrasubjetivo.

En poco más de una hora, la dramaturgia de Carles Guillén y Joan Ollé consigue compendiar el desasosiego de los primeros amores; la boda; los hijos; la alegría de la República; las miserias y penurias extremas de los tiempos de la guerra y postguerra; la muerte de los seres queridos; y la supuración, casi milagrosa, de las situaciones desesperadas; el paso del tiempo como una noria de feria; la superación de las dificultades… La vida de una mujer del pueblo que se acerca casi al arquetipo universal de la (anti)heroína anónima, luchadora, de una integridad ética y humanística ejemplares.

De este modo, La Plaza del Diamante, como espectáculo teatral, se vuelve una experiencia artística emocionante y reveladora.

Afonso Becerra de Becerreá

Obra: La Plaza del Diamante – Autora: Mercè Rodoreda – Adaptación: Carles Guillén e Joan Ollé – Interpretación: Lolita Flores – Traducción al castellano: Celina Alegre e Pere Rovira – Música original: Pascal Comelade – Espacio escénico y vestuario: Ana López Cobos – Iluminación: Lionel Spycher – Producción: Teatro Español de Madrid – Teatro García Barbón (Afundación) de Vigo. 26 de junio de 2015

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