Si lo crees lo creas

Les propongo una nueva religión: Si quieren hacer una cosa, háganla. Si no quieren hacerla, no la hagan.

Dedícate exclusivamente a hacer lo que te gusta. No hagas jamás algo que no te guste o apetezca hacer. Olvida la falsa doctrina de hacer cosas por los demás, envenenada en su concepto sólo trata de hacernos esclavos del egoísmo ajeno. Olvida el término obligación, no existe. No se puede dar lo que no se tiene. Acéptate, lo cual NO significa resígnate. Equivócate. Llora a gusto. No exijas lo que no has dado. No te identifiques nunca con tus pensamientos, estás muy por encima de ellos. Obedece a la única autoridad: Tú. Ríete hasta que te duela. Extirpa para siempre la culpa. Perdónate. Juega a entablar conversaciones con tu corazón. Re-descubre la unidad. Asusta a tus miedos. Dedica todo el tiempo que creas necesario a no hacer nada. Aprende a nutrirte. Canta. Re-aprende el concepto de amor. AMA.

Génesis.

Entiendo que estemos distraídos por las convincentes campañas políticas, el menú navideño, el desenlace de Hombres, mujeres y viceversa, el modelito de fin de año o la arruga del ojo derecho que impedirá para siempre que nuestro príncipe azul aparezca en nuestra alcoba. Sin embargo, tengo que confesarles que, por muchas luces y fiestas 2.0, no puedo evitar que lo que hay debajo me salpique la cara. Seguimos una inercia que no nos pertenece. ¿Cuántos, este año, se han permitido hacer lo que verdaderamente quieren hacer? Dejar el trabajo, decir lo que piensas, decir no, decir si, gritar basta, sentir, enfrentar el miedo, comerle la boca, dirigir tu propia obra, dormir hasta que anochezca, cantar en público, hacer ese viaje, divorciarte, mandar a la mierda a tu madre, hacer deporte, dejar de fumar, pedir perdón, escribir doscientas mil palabrotas…

Una vez me dijeron: «Bibi, la realidad no puede ser mala, porque es lo único que hay». Nos pasamos la vida evitando ver la realidad, creando mundos paralelos desinfectados de toda verdad, incongruente siempre con nuestra estructura mental, por miedo a que esa realidad nos revele que, quizás, nuestras vidas no se parezcan tanto a la de Angelina Jolie.

«No des ni un solo paso hacia algo que no ames» me dijo otro amigo. ¿Se imaginan? Un mundo donde todo el mundo hiciera sólo aquello que ama hacer. ¿Acaso no es posible eso? Aprovechen, que están los Reyes a la vuelta de la esquina.

¿Por qué creamos proyectos en los que no creemos? ¿Por qué encaramos personajes que no aportan valor a nuestras vidas? ¿Por qué vamos a casting que no queremos hacer? ¿Por qué vamos a galas que nos aburren? ¿Por qué compramos regalos a personas que ni si quiera nos caen bien? ¿Por qué me paso horas frente al facebook? ¿Por qué dices que te ha gustado una obra cuando no es cierto? ¿Acaso no crees que el otro pueda sostener lo que piensas? Evitar decir nuestras verdades atiende, muchas veces, a la ilusión de superioridad frente al otro, o en su defecto, al miedo de no ser capaces de sostener la reacción del otro. ¿Por qué no dudar de la duda? «Hay cosas que las creas o no son ciertas, y el resto, es todo mentira.»

Confesión.

Hace unos años empecé a interesarme en comprender cosas a cerca de una de las palabras más desvirtuadas en el mundo, el AMOR. Hoy me sigo dando cuenta de que no tengo ni idea. En nuestra cultura el término AMOR tiene más relación directa con un colgante bañado en oro del Corte Inglés que con la dimensión inimaginable, que desde esta perspectiva, encarna. AMOR viene de la palabra «a mort» = inmortal. Al parecer cuando uno se conecta con esta frecuencia, es decir, con el recuerdo de saber que somos inmortales –Dios- entramos en una vibración de existencia superior, donde TODO es posible. El amor no es una emoción, el amor es La Verdad, esa que una/o se pasa la vida buscando.

Yo confieso que quiero vivir joder, sin preocuparme, sin anticiparme, sin estrategias. Yo quiero poder mirar a los ojos y VER. Yo quiero dejar que me VEAN, sin miedo a desaparecer, sin miedo al juicio, al daño o a la incomprensión. Quiero viajar, sin deberle nada a nadie. Quiero soñar y decir tonterías sin buscar miradas cómplices. Quiero respirar aire, no inseguridad. Quiero confiar en ti. Quiero aprender a escuchar a la naturaleza y quemar las televisiones. Quiero cantar donde me apetezca sin justificar el silencio. Quiero decir NO, si dudar de mi buena voluntad. Quiero decir sí, sin morirme del miedo. Quiero decidir. Quiero guardar el dinero donde todo el mundo pueda verlo. No necesito a nadie que me gobierne. Quiero aprender a confiar en lo que siento, a saber mandar a la mierda con amor y a construir circunstancias propicias a la belleza. Quiero aceptarte como eres, convencida de no querer que cambies, aunque no me gustes. Quiero ser valiente para denunciar lo que atente contra la vida. Quiero hacer teatro sin que el camino sea la subida al Everest. No quiero seguir respetando el mundo que he heredado, quiero algo mejor.

Me gusta esta crisis porque lo evidente se sale por los ojos.

AMEN.

* Este texto pertenece a un post que escribí en 2013 y que he decidido actualizar para Artezblai.

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