Y no es coña

Las cosas que también pasan

A veces parece que solamente pasan unas cosas en los escenarios, pero cuando uno tiene tiempo y ganas, puede descubrir que suceden muchísimas más cosas que las que habitualmente se nos reiteran por los medios de comunicación, incluidos los especializados que por su debilidad estructural, deben seguir al abanderado sin rechistar, es decir al que paga. Y el que no paga no existe. Es una manera de hablar.

Quizás lo que me interesa resaltar es que el compromiso con las artes escénicas no puede ser un simple acomodo de intereses a lo que se visualiza y se difunde sin actitud crítica. Entonces se convierte en una correa de transmisión publicitaria, no en un acto de comunicación, ni de información, sino de catálogo. Y esto colapsa la fluidez del pensamiento y se convierte involuntariamente en una eutanasia de la diversidad. Todo parece lo mismo; todo se parece; todas las programaciones son las mismas, no hay intención de saltarse ni una oferta que se ha dicho desde los centros de decisión que es lo que interesa. Cada temporada aparece el autor de moda, la obra imprescindible, el producto que se supone llena aforos. Y no se cuestiona. Y nadie se plantea buscar algo más. Entonces estamos en un teatro de mercado. Es un decir porque es un mercado marcado por intereses oscuros.

Por suerte existen muchas realidades, existen riesgos, propuestas, intenciones, ideales, compromisos, lealtades, políticas diferentes. Sin darle más vueltas: acaba de producirse en la madrileña Sala Cuarta Pared, una gran acción, la segunda edición de Essencia, festival de la teatralidad, con un ciclo llamado «Mirada al futuro», en el que se ha podido ver en tres días consecutivos tres obras creadas desde cero, tanto su escritura, como su puesta en escena en cinco semanas, de Carlos Be, Sergio Martínez y María Velasco, por orden de intervención, que han descubierto a directores jóvenes y repartos cargados de energía renovada. Una acción coordinada por Borja Ortiz de Gondra dentro de ETC, Espacio Teatro Contemporáneo. Integrada en la política de esa sala que mantiene una coherencia digna de todos los reconocimientos. Fue de las pioneras y sigue siendo referencial. Allí nos encontramos muchas noches quienes intentamos ver esas otras cosas que suceden en los escenarios y que son las semillas del futuro.

Porque por esa sala, por ese escenario han pasado sus primeras experiencias algunos de los dramaturgos consagrados internacionalmente, los directores más afamados hoy, las actrices y actores que copan repartos audiovisuales o teatrales. No son los únicos, hay más salas en Madrid, en Barcelona y en otros lugares de la península ibérica que mantienen ese espacio necesario de la diversidad cultural, de lenguajes, de miradas al mundo y a las artes escénicas. Sin recursos para apabullar en los medios, dependientes de unos públicos solidarios pero evanescentes, es en ellas donde aparecen los brotes de lo que será. O lo que ya es, aunque casi nadie de los enredados y poco atentos, se quiera enterar.

Felices fiestas. Me vienen recuerdos personales. Yo he actuado en navidades. Y en año nuevo. En Barcelona, en Madrid y en Palma de Mallorca. Y hay, al menos había, conciudadanos que celebran las fiestas en las salas de exhibición.

¡Viva el Teatro!

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