Y no es coña

Las cintas y el manto

En tiempos de apuros presupuestarios se acaban las alegrías. Los recortes comienzan por los festoneados de alrededor, pero acaban incidiendo en el núcleo duro. Existen dos posturas ante los recortes. Quienes intentan que no se note, es decir que con mucho menos presupuesto mantiene los mismos días de programación, pero rebajando la calidad, y aquellos que optan por rebajar lo días de programación de un festival, o suprimir algunos de los apartados de la programación general, para mantener un nivel de calidad parecido. Esto era en una primera fase de la crisis, ahora parece que es imposible que no se note que se ha rebajado el presupuesto para cultura, y en concreto para las actividades de exhibición de las artes escénicas en cantidades que ya empiezan a ser escandalosas.

Pero si se miran muchas de las actividades que se realizan en este campo, en algunas ferias, por ejemplo, uno se da cuenta que el grueso del presupuesto no va directamente a las Artes Escénicas. Es decir, no se gasta en contratación de espectáculos, ni en talleres, ni en casi nada que tenga que ver directamente con lo que es la parte creativa, o sea cultural, sino en alquileres de material para hacer de espacios no pensados para las prácticas escénicas, lugares más o menos adecuados. O para la hostelería en forma de invitación a programadores y compañías a la pernoctación y/o a la manutención durante la feria o el festival. Muchas de estas partidas deberían salir, no del rubro de cultura, sino de industria o turismo. Sería una manera de ampliar las posibilidades de mantener la misma oferta artística que es lo que importa.

Pero en estos momentos, en diferentes lugares de la tierra teatral, se está abriendo un debate sobre la manera de financiación o de reparto de las cargas presupuestarias en diferentes festivales, de todas las categorías, en donde se realiza la programación sin apenas pagar casi nada a las compañías, lo que está produciendo un circuito de festivales que se realizan con presupuestos low cost, corriendo todos los riesgos a cargo de los artistas y que cuando se trata de lugares lejos del lugar de residencia, son las instituciones locales, regionales, comunales o estatales quienes corren con todos los gastos de viajes, de parte del cachet y otros asuntos.

Estas acciones se pueden mirar desde dos perspectivas: la de exportación, apertura de nuevos mercados, y entonces parece bastante lógica la ayuda, pero por otro lado se está creando una costumbre que está alterando las bases del libre mercado y la libre competencia. Compañías de autonomías sin recursos, no pueden acudir a las citas, aunque sean invitados, mientras encontramos a algunas compañías, muy bien relacionadas, con espectáculos bastante flojos, que viajan y viajan y se alimentan de los recursos de todos, por la existencia de unas convocatorias muy laxas en cuanto a los requisitos para acceder a estas ayudas, pareciendo igual el tipo o a calidad del festival al que se acude.

Tampoco hay que olvidar que desde diferentes ministerios se hacen aportaciones a la supuesta exportación, con programas que se basan en asuntos de diplomacia u otros misterios, y en las que se encuentran espectáculos que casi no han tenido vida pública aquí, pero están bendecidos por alguien que es su mentor en esas estructuras ministeriales. Estos recursos, están muy controlados, muy dirigidos, tampoco son fruto del libre mercado, de la competencia abierta.

Todas las circunstancias anteriormente expuestas, mediatizan las obras, compañías, espectáculos que giran por el extranjero. Sin festivales o programadores externos que contraten en las mismas claves económicas que aquí, las posibilidades de dirigismo parecen evidentes. No quisiera extender una sospecha general, simplemente advertir de una realidad que tiene muchas aristas. Una cosa parece clara, cuando todo el dinero sale del mismo lado, en estos momentos de crisis, sí sería bueno plantearse de nuevo estas acciones, repartir mejor las cargas, atender primero a lo fundamental, no sea que estemos gastando más en las cintas que en el manto.

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