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Laurentzi Producciones estrena ‘Cuarteto del alba’ de Carlos Gil en Donostia

Tras una primera muestra en el Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo de Almagro dFeria acogerá el 12 de marzo en el Teatro Principal de Donostia el estreno de la obra teatral escrita por Carlos Gil Zamora ‘Cuarteto del alba’ a cargo de Laurentzi Producciones.

 

Lander Iglesias está al frente de la dirección de esta obra teatral que cuenta con un elenco de artistas de amplio recorrido profesional elegido con una máxima fundamental: la presencia de dos generaciones en escena, Maiken Beitia, Alberto Iglesias, Ricardo Moya y Valery Tellechea son los cuatro entes escénicos del ‘Cuarteto del alba’. Personas con las que el director ha trabajado a lo largo de su andadura profesional y que desea que le acompañen en este viaje lleno de ilusión. Todos ellos han formado parte de múltiples proyectos de teatro, televisión y cine, con amplia experiencia en todos los medios, se sumergen de nuevo en el teatro en un trabajo que Iglesias cree que les servirá en cierto modo para reconciliarse con este oficio.

No solamente ellos hacen posible el Cuarteto del alba si no que además completan el equipo artístico Mariluz Díaz como ayudante de producción, la artista Sara Panigua a cargo de la coreografía y el espacio audiovisual, Iñigo Ibaibarriaga resolviendo el espacio sonoro y por último destacar también el diseño de iluminación y audiovisual que han sido ideados por Iñaki García y Bruno Ventola.

Esta producción se ha vislumbrado gracias al nacimiento de una nueva compañía vasca con sede en Bilbao que lleva el nombre de Laurentzi Producciones. En estos tiempos de crisis la compañía formada por Mariluz Díaz y Lander Iglesias llega con la voluntad de hacer un teatro contemporáneo comprometido, «un teatro necesario para vivir» en palabras de su promotor. Lander Iglesias, hombre de teatro por naturaleza es bailarín, actor y director, lleva más de treinta años en este oficio, destacando en su faceta de dirección con montajes incursos en una marcada tendencia moderna de autores vivos, al igual que su dedicación a los montajes de ópera y zarzuela.

‘Cuarteto del alba’ es un trabajo que habla de desencanto, de la frustración política, de la utopía de manera atemporal, cuestiona al espectador y le empuja a la búsqueda de repuestas y la posibilidad de superación. El autor apuesta por una dramaturgia difícil con multitud de posibilidades y relata diferentes situaciones, sensaciones, realidades, vivencias de una generación pasada protagonista de los años 70-80 que habla desde el futuro y recuerda el presente. Abarca el dolor causado por la pérdida del amor, del desarraigo, las drogas, la insatisfacción pero nunca desde un punto de vista pesimista. En ocasiones aparecen intervenciones de denuncia descritas de manera inteligible donde se persigue la superación y la búsqueda de la libertad. Es un texto poético que propone un viaje cargado de imágenes imborrables en la memoria de un país.

Este es el primer trabajo de Carlos Gil Zamora como dramaturgo, conocido por sus múltiples facetas a lo largo de su carrera profesional en el mundo del teatro. Volcado en las artes escénicas desde sus comienzos en un principio como actor, director y productor de teatro hoy en día desempeña una labor como crítico teatral, director y editor de esta revista y múltiples libros de la editorial Artezblai, además de ser fundador de la Librería Yorick de las artes escénicas. Su dilatada carrera le ha ofrecido la posibilidad de trabajar en muchos medios y de formar parte de muchos proyectos. Carlos Gil reaparece como autor en esta obra teatral para reflejar parte de las situaciones vividas por una generación a la que él pertenece.

Lander Iglesias director de este trabajo describe este texto de Gil Zamora como «un canto a la vida» un texto escrito para ser dicho, y afirma que «estamos ante un teatro de la memoria donde se esconde lo innombrable desgraciadamente todavía hoy no superado». Asegura que se embarca en esta aventura en este nuevo proyecto teatral porque al conocer el texto reconoce un mundo que ha vivido, el desarrollo de una generación a la que ha pertenecido transportable y necesario para ser vista en el teatro.

Con una escenografía sencilla el espectador visionará un teatro por el que irán pasando multitud de personajes que describirán en cada pasaje una emoción. Diferentes objetos nos trasladaran a visionar diferentes situaciones, así un columpio, una cuerda, una mesa, una lámpara, una pistola, entre el atrezzo nos irán dando pistas de hasta donde quieren trasladarnos en cada minuto. Una tensión, un viaje de emociones para sentirse protagonista de cada historia.

Este montaje ha sido ideado como un juego actoral, un ejercicio de estilo y abstracción teatral donde los cuatro actores son vehículos para incitar a la reflexión, se involucran como actores y en ocasiones se distancian del papel que protagonizan, una puesta en escena diseñada para ir más allá de lo formal. Actores y entes al mismo tiempo que describen y relatan, una voz coral nos muestra la radiografía de un tiempo traicionado.

Como resultado multitud de personajes cargados de energía definidos por su simbolismo que ofrecen una poética de imágenes muy potentes sobre el escenario. La acción pasa por la asunción real del rol por parte de un actor a la vista del público.

El montaje juega con un lenguaje escénico moderno, multidisciplinar, es un trabajo muy físico y el proceso creativo y de investigación se ha llevado a cabo en diferentes etapas y lugares. Antes del resultado final el equipo ha mostrado una primera exhibición a modo de pre-estreno gracias al taller ofrecido en Almagro que supuso el embrión del resultado final. Un pre-estreno que ayuda a medir la energía espacial y actoral que se va desarrollando de una manera teatral abrasiva y que convierte cualquier rasgo de desencanto en una acción optimista por la celebración de la vida.

Por último, en referencia a las características de este trabajo Iglesias cree que en escena se vislumbran diferentes guiños al teatro del absurdo, a un teatro que en ocasiones nos puede recordar a Kantor, a un «teatro en mayúsculas» como él lo define pero sin tratar de ser pretencioso, a un teatro de verdad.El proceso creativo ha sido un trabajo en equipo donde los actores se han implicado de manera especial.

El resultado final es una apuesta política, social y teatral, un canto a la emoción que llega a Donostia con intención de viajar por muchos más escenarios.

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