Escritorios y escenarios

La risa nos hará libres

Que no se nos olvide reír. Y que tampoco perdamos el sentido del humor. Especialmente cuando la realidad se pone excesivamente seria. Así que hago un llamamiento para que no permitamos que las circunstancias, bien sean las sociales o las personales, nos despojen de la risa. No permitamos nunca que nada ni nadie nos robe las ganas de reír. 

 

El reír es una de las mejores cualidades de nuestra humanidad. La risa es posible solo porque somos animales simbólicos, porque logramos desarrollar el lenguaje y las palabras. Y gracias a esto, adquirimos la capacidad de pensar, de reflexionar, de abstraernos. Y, con ello, de distanciarnos y burlarnos de nosotros mismos. 

Sin el lenguaje no solo no pensaríamos, ni nos comunicaríamos, ni conoceríamos, sino que no nos divertiríamos a costa de nuestra propia ridiculez. Yo sé que nadie quiere hacer el ridículo, pero está bien hacerlo de vez en cuando. 

¿A qué se dedican los cómicos? ¿No es a ridiculizar o ridiculizarse? ¿Nos los amamos por eso? ¿Y no es maravilloso?

Quizás la risa ha sido parte fundamental de nuestra humanidad desde el principio de los tiempos. Porque la risa, a lo mejor, es otra herramienta de nuestra supervivencia como especie. ¿Acaso la risa no es otra forma de catarsis? Yo estoy convencida de que sí. Si la catarsis es el acto de purificarse a través de la expulsión de las pasiones, yo diría que las pasiones no son exclusivamente la compasión y el horror. 

¿Cuántas pasiones somos capaces de sentir? ¿De qué se libera nuestra alma, si es que existe el alma, cuándo nos reímos? 

¿Por qué en una novela como En el nombre de la rosa, los frailes no querían que nadie leyera los apuntes de Aristóteles sobre el género cómico? Tengamos presente que la historia escrita por Umberto Eco se desarrolla en la Edad Media, una etapa en la que se configuró una sociedad excesivamente seria, controlada, jerarquizada. En el medioevo las personas fueron subyugadas a través del miedo. Miedo a un Dios castigador, a la idea de irse al infierno y a una monarquía represora. Cuando nos reímos nos liberamos del miedo y sin miedo, somos revolucionariamente libres. 

Sin la risa, sin la comedia, sin el humor, no seríamos valientes. Y si nos despojan de la risa, si asesinan nuestra capacidad de reír, quedaríamos paralizados y extraviados en el terror.

Cuando la vida se pone muy seria, es cuando más necesitamos reírnos. 

Nota final: El título de esta columna lo tomé prestado de un libro de Antonella Ottai, que se llama La risa nos hará libres. Cómicos en los campos nazis. Di con este libro por casualidad, pasaba junto a un mostrador de la librería del barrio, cuando él me vio y me sonrió. Entonces lo compré con la esperanza de recuperar mi capacidad de reír, porque Colombia sigue doliéndome hasta los huesos. Pero no, no fue ahí donde la encontré, y era obvio. 

 

Domingo 27 de junio 2021

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