Sud Aca Opina

Medio ambiente de-formador

Hoy no pasa un día sin que escuchemos en nuestro entorno comentarios referidos al medio ambiente. Del respeto a la naturaleza, de los recursos naturales que se agotan, de especies en extinción, del crecimiento sustentable, del reciclaje, de la bio cultura,…

Sin embargo tan importante como el medio ambiente natural más bien material de unos veganos luchando por cambiar deliciosos trozos de carne en punto de cocción 3/4 por crujientes lechugas recién cortadas, es el medio ambiente social y/o afectivo en el cual a uno le toca desenvolverse.

¿El hábitat crea al hombre o el hombre crea su hábitat?

Como siempre la respuesta es compleja pues depende de quién la conteste y bajo qué criterios de evaluación lo haga.

Un psicólogo dirá que es el ambiente afectivo quien desde la infancia propicia conductas mientras que un ecologista afirmará que es la naturaleza o la falta de ella quien formará la personalidad.

¿El vivir en un ambiente bucólico es garantía de futuros poetas?

¿Las carencias implican ladrones?

¿La paz propicia la paz y la violencia genera violencia?

Sin duda existen factores que son el dedo capaz de inclinar la balanza hacia una posibilidad u otra pero como confirmación de la excepción a la regla, desde siempre han surgido figuras icono de la cultura mundial desde medio ambientes contrarios a la formación de dichas personalidades.

Hijos de campesinos que llegan a ser connotados científicos, poetas de familias analfabetas, músicos de barrios obreros,…

El hombre masa es el mayor depredador existente en nuestro frágil planeta con la diferencia que un animal no destruirá su hábitat y sólo cazará más de lo necesario cuando le enseña a cazar a sus crías.

El hombre simplemente arrasa y después evalúa.

En este actuar aparentemente irracional, la lógica que subyace es la del egoísmo; yo hago lo que yo creo para satisfacerme sin pensar en el otro ni sopesar variables a largo plazo.

Arrasó un bosque, vendo la madera, tengo dinero, me doy mis lujos, se me acaba el dinero, sigo con el bosque de al lado.

Ante este ejemplo un observador cualquiera tiene algunas opciones.

1.- Imitar al depredador en ese accionar recurrente de destrucción egoísta.

2.- Llegar a un punto de equilibrio capaz de mantenerse en el tiempo.

3.- Dejar al bosque tranquilo.

Como siempre existirán los radicales diciendo que riqueza produce riqueza y en el otro extremo los otros fundamentalistas evitando a toda costa tocar la naturaleza.

Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.

El ser humano es un equilibrista caminando sobre el filo de la vida. El punto medio nos señala la ruta a seguir para vivir en armonía con todos y con todo.

Así como somos capaces de destruir, también somos capaces de crear para cuidar tanto nuestro medio ambiente natural como el social. Si lo hacemos entraremos en un círculo virtuoso donde estaremos creando nuestro medio y este nos retribuirá creando nuestra personalidad consciente.

Sólo se cosecha lo que se ha sembrado y la cosecha benefactora puede multiplicarse en nosotros

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